EL GOLEM. (1920)
Clásico imperecedero del
cine mudo, Imprescindible para entender las raíces del Cine, una de las obras
precursoras de la excelsa corriente del Expresionismo Alemán, realizada por
Paul Wegener y Carl Boese, film seminal en el género de terror y que tanto ha
influenciado a cineastas posteriores, ejemplo “El Dr. Frankenstein” de James
Whale que tantas similitudes tiene con esta, puede que más que con el libro de
Mary Shelley. Paul Wegener mientras rodaba junto a Stellan Rye “El estudiante de
Praga” en 1913 oyó la leyenda judía de “El Golem”, y en 1915 rodó una primera
versión (Wegener también del Golem) junto a Heinrich Gaelen, traspasando la
acción a su contemporaneidad y en la que el Golem es cvencido por un hombre con
el que luchaba y que lo lanza desde una torre al vacío, hay otra segunda
versión de 1917 dirigida por Wegener, las dos versiones permanecen
desaparecidas, de ambas el director no acabó contento por la intromisión de los
productores así que decidió hacer esta tercera, basándose en la novela
homónima de Gustav Meyrinck
(1915), que a su vez se inspiraba en la leyenda judía del SXVI que acontecía en
Praga, sobre una figura de barro que protegía a los judíos, anticipaba las
penurias que le acaecerían al pueblo judío confinado en guetos, premonitorio de
lo que les estaba por suceder en Alemania con la subida al poder en pocos años
de los nazis. Estrenada el mismo año que "El gabinete del doctor
Caligari" de Robert Wiene, otra de las cintas cruciales para entender el
mencionado expresionismo germano, donde el poder de los decorados y de la luz
se sumergen en el goticismo para trasladar al espectador sensaciones
agobiantes, las dos obras tratan temas fantásticos y de terror, abordando ambas
el tema de cómo el hombre juega a tener “esclavos” que hagan su trabajo sucio.
Estamos
en Praga en el SXVI, en el gueto judío el líder de la comunidad, el Rabino y
astrólogo Löw (Albert Steinrück) descubre en las estrellas que una gran
desgracia se cierne sobre su pueblo, el Emperador Luhois (Otto Gebühr) proclama
un decreto para la expulsión de los hebreos de la ciudad. El Caballero Florian
(Lothar Müthel) es el encargado de llevar el decreto al Rabino, en el hogar de
Löw Florian conoce a la bella hija del Rabino, Miriam (Lyda
Salmonova) de la que se enamora, con el agravante de que el siervo
del rabino, Famulus (Ernst Deutsch), también lo está. El rabino crea moldeando con barro a El Golem
(Paul Wegener), una gran figura que espera les defienda del mal, para ello le
dará vida con la ayuda de antiguos libros de nigromancia invocando al demonio
Astarath, el momento clave es la colocación en el pecho de El Golem de una
estrella mágica. Löw que pedirá a Florian una audiencia con el Emperador para
mostrarle lo que su pueblo puede “crear”, será recibido en palacio durante el
festival de la Rosa. Durante la recepción el Rabino mostrará a el Emperador con
un efecto mágico en sobreimpresión la historia del pueblo judío.
Es
un film que reflexiona sobre el Don de la creación, sobre las ansias del ser
humano por suplantar a Dios, por crear vida a partir de la nada, sobre los
peligros de manipular la naturaleza cruzando los límites de la moralidad,
ahonda sobre el mito de la creación artificial de vida, sobre como el Humano es
temerario cual Adán en el Edén con el árbol de las manzanas y cruza las líneas
rojas, y al experimentar con esto los riesgos de “quemarse” son infinitos, en
este caso la cinta intenta moralizar y mandarnos el mensaje de este peligro. La
historia es estructurada en cinco capítulos, con un marcado sentido expresionista,
con callejuelas estrechas y sinuosas, edificios torcidos o paredes asimétricas,
ello en un cuento gótico de evidentes trazos líricos, en lo que es una
turbadora miscelánea de mística judía y romanticismo alemán, tocando temas
universales como la xenofobia, la intolerancia, la ira, la venganza, la
traición, la redención, la inocencia, y sobre todo el amor imposible, el amor
no correspondido. El amor como motor de las reacciones más catárquicas del
relato, el amor del rabino a su pueblo le hace desafiar a la razón creando el Golem, dos amantes, la
judía y el cristiano pretenden superar las barreras con su amor, desafiando a
la sociedad, el siervo del rabino está enamorado de Miriam perdidamente, por
ello desafía a su señor el rabino y decide revivir a el Golem como arma de
venganza, y el Golem es vencido por el cariño a una inocente niña que le regala
una manzana (símbolo cristiano del pecado). El ritmo y tempo narrativo resultan
espléndidos, manejando la tensión de modo hábil, alternando de modo virtuoso las
escenas íntimas y de acción, en un crescendo dramático brillante.
Con
el Frankenstein de James Whale de 1931 son inevitables las influencias,
empezando por la más evidente de la caracterización del monstruo, no en el
rostro pero si en el cuerpo, en su calzado, en sus andares, asimismo en la idea
del vástago artificial rebelándose contra su creador, además de que Whale se
inspiró en la interrelación de la niña con el monstruo en “El Golem” para su
mítica escena del Monstruo con la niña y los dos jugando a tirar pétalos de
flor al lago.
Pazul Wegener |
Paul Wegener
seguiría en la compañía UFA durante el nazismo, sirviendo a la propaganda del
ministro Joseph Goebbels,
ello con una actitud ambigua hacia los Judíos, siguió trabajando sin problema
tras la caída del régimen Hitleriano.
Momentos
para el recuerdo: En el inicio la invocación del Rabino para atraer a Altorath,
con un embrujo de tintes a magia negra, con un pentáculo pintado y sobre él un
círculo de fuego, derivando en la sobreimpresión de una cabeza demoniaca
echando humo por la boca, de la que brota un pergamino con su nombre,
espectacular muestra de efectos visuales, todo un hito fascinante para su
tiempo; Todo el tramo de la recepción del emperador al rabino, primero con otro
despliegue sublime de f/x visuales en forma de una impresionante sobreimpresión
mágica que a modo de film relata la historia del éxodo de los judíos, a esto
sigue el temblor que derrumba el palacio, con la muestra de fuerza suntuosa del
Golem; El tremendo tramo en que el Golem se desata de sus ataduras de
obediencia, creando el caos y la destrucción en el gueto, con fuego de por
medio, con una cruenta lucha con el príncipe, al que lanza letalmente desde una
torre, a esto sigue el Golem arrastrando a Miriam de los cabellos por las
calles del gueto, mientras la masas de judíos se movilizan en medio del pavor
de las llamas que asolan terriblemente el lugar; Por supuesto su poético final
en que el Golem es vencido por el cariño por una niña que le trata con cariño
al darle una manzana, está jugando con él, que la tiene en brazos le sustrae la
estrella de su pecho, cayendo al suelo paralizado, a esto un puñado de niños
acuden junto a la niña y juegan sobre el Golem convertido en una figura de
piedra decorativa.
La puesta en escena es
uno de sus puntales más sólidos, con el susodicho expresionismo alemán
desbordando la pantalla, con unos góticos decorados de edificios desfigurados,
geometrías enmarañadas, paredes curvas, con callejuelas empedradas, estrechas y
laberínticas , techos de habitaciones altos, edificios acabados puntiagudos
hacia el cielo, profusión de arcos góticos, viviendas deformadas,
escaleras en espiral, puertas enormes, creados por Hans Poelzig y Kurt Richter, recrean con fastuosidad la Praga y su gueto
del SXVI en los estudios Tempelhof de Ufa en Berlín, todo esto realzado
por la extraordinaria sombría fotografía de Karl Freund (“El Último”,
“Metrópolis” o “Drácula”) con un Magno arranque con una escena rodada con luz
de velas, a esto se suman escenas filmadas con luz de antorchas, con
excepcional juego de contraluces, sombras que agrandan los personajes y las
cosas de modo cuasi-fantasmal, claroscuros, marcando a fuego el tono oscuro y
tenebroso del relato, emitiendo con estos elementos el estado de los retorcidos
personajes, genial el recurso para ahorrarse un travelling con el Rabino
acercándose a cámara para mostrar sus manos, turbador, contrasta según la luz los sitios, desde la
oscuridad verdosa de la cámara de la “creación” del Rabino, al lumínico palacio
del Emperador, haciendo que los fotogramas hablen del espíritu lúgubre de la
historia con poderoso pinzamiento en el espectador. Reseñables son sus
magníficos efectos visuales, sobresaliendo la aparición de Altorath y la
sobreimpresión de la historia del pueblo hebreo. Genial el diseño Icónico del
Golem, obra del escultor germano Rudolf Belling, con un maquillaje
inexpresivo, con unas botas copiadas por Frankenstein.
Spoiler:
Obra Maestra que hay que medir en su
contexto temporal, uno de las Cumbres del cine, quizás infravalorada, pero
digna de estar en el ramillete de los grandes films del cine mudo, prueba de
ello es lo mucho que ha influido en el Séptimo Arte. Fuerza y honor!!!
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