WHIPLASH.
Este film es una de las sorpresas
agradables con las que me topo ante la pantalla muy de vez en cuando, leyendo
la sinopsis me entran pocas ganas de verla, pero una vez le he dado la
oportunidad de empezar a verla te engancha y no te suelta en un fascinante
increscendo dramático, para cuando acaba te sientes reconfortado por la
formidable experiencia. Damien Chazelle en su segundo largometraje nos regala
una cuasi-autobiografía en la que nos embarca en un viaje donde chocan la
obsesión enfermiza por la perfección y los complejos y humillante métodos de
enseñanza.
La acción sucede en Nueva York, el
protagonista es Andrew Neiman (gran Milles Teller), un joven de 19 años que
vive con su padre Jim (buen Paul Reiser), un escritor fracasado, su madre los
abandonó, estudia perfeccionar la batería, tras un casting express es llamado
al prestigioso conservatorio Shaffer, según se dice la mejor escuela de música
en USA. Allí tiene como profesor al tiránico Terence Fletcher (apoteósico J.K.
Simmons), este utiliza métodos agresivos, tanto psicológicos como físicos, para
la enseñanza, insultos, menosprecios, humillaciones, guantazos, les tira
sillas, esto hace que o lo abandones o
te haga más fuerte. Andrew lo toma como un estimulo, obsesionándose
enfermizamente con la batería, esto influye decisivamente en la relación con su
novia Nicole (buena Melissa Benoislt). La presión que ejerce el profesor sobre Andrew
lo lleva a este al límite.
El director y guionista Damien Chazelle era un músico
en una banda de jazz con mucha competencia entre sus miembros, basándose el
relato en sus experiencias con su instructor en el grupo musical, eso sí,
exagerando un poco más su carácter. El guión estuvo en la “Black List” de 2012
sobre los mejores libretos no llevados al cine. Como no obtenía financiación
para el film, tuvo que reducir el guión de 85 a 15 páginas para hacer un
cortometraje de 18 minutos que protagonizaría Johnny Simmons en rol de del
batería y J.K. Simmons en papel de profesor (ambos sin relación familiar),
siendo este un tremendo éxito en el Festival de Cine de Sundance de 2013,
obteniendo la plata para la realización del largo, 3,3 millones $. Chazelle
había sido guionista ya de “El último exorcismo II” y “Grand Piano”, este es su
segundo largometraje tras Guy and Madeline on a Park Bend (2009), otro film con temática de fondo jazz,
también lo será de su próxima dirección, “La la land”.


El film se convierte en un épico tour de
forcé, en un apasiónate relato, un poderoso y pétreo drama psicológico, una
absorbente travesía hacia la frontera de la búsqueda de la genialidad, un lugar
donde todo lo accesorio estorba, donde el campo de esta batalla psicológica es
una banda de música y las armas una batuta y unos platillos, los contendientes
una aspirante a músico (el discípulo) y un profesor cruento (el maestro), en lo
que puede verse como un cruce perverso entre “La chaqueta metálica” y “Cisne negro”, uno de los contendientes será
poseído por un espíritu competidor obsesivo-depredador que le hará apartarse de
todo lo exterior que le influya, en el otro lado del ring está el maestro, otro
obseso de encontrar la perfección, para ello sus métodos no entienden de
amabilidad y generosidad, lleva a sus alumnos al límite, cree en la pedagogía
de la humillación, y aquel que soporte la presión estará preparado, un ejercicio cercano a la deshumanización para sacar la pureza, se explora con
mordacidad si el fin justifica unos medios abrasivos, ahonda en la trastienda
de los caminos hacia la genialidad, se
marca una línea difusa entre la obsesiva creación artística y la
cuasi-demencia, una especie de vía-crucis en la que se embarca el protagonista
donde para él lo importante es llegar a ser famoso, aunque para ello deba
cuasi-morir en el intento. Se radiografían
las ansias patológicas de superación, de cómo esta odisea existencial deriva en
sacrificios, se tocan las difíciles relaciones entre maestro y discípulo, en lo
que puede considerarse un fresco desolador sobre el reverso amargo de “El Sueño
Americano”, donde la competencia para llegar arriba es salvaje, solo unos pocos
entre muy pocos rozaran el éxito, un decadente reflejo de una sociedad marcada
a fuego por las ansias de triunfo. Es una escalofriante e intensa oda al amor a
la música, aunque esta pueda entenderse incluso como un McGuffin pues no se teoriza
sobre la música, no hay charlas sobre técnicas, apenas se escuchan temas
enteros, a excepción de su apoteósico final, se puede entender una excusa,
podría haber sido cualquier otro arte, lo importante es el choque psicológico entre
el aprendiz y el gurú. La cinta me gusta no juzgue, se limita a mostrar las
razones de unos y otros, humaniza al maestro con la Antológica frase de <Dos son la
palabras que más daño han hecho a la música, “buen trabajo”>, comprendemos su vil comportamiento, esto
puede provocar que el espectador crea que se glorifica la tiranía humillante y
las vejaciones, pero yo entiendo que lo que hacen es exponer una situación y
que la conclusión es plantar la semilla mental de si está bien asfixiar
anímicamente a un alumno para filtrar los buenos de los excelentes, o si esto
es reprochable, y es que el que quiera la excelencia debe estar dispuesto a
sufrir, si es demasiado o no la metodología Fletcher, cada cual tendrá su
opinión.
Cazelle dota de un tremendo ritmo la
historia, un desarrollo frenético en el que no hay remansos de paz, las
situaciones tensas se producen una tras otra, en una conjunción fantástica de thriller, humor y musical, en una evolución
dramática en la que se tocan temas como las ansias de perfeccionismo, las
obsesiones patológicas, la ambición desmedida, la envidia, la pasión por la
música, el orgullo, la soberbia, en un
film que conmueve y emociona. El director muestra gran pulso narrativo
exhibiendo momentos álgidos, magnífico en las escenas de ensayos, emitiendo un
increscendo de angustia y de cansancio abrasante, vemos el sudor, el hastío,
las lágrimas y la sangre, nos llega la tensión, el agotamiento y el
sufrimiento.
Se ha acusado al film de tergiversar una
anécdota con Charlie Parker que se utiliza como un mantra durante la narración
fílmica, pues se dice que el batería Jo Jones lanzó un platillo a la cabeza de
un adolescente Charlie, ello por perder el ritmo durante una actuación en 1930,
pues al parecer no es correcto, pues Jones lanzó el platillo al suelo, frente a
Parker. El título se refiere a un tema del fallecido Hank Levy, en castellano
la traducción sería “latigazos”, en lo que puede ser una alegoría sobre la
sensación que debe sufrir el protagonista, especie de flagelación que aguanta,
tanto mental como física. Asimismo es el tema que Neyman se sabe de memoria y
por esto (y por perder la partitura de Carl, quien se las llevó? Yo pensaba que
Fletcher, pero no se resiolvió) gana el puesto de primer batería.

Momentos para el recuerdo: El sugestivo
arranque con un redoble de batería increscente con la pantalla en negro y cuando
termina vemos un pasillo y al fondo un tipo frente a una batería, vuelve el
redoble y se produce un vertiginoso zoom para a cercarnos al batería, de pronto
deja de tocar, hay un contraplano del profesor Fletcher, se produce el primer encuentro
maestro-alumno que será la salsa del film; El feroz y express casting que hace
Fletcher cuando escoge a Andrew; La dulce petición de salir de Andrew a Nicole;
La cena familiar en que se producen unas disputas dialécticas entre un
arrogante y displicente Andrew y sus primos, este ante el ataque que hacen a
Charlie Parker dice <Preferiría morir a los 34 años de edad, borracho y
completamente arruinado, contando con un puñado de gente sentada en una mesa
piense en mí, que vivir hasta los 90, rico y sobrio, y sin nadie que se acuerde
de quién fui> y con el broche final maravilloso de que le dicen que si quiere
saber Andrew lo duro que es jugar que vaya a hacerlo con ellos, Andrew les
responde cínicamente que son unas palabras que nunca oirán de la NFL el padre
de Andrew le replica que él tampoco lo oirá del Lincoln center; El tenso tramo
en que Andrew pierde la carpeta de partituras del primer batería, y de este
modo el toma su relevo por saberse el tema Whiplash de memoria; La brutal
escena del trío de baterías teniendo que turnarse para que Fletcher encuentre
el tono de “Caravan”, un derroche de
vejaciones por parte del mentor; La dura charla entre Andrew y su novia en él
la deja con un soliloquio desgarrador en el que Andrew la deja destrozada; El
tramo catarquico del concurso en que se produce un clímax arrollador con la
baquetas y un accidente que desemboca en un momento de ira demente; La estupenda
charla entre el profesor y Andrew en la cafetería, donde Fletcher le desnuda su
filosofía resumida en <Dos son la palabras que más daño han hecho a la
música, “buen trabajo” (“good job”, en v.o.)>, con lo que el despótico tipo
queda muy humanizado; Y por supuesto su Magno tramo final (spoiler).
Jonathan Kimble (JK) Simmons realiza
una actuación Colosal, es un cruce entre los sargentos Hartman (“La chaqueta
metálica) y Highway (“El sargento de
hierro”), un eléctrico, carismático, arrollador, despótico, brutal, abusador,
tiránico, sátrapa, lenguaraz, motor-mouth, grosero, aterrador, homófobo, de una
dura personalidad que insulta, veja, abofetea, les lanza cosas, pero que deja entrever
grietas por las que se percibe humanidad, una interpretación que sentará
cátedra, con un lenguaje gestual magnético, el modo en que mueve las manos para
mandar parar y seguir la música, su atronadora voz, un actor que ha tocado la
cumbre con este rol, Chazelle le dijo <No quiero ver a un ser humano en la
pantalla. Quiero ver a un monstruo, una gárgola, un animal> y a fe que
cumple. Miles Teller encandila con su portentosa encarnación de la obsesión,
mostrando una brillante evolución de la inocencia inicial pasando gradualmente
a un estado de efervescencia que termina por hacerle explotar, por el camino
asistimos a su cerrazón, ímpetu, su agotamiento mental, su padecimiento, su
coraje, su fortaleza ante la presión vejatoria del profesor, y su demente caída
al vacío tras los múltiples sacrificios que conlleva su anhelo de la excelencia
musical, con un manejo soberbio de las baquetas, y con JK tiene una química sensacional, de las
que hipnotizan, con duelos espectaculares que te moverán a emocionarte y conmocionarte
por la autenticidad que transmiten, una pareja que desborda la pantalla en su
enfrentamiento descarnado, SUBLIME.
La puesta en escena resulta encomiable, con un sobrio
diseño de producción de Melanie Jones, con ambientes cerrados para emitir claustrofobia,
apenas exteriores, con una sobresaliente fotografía de Sharone Meir (“Coach
Carter”), con embriagador patinado macilento amarillento, jugando con las luces
y los claroscuros, con enardecedores primeros planos, haciendo de una orquesta
una montaña rusa para la cámara, con planos cenitales, picados, contrapicados,
zooms, travellings, desenfoques, fundidos, un prodigio para emitir sensaciones,
a lo que ayuda el trepidante montaje de Tom Cross (“Crazy Heart”), un alarde de
marcara a fuego el ritmo emocional del film, haciendo de los momentos en que se
toca música un compendio magistral de emisión sensorial que te sacude, no
extraña este nominado al Oscar, consiguiendo una fusión entre imágenes y música
de pura antología, mezclando los golpes de baqueta, los rostros, los platillos,
el maestro con sus ordenes de manos, el sudor, Brillante. Y por supuesto está
la música, una auténtico Disneyland para los amantes del jazz, con temas de Justin Hurwitz Chester French Tim Simonec Buddy Rich y por supuesto de Hank levy con “Whiplash”
y de Juan Tizol y Duke Ellington con el explosivo tema final “Caravan”.
Spoiler:



El tramo final es uno de esos
finales que recordaras por siempre, una arrolladora lección de vibrante de
edición, ingenio, ritmo, con golpes sorpresa, giros de impetuosos, una alarde
exquisito de energía y adrenalina que te sacudirán, de una intensidad electrizante.
Fletcher (tras ser despedido de la academia Shaffer) ha invitado a tocar a
Andrew (que había guardado la batería y abandonado la música por problemas
psíquicos) en su banda en un Festival de jazz en el Carneggie Hall de Nueva
York, Neyman acepta ilusionado, llama a su ex para vaya a verlo con la ilusión
de reanudar la relación, ella responde que a su novio no le atrae el jazz
(menudo chasco, la penitencia por su obsesión enfermiza), hay un primer plano
de su rostro compungido, en el día del Festival vemos a Andrew mirar con placer
el Carneggie Hall, dentro está con el grupo musical mientras Fletcher les da
una charla sobre lo exigente del jurado, si lo hacen mal allí nada podrá
salvarles. Ya en el escenario se sienta a la batería, las manos le sudadn, está
nervioso, Fletcher se le acerca y le dice <Te crees que soy estúpido? Sé que
fuiste tú quien habló>, deja helado a Andrew, Fletcher habla al público y
dice el tema que van a tocar Upswinging, Andrew mira su partitura y es de Whiplash,
se queda de piedra, la banda empieza a tocar y Andrew toca sin pies ni cabeza
los platillos, está desorientado, paran de tocar y Fletcher se le acerca y le
dice <Si, supongo que no tienes talento> y abandona la batería hundido,
Andrew decaído se aleja en la trastienda, su padre le espera para irse, le
abraza y le dice que se van a casa, pero Andrew de pronto se da la vuelta y se
dirige de nuevo al escenario, coge las baquetas y se
sienta a la batería, Fletcher le mira sorprendido, de pronto comienza a tocar,
los músicos le observan extrañados, Andrew dice que le acompañen con el tema
“Caravan”, Fltcher sin entusiasmo vuelve a dirigir la orquesta, se produce un
electrizante travelling sobre la orquesta, a lo que sigue un montaje frenético,
con primeros planos, zooms, picados, contrapicados, tomas cenitales, más
travellings, Fletcher se le vuelve a acercar y le dice <Te voy a sacar los
ojos>, Andrew pasa de él, hay un uan
toma impresionante en que la cámara pasa en plano-secuencia de Fletcher
(dirigiendo) a Andrew, termina el tema y Andrew sigue tocando solo, hay un
bello fundido a negro mientras seguimos oyendo la batería, Fletcher se le
acerca y le dice que hace, Andrew sigue tocando como poseído, su sudor cae
contra la batería que rebota en los platillos, el padre observa asombrado, con
el frenesí un platillo se tuerce y Fletcher se lo coloca bien, a empatizado con
él, y este empieza a guiarlo mostrándole el ritmo adecuado con sus manos, baja
a un tenue redoble, Fletcher le pide suba el tono poco a poco y se mantenga en
un frenético redoble, vemos que el sudor de la batería es ahora sangre, y
Fletcher para, hay un intercambio de primeros planos de los ojos de el maestro
y alumno, Fletcher le sonríe en señal de aprobación, Andrew le devuelve la
sonrisa, y con un gesto pide vuelva el redoble al que acompaña la orquesta, y
termina en un bello fundido a negro. Es
una alegoría del chascarrillo de Jo Jones con Charlie Parker que se cuenta en
el film, el primero tras un descompás le tiró un platillo a la cabeza a
Charlie, este lo tomó como un acicate y estímulo, y Fletcher hace lo mismo ante
la tortura psicológica ala que le somete
Fletcher, EXCELENTE.
En conjunto queda un más que
notable film de los que se te enroscará en el subconsciente, con una gran carga
de profundidad sobre los temas complejos que toca. Fuerza y honor!!!
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