domingo, 13 de abril de 2025

 


THOSE ABOUT TO DIE. (T1)

 

Muy entretenida serie histórica de tv (10 episodios) creada por Robert Rodat (“Salvar al soldado Ryan”) para el canal de estreaming Amazon Prime Video, dirigida por los germanos por Roland Emmerich (dirige los cinco primeros) y Marco Kreuzpaintner (dirige los cinco últimos), enmarcada en el Imperio de Roma en el S.I, durante la dinastía Flavia. La serie adapta el libro homónimo de Daniel P. Mannix. El título de la serie hace referencia al legendario (en realidad era nada común este saludo, pues pese a lo que se nos ha hecho creer, los combates a muerte entre gladiadores eran escasos) saludo de gladiadores latinos que se le hacía al Emperador en los juegos "Ave Caesar, morituri te salutant (Salve César, los que están a punto de morir te saludan)". Una superproducción que luce en muchas escenas de escenarios muy cuidados (filmándose en los míticos romanos Estudios Cinecittà, instalación italiana sede de las clásicas epopeyas peplum como “Ben-Hur” y “Cleopatra”), en los palacios, en las cuadras, en las callejuelas, en los bajos fondos (Suburra). Pro sobre todo en las escenas de acción en el Circo Máximo y en el Coliseo, donde las coreografías son estupendas, no faltando la casquería en modo de violencia explícita, con desmembramientos, sangre a borbotones, laceraciones, mutilaciones, degollamientos, enfrentamientos hombres contra animales salvajes, siendo el sumun el vitriólico tramo en que el Anfiteatro es inundado de agua para recrear una batalla en el Nilo, con cocodrilos y leones, toda una locura CGI alocadamente pulposa. Así como espectaculares las escenas de las carreras de cuadrigas, donde los efectos visuales CGI saben fundirse con sinergia con naturalidad a la acción, compitiendo en espectacularidad con la icónica de “Ben-Hur”.

 

Un entretenimiento de calidad, con varias subtramas que se van entrelazando con unas mejores que otras, pero todas con su miga. Se suman actuaciones estimulantes, destacando la presencia de Anthony Hopkins como el otoñal emperador Vespasiano, en realidad solo está el galés para dar lustre al cartel, pues apenas está unos minutos en pantalla durante el primer episodio. Una serie con claro aroma pulp, con muchas peleas, carreras y aderezado con secuencias de sexo. Donde se muestra un crisol vibrante de roles del tiempo, desde la aristocracia, los trepas, apostadores, esclavos, gladiadores, divos pilotos de cuadrigas, patricios, sacerdotes, todo en una miscelánea sustanciosa.

 

La serie mezcla intrigas políticas sobre celos en la sucesión (efluvios al shakesperiano “Rey Lear”), un relato de venganza, competiciones de bólidos a caballo (con sus propias escuderías), un relato de madre coraje, romance, aderezado por mostrar el costumbrismo duro en la capital el Imperio, el hambre, las miserias, las injusticias, el despotismo, lo que son los abusos del poder. Es una serie que me ha sido muy amena y adictiva, con una fenomenal ambientación.

 

Al comienzo de la serie, Vespasiano (Anthony Hopkins) es emperador. Es el décimo año de Vespasiano como emperador y ha decidido construir un nuevo anfiteatro Flavio, ahora llamado Coliseo, para juegos que satisfagan y posiblemente distraigan a su pueblo de los problemas políticos. En lugar del enorme Circo Máximo (que tiene capacidad para 300.000 personas), este recinto más pequeño (solo para 65.000, en realidad diminuto) permitirá que la multitud esté más cerca de la acción. Y en una medida revolucionaria, en lugar de que sea propiedad de los ricos accionistas, ha declarado que se lo regalará al pueblo de Roma. Por supuesto, esto irrita bastante a la élite, que rigen las carreras de cuadrigas con sus cuatro facciones (rojo, azul, verde y blanco), siendo protagonista en este sentido el matrimonio de Antonia (Gabriella Pession) y Marsus (Rupert Penry-Jones), como los sibilinos dueños de la facción azul, que utilizan esto como palanca a sus intereses políticos.

 

El negocio del deporte era tan enorme en el Imperio Romano que un tercio de todo el dinero se gastaba en él. Vespasiano sabe que no durará mucho más y tiene dificultades para decidir a cuál de sus hijos nombrar como su sucesor: Tito (Tom Hughes), el soldado, noble pero políticamente poco sofisticado; o Domiciano (Jojo Macari), el político, que es astuto pero malvado. Con esta sub trama por el cetro imperial se establece un particular Juego de Tronos; Vespasiano está construyendo un anfiteatro gigante cuyos espectáculos violentos mantendrán al pueblo de Roma de su lado y cuya estructura empresarial minimizará la influencia del Senado. Más abajo en la escala social se encuentra Tenax (Iwan Rheon), un ambicioso hombre de negocios que salió de la pobreza para convertirse en el propietario de la taberna de apuestas más rentable de Roma. Su amigo Escorpio (Dimitri Leonidas), el mejor auriga de la ciudad, lo ayuda a amañar carreras. Tenax y Escorpio, con la ayuda de Domiciano, buscan cambiar la tradición y agregar una quinta facción de carros en el Circo Máximo, donde anteriormente siempre había habido cuatro. Y en la base de la pirámide social están Cala (Sara Martins-Court), Kwame (Moe Hashim), Aura (Kyshan Wilson) y Jula (Alicia Ann Edogamhe), una familia del norte de África. Cuando el hijo y las hijas de Cala son llevados a Roma como esclavos, donde las niñas son vendidas a personas poderosas y el cazador de leones Kwame se ve obligado a luchar como gladiador, ella los sigue con la intención de liberarlos. Para ello, hace un fatídico trato con Tenax. Kwame forja un vínculo conmovedor con un guerrero llamado Viggo (Jóhannes Haukur Jóhannesson). Hay un trío de comerciantes de caballos de España (Pepe Barroso, Eneko Sagardoy y Goncalo Almeida) compiten por ingresar al negocio de las carreras.

 

Aun siendo un reparto coral, en el epicentro está Tenax encarnado por Iwan Rheon (el eterno Ramsay Bolton de“Game of Thrones”), advenedizo que ansía escalar en la sociedad aliado con Domiciano, ello mientras las heridas del pasado le persiguen. Es una especie de antihéroe que intenta mover los hilos de los bajos fondos en su beneficio, dirige las carreras en el Circo Máximo, y anhela crear una quinta facción como ariete para medrar en la escala social, esto le granjeará problemas con las otras facciones. El actor sabe llevar el peso de la trama con vigor, con aire de líder, dejando entrever sus grietas de fragilidad; Otro gran pilar de la serie es Jojo Macari como Domiciano, un viscoso manipulador, conspirador, medroso, lo que se llama un político. Un hedonista gay que disfruta de los placeres de la vida mientras articula a unos y otros para poder asaltar el trono imperial, un intrigante al que el actor confiere sutilidad y gran expresividad amanerada, notable; Sara Martins como la madre coraje Cala dota de gran carácter a su indómito rol, arrolladora como domina la cámara; Dimitri Leonidas como el divo Scorpus es brillante, exhibiendo a un personaje adelantado a su tiempo, una estrella de rock o del futbol de su momento, destila aura en su figura arrogante; Tom Hughes como el militar Titus hijo de Vespasiano, da una estimable actuación, cargada de majestuosidad y serenidad, marca sus dotes de liderazgo desde la mesura y contención, con rostro pétreo sabe dejar traslucir las dudas  y dilemas, bueno; Aunque el que llena el cartel para solo uno de los diez capítulos es el totémico Anthony Hopkins, que con 86 envidiables años deja lustre en su Imperator Vespasiano, el haz de luz que desprende en cada una de sus escasas apariciones deja el destello para toda la serie, cual estrella que explota y su luz continua años después de esta desaparecer, impregnando la serie con sus sabios monólogos: ‘Pronto cruzaré al reino de las tinieblas, pero nada es más importante que proteger a nuestra amada Roma’. Sensacional.

 

La puesta en escena me ha resultado notable en como nos introduce en esta Roma Imperial desde la formidable miscelánea entre e diseño de producción de Johannes Muecke (“El problema de los tres cuerpos”) y Laura Pozzaglio (“Devils”), la cinematografía de Vittorio Omodei Zorini (“ZeroZeroZero”) y Daniel Gottschalk (“El precio de la inocencia”), los f/x coordinados en su primer crédito en esta labor por Sergio Molinari y por Laura La Fauci (“Berlinguer”), creando en sus tomas aéreas como en las a pie de tierra sensación inmersiva, como en las impresionantes secuencias del Circo o el Anfiteatro, brillante trabajo, notándose la mucha plata invertida; Esto atomizado en las escenas de acción creadas por el coordinador de coreografías de peleas Paolo Antonini (“Vengadores: La era de Ultrón”), ello vigorizado por la estupenda edición de Ryan Stevens Harris (“Midway”); Todo esto adornado por la vibrante música de Andrea Farri (“Yo, Capitán”), que eleva las sensaciones, combinado el intimismo con la fanfarria épica; aumenta para reflejar los riesgos mortales de cada combate; A reseñar los fantásticos créditos iniciales que nos ponen en contexto de lo que va a ser la serie, una roma inundada por la sangre, esta intro creada por Lorenzo Busi (“La plataforma”), que me recuerda y mucho a los de la infravalorada “Black Sails”.

 

‘Entre otros errores de la serie, hay una vista aérea de la zona del Anfiteatro en la que se ve el Arco de Constantino en el Siglo I, en realidad un monumento del siglo IV. Gazapo es debido a que los que modelaron las vistas CGI de Roma usaron como base documental la maqueta de la Roma del siglo IV que se exhibe en el Museo de la Civilización Romana en la capital italiana y que también fuese empleada por Ridley Scott en "Gladiator".’

 

También es goof que veamos que cobren entrada para entrar en el Anfiteatro, cuando de todos es sabido que la entrada al recinto eran gratis.

 

‘Suetonio nunca puso en boca de los gladiadores esa frase, sino que asegura que se pronunció en el curso de un espectáculo acontecido en el 52 d. C. en el lago Fucino por criminales destinados a morir en combate en simulaciones de encuentros navales ante la presencia del emperador romano Claudio. No hay constancia documental alguna de que los gladiadores romanos dijesen nada parecido, entre otras cosas porque los combates de gladiadores no estaban pensados para ser siempre duelos a muerte, sino una suerte de espectáculo "wrestling" o de lucha donde se valoraba era el aplomo, la habilidad y el coraje de los combatientes, porque formar y mantener un gladiador salía carísimo y no era cuestión de que te lo matasen a las primeras de cambio, a no ser que fuera un inepto. Había muerte y sangre, sí, pero no siempre había muerte.’

 

No es una obra maestra, pero tampoco la veo como para las críticas flojas que le dan. Para mi es un espectáculo muy ameno y disfrutable. Gloria Ucrania!!!

 

PD. ‘En realidad Domiciano no fue mal gobernante, supo administrar con tino el Imperio, que vivió un periodo de paz externa, prosperidad económica y muchas obras públicas. De hecho, fue quién sentó las bases del período esplendoroso que vivió Roma a finales del siglo I y primera mitad del II.’

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