ÚNICO TESTIGO.
Buen y sugestivo drama
romántico, con el MacGuffin del thriller como gancho, y es que la tensión violenta
solo está presente en su tramo inicial y en el final, aquí lo mollar es la
historia de amor entre la pareja protagonista separados, cual Romeo y Julieta,
por una grieta insalvable, en este caso la cultural-religiosa, y es que este es
uno de los mantras del realizador aussie Peter Weir, el choque de culturas,
como ya mostró en sus cintas australianas “The Last Wave” (1977) y “The Year of
Living Dangerously” (1982), colisionando nuestro modo de vida occidental con el
cerrado costumbrismo de la ‘civilización’ de los Amish, comunidad hermética que
vive anclada en el pasado de modo fundamentalista. Protagonizada por Harrison
Ford y Kelly McGillis, la trama se centra en un detective de policía protege a
una mujer amish y a su hijo (Lukas Haas), quien se convierte en un objetivo
después de presenciar un brutal asesinato en una estación de tren de Filadelfia.
‘Los amish y menonitas
se asemejan, en sus asentamientos americanos, a comunidades anacrónicas por las
que apenas parecen haber pasado los siglos. Fieles seguidores de preceptos de
la Biblia y con la sencillez por bandera, rechazan casi totalmente los
adelantos modernos y se aferran a su estilo de vida tradicional, pacífico y
comunitario. Siguen fielmente la máxima que predica que hace falta muy poco
para ser feliz. Acostumbrarse a lo básico y esencial, y renunciar al resto.
Porque todo lo demás es vanidad, arrogancia, egoísmo, polvo y humo. Los amish
resisten las tentaciones del exterior. No se aventuran por los terrenos del
hombre contemporáneo, y cuando no tienen más remedio, echan mano de sus largos
años de aprendizaje en la paciencia y el estoicismo. Podrían desarmar a
cualquiera con su digna humildad que no responde a las provocaciones y que mira
con piedad a los arrogantes que se creen superiores a ellos. Con la intención
de mantener la autosuficiencia viven de sus granjas. Los Amish valoran la vida
rural, el trabajo manual, la humildad y la Gelassenheit (sumisión a la voluntad
de Dios). Los amish generalmente se refieren a las personas no amish como
"inglesas", y las influencias externas a menudo se describen como
"mundanas". Los Amish
desconfían profundamente de los forasteros y se dedican obstinadamente a su
estilo de vida rural, con sus caballos y carruajes, sus graneros comunitarios,
sus lámparas de gas en lugar de electricidad, ganchos en lugar de botones.’ Tienen
asentamientos de comunidades por el norte de USA y el sur de Canadá. Este fue
el film que dio a conocer mundialmente su modo de vida cuasi-atávico.
Película que he visto
por ser la efeméride del 40 aniversario de su estreno (07/02/1985). Peter Weir debutaba en USA como director y lo hizo
en un proyecto que no tenía nada suyo. Le llamaron tres semanas antes de
empezar el rodaje y se cuenta que intentó cambiar parte del guión sobre todo la
historia de amor llena de estereotipos que ocupaba mucho tiempo de metraje y
que entorpecía el thriller que era lo que a Weir más le interesaba. Los
guionistas se quejaron al productor y a la Paramount para que Weir claudicase, y
este terminó cediendo. Cuando salieron a recoger el Oscar los guionistas
agradecieron con sus palabras a la inmensa mayoría del equipo menos a Peter
Weir.
El film acaba siendo una
mirada humanista exterior a una cultura complicada de entender para un ‘occidental’,
que no entendemos el porque de esa cerrazón de no querer disfrutar de los
avances del progreso y haberse quedado estancados a voluntad propia en la
pre-Revolución Industrial. Frente a ello el argumento contrarresta con los
vicios inherentes a la sociedad ‘occidental’, su corrupción moral, su codicia,
su violencia, su cainismo. En medio una dulce historia de amor entre dos mundos
que se rozan delicadamente, una relación gradual mostrada desde conflicto
inicial, para ir pasando a miradas, silencios, la curiosidad del uno por el
otro, el humor (ella contándole como la hermana del prota lo ha deconstruido,
la vestimenta Amish de John Book, las balas harinadas,…), el baile del granero,
como ella lo ve como un Amish más mientras construyen el granero, ese baño
nocturno de ella con la puerta entornada que acaba con la tensión sexual entre
ambos.
En la primera parte Weir
tiene la habilidad de trenzar de modo notable a estos dos mundos. Por un lado,
tenemos un asentamiento Amish en Pensilvania, donde el tiempo parece haberse
detenido, no sabemos en qué Siglo estamos. Un hombre Amish muere. Su viuda (Rachel a la que da vida McGillis) y
su hijo pequeño (Samuel al que da vida Haas) van al pueblo, y nos enteramos que
estamos en el presente. Van en un viaje en tren. En la estación de trenes de
Filadelfia, el niño deambula curioso por el lugar, para él es nuevo todo lo que
ve. Entra en unos servicios, y allí se da de bruces con lo peor de este
decadente mundo ‘occidental’, la violencia, es testigo de un brutal asesinato
por degüello. Tras lo que sigue un tramo espléndido de tensión, cuando uno de
los criminales oye un ruido y sospecha hay alguien en los retretes y comienza a
abrir la puerta una tras apuntando con su arma, el niño subido al retrete
intenta no ser visto, pero se da cuenta va a ser descubierto y decide jugársela,
primero cierra el pestillo, y mientras el malo da patadas para romperla el
chaval huye al retrete de al lado por debajo, dejando una imagen que seguro no
es casual, cuando se deja el sombrero (todos los Amish llevan sombrero, y las
mujeres tocado) atrás y vuelve a recogerlo, esto seguro es un guiño al popular
personaje encarnado por Harrison Ford, el arqueólogo Indiana Jones que tiene gestos
parecidos en sus dos primeras entregas ya estrenadas. Tras ello entra en acción
el protagonista Harrison Ford, como John Book que es detective policial, y con
ello continua la colisión entre mundos opuestos (ese tipo que sacan a rastras
de un bar para restregarlo pro el
cristal del coche para que el chico lo identifique). Pero sobre todo hay una
ingeniosa e intensa secuencia del niño vagando por la comisaria mientras John
habla por teléfono, vaga curioso por el bullicio, una maleante esposado se ríe
de él, observa una vitrina de reconocimientos, hasta que en una foto observa al
asesino de la estación, no dice nada, solo señala con su dedito, John lo mira
impactado y se da cuenta que al fina ha dado con el criminal, estupendo tramo.
Luego la cinta cae en algún que otro cliché sobre polis corrompidos. Donde me
asombra la forma tan idiota en que el villano encarnado por Danny Glover intenta
matar a John Book. Tras esto entramos en como John al intentar salvar a la
madre e hijo llevándolos a su granja, pero él debe quedarse tras caer desmayado
por una herida de bala. Y esta parte central es la que hace especial el film,
con la enternecedora relación entre ella y él, John y Rachel. Ello con la
mirada inquisidora del suegro de ella, Eli Lapp (notable Jan Rubes), que vive
con la madre e hijo, y que es el guardián de las costumbres Amish. Se nota no
ve con buenos ojos la situación.
El (imposible) amor va
germinando entre ambos, seducidos por el otro, ello atomizado por la excelente química
entre McGillis y Ford, generando altas cotas de tensión sexual a punto de
estallar. Ford probablemente nunca ha estado mejor y con más capas de matices
en una actuación, de hecho, esta ha sido su única nominación al Oscar que ha
tenido (lo ganó William Hurt por “El beso de la mujer araña”), demuestra sutil
expresividad, un manejo gestual y de mirada muy bueno; McGillis borda su rol de
madre viuda Amish, deja traslucir su pasión sexual reprimida, emite una dulzura
seductora, imposible no enamorarse de ella.
Hay escenas que quedan
en la retina: La del baile improvisado al son de “What a wonderfud world” de
Sam Cooke, danzado en el granero entre Rachel y John, donde la tensión sexual
se puede cortar, el beso entre ambos está a flor de piel; Los trazos de humor
desengrasante, como cuando Eli Lapp quiere que John aprenda a ordeñar vacas, y ante
su inoperancia en la labor, le espeta si es que nunca ha tocado ubres tan
gordas, y John le responde que de animal no, ante lo que Lapp capta la broma
y ríe, dejando que los Amish también tienen sentido del humor; La Icónica
secuencia de la construcción del granero, con esa hermosa música de Maurice
Jarre ‘Building the barn’ (que escucho mientras escribo), adornando esta viñeta
cuasi-documental costumbrista de una beldad poética fascinante, como se mezcla el
duro trabajo épico de los hombres (como elevan el frontal, como son un enjambre
bien organizado salpicado por toda la estructura haciendo agujeros para pasadores,
clavando púas, engarzando piezas, etc…), mientras las mujeres preparan tentempiés
de limonadas, el almuerzo, o tejen sábanas para los recién casados. Ello
mientras tenemos las miradas cómplices entre Rachel y John. Aquí Harrison Ford aprovecha
que antes que actor era carpintero para recordar viejos tiempos; Está la mítica
escena, tan parodiada, en la que unos jóvenes turistas borrachuzos se meten con
los mansos Amish en el pueblo, rebañan el helado en el rostro de alguno, pero
John no es Amish y no aguanta la humillación, y se convierte en el espectador,
haciendo lo que todos en su lugar hubiéramos hecho; Está el baño de ella en el
barreño con John tenso en el exterior, entra y la puerta del baño está
entornada y mira morboso a Rachel esta se percata y lo mira, y … (no quiero
spoilear); Está el clímax con el enfrentamiento muy del western entre tres
villanos y John Book, una especie de “Solo ante el peligro”, con un final épico;
Y está el cortante epílogo, nada acomodaticio, valiente y con ello de caldo
emocional.
Entre los secundarios
destacar a un buen Lukas Haas como el niño testigo, demuestra carácter a la par
que inocencia; El cantante de ópera checo Jan Rubes brilla como el rígido patriarca
Lapp, impregna de fuerte carisma su complicado papel, sin caer en la caricatura
simplista, nota como el a mor ‘prohibido’ surge entre su nuera y el ‘inglés’. Muy
bueno; También reseñable la actuación del debutante en cine Alexander Godunov, bailarín
de ballet soviético que desertó en 1979, en un rol de pretendiente Amish de
Rachel, aporta mesura, y sobre todo sabe del ‘peligro’ para sus intenciones de
John, y lo trata con una mezcla de cordialidad y resquemor, notable presencia.
Tiene una estupenda
puesta en escena para sumergirnos sobre todo en el sub mundo Amish. Gracias al
estimable trabajo en el nominado al Oscar (perdió ante el de “Memorias de
África”) diseño de producción de Stan Jolley (“Superagente 86”), filmándose en
la granja Paul Krantz (no era Amish) en
Lancaster County (Pensilvania-USA), recreando el modo de vida de estos
lugareños, con sus carros, vestimenta, trabajos; Esto enaltecido por la (también)
nominada al Oscar (también perdió ante la de “Memorias de África”) cinematografía
de John Seale (Mad max: Fury on the road”), que se inspiró en maestros de la pintura
holandeses del siglo XVII. Weir llamó la atención sobre las pinturas de
Johannes Vermeer, que se utilizaron como inspiración para la iluminación y la
composición de la película, especialmente en las escenas en las que John Book
se recupera de una herida de bala en la casa de Rachel. También preciosa en las
panorámicas de los prados, en las pictóricas tomas de la granja, o en las
intimistas secuencias de interiores alumbradas con lámparas de gas.
Spoiler:
Una noche, cuando John
Book ve a Rachel dándose un baño de esponja, ella no oculta su desnudez, él la
mira asombrado, ella se gira hacia él para mostrarle sus hermosos y orgullosos
pechos sin miedo ni vergüenza. Hay unos segundos de tensión y él termina por
darse la vuelta y marcharse, dejándola a ella frustrada. A la mañana siguiente
él se le acerca cuando ella está en el gallinero y le dice que si hubieran hecho
el amor ella tendría que haber dejado a su gente o él debería haber dejado la
suya, ella no dice nada y él se aleja. Esto entronca (tras el impasse de la
visita al pueblo con el ‘truculento’ encuentro con turistas) a cuando Rachel observa
por la ventana como su suegro y John colocan la pajarera ya arreglada tras el
accidente (señal de que John se marcha). Ella manda a dormir a su hijo. John se
queda solo en el prado con cielos poéticamente nublados al anochecer. Ella se
quita la cofia delicadamente (señal de que va abandonar a los Amish?), y sale
afuera y se lanza a los brazos de John, y se besan apasionadamente en el campo.
Pero Wewir nos deja con la duda de si han ido a mayores (ha consumar el sexo) o
se ha quedado la cosa ahí. Pues de eso pasamos a la llegada por la mañana de los
tres ‘pistoleros’.
Rush final: Los tres
malos, Schaeffer (Josef Sommer), McFee (Danny Glover) y otro policía corrupto,
el sargento Leon "Fergie" Ferguson (Angus MacInnes), llegan a la
granja de los Lapp. Toman a Rachel y Eli como rehenes. Eli logra alertar a Book.
Book le dice a Samuel que se esconda en la granja de Hochleitner. Book engaña a
Fergie para que entre en el silo de maíz y lo asfixia bajo toneladas de maíz,
en probablemente la escena de acción más famosa del film por lo espectacularmente
truculenta de la muerte. Luego usa la escopeta de Fergie para matar a McFee.
Schaeffer sostiene a Rachel y Eli a punta de pistola, pero Samuel regresa en
secreto para tocar la campana de la granja de los lapones. Book se enfrenta a
Schaeffer, quien amenaza con matar a Rachel, pero la campana ha alertado y
convocado a todos los vecinos. Vemos a Amish de otras granjas llegar en decenas
a ayudar a los Lapp, en una señal de solidaridad maravillosa. Con tantos
testigos presentes, Schaeffer se entrega y luego es arrestado. Ahora que Rachel
y Samuel ya no corren peligro, Book parte hacia Filadelfia para despedirse.
Antes de partir, Eli le desea lo mejor a John diciéndole: "Ten cuidado ahí
fuera, entre esos ingleses". El amor imposible es imposible, el arrebato
de pasión no puede superar las barreras de sus culturas entre Rachel y John.
Se le podría achacar que
tiene el fallo de no entenderse porque John Book no acude a Asuntos Internos
cuando descubre la corrupción policial, decide liarse la manta a la cabeza y huir
hacia ningún lado. Si hubiera denunciado esto a instancias superiores
seguramente el amigo Carter (Brent Jennings) se habría salvado. Pero tampoco
habría habido tramo en el universo Amish.
Los amish locales
estaban dispuestos a trabajar en la producción como carpinteros y
electricistas, pero se negaron a aparecer en la película, por lo que muchos de
los extras eran en realidad menonitas. La escena de la construcción del granero
era solo un párrafo corto en el guion, pero Weir pensó que era importante
resaltar ese aspecto de la vida de la comunidad Amish. Filmaron la escena en un
día y, de hecho, construyeron un granero, aunque con la ayuda de grúas fuera de
cámara; Para filmar la escena en el silo de maíz, se dejó caer maíz sobre el
actor, mientras que un regulador de buceo con un tanque de aire comprimido se
escondió en el piso para que el actor pudiera respirar.
Sugestivo drama
romántico con ribetes de acción-thriller. Gloria Ucrania!!!
PD. La película se
convirtió en un éxito inesperado, recaudando más de 116 millones de dólares en
todo el mundo. En los Premios Óscar, obtuvo ocho nominaciones, incluyendo Mejor
Película y Mejor Actor para Ford, ganando Mejor Guion Original y Mejor Montaje.
PD2. Aparece brevemente
el actor Viggo Mortensen en su primer papel en cine, no dice palabra. Weir
pensó que tenía el rostro adecuado para el papel de un hombre Amish.
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