viernes, 28 de febrero de 2025

 


ÚNICO TESTIGO.

 

Buen y sugestivo drama romántico, con el MacGuffin del thriller como gancho, y es que la tensión violenta solo está presente en su tramo inicial y en el final, aquí lo mollar es la historia de amor entre la pareja protagonista separados, cual Romeo y Julieta, por una grieta insalvable, en este caso la cultural-religiosa, y es que este es uno de los mantras del realizador aussie Peter Weir, el choque de culturas, como ya mostró en sus cintas australianas “The Last Wave” (1977) y “The Year of Living Dangerously” (1982), colisionando nuestro modo de vida occidental con el cerrado costumbrismo de la ‘civilización’ de los Amish, comunidad hermética que vive anclada en el pasado de modo fundamentalista. Protagonizada por Harrison Ford y Kelly McGillis, la trama se centra en un detective de policía protege a una mujer amish y a su hijo (Lukas Haas), quien se convierte en un objetivo después de presenciar un brutal asesinato en una estación de tren de Filadelfia.

 

‘Los amish y menonitas se asemejan, en sus asentamientos americanos, a comunidades anacrónicas por las que apenas parecen haber pasado los siglos. Fieles seguidores de preceptos de la Biblia y con la sencillez por bandera, rechazan casi totalmente los adelantos modernos y se aferran a su estilo de vida tradicional, pacífico y comunitario. Siguen fielmente la máxima que predica que hace falta muy poco para ser feliz. Acostumbrarse a lo básico y esencial, y renunciar al resto. Porque todo lo demás es vanidad, arrogancia, egoísmo, polvo y humo. Los amish resisten las tentaciones del exterior. No se aventuran por los terrenos del hombre contemporáneo, y cuando no tienen más remedio, echan mano de sus largos años de aprendizaje en la paciencia y el estoicismo. Podrían desarmar a cualquiera con su digna humildad que no responde a las provocaciones y que mira con piedad a los arrogantes que se creen superiores a ellos. Con la intención de mantener la autosuficiencia viven de sus granjas. Los Amish valoran la vida rural, el trabajo manual, la humildad y la Gelassenheit (sumisión a la voluntad de Dios). Los amish generalmente se refieren a las personas no amish como "inglesas", y las influencias externas a menudo se describen como "mundanas". Los Amish desconfían profundamente de los forasteros y se dedican obstinadamente a su estilo de vida rural, con sus caballos y carruajes, sus graneros comunitarios, sus lámparas de gas en lugar de electricidad, ganchos en lugar de botones.’ Tienen asentamientos de comunidades por el norte de USA y el sur de Canadá. Este fue el film que dio a conocer mundialmente su modo de vida cuasi-atávico.

 

Película que he visto por ser la efeméride del 40 aniversario de su estreno (07/02/1985). Peter Weir debutaba en USA como director y lo hizo en un proyecto que no tenía nada suyo. Le llamaron tres semanas antes de empezar el rodaje y se cuenta que intentó cambiar parte del guión sobre todo la historia de amor llena de estereotipos que ocupaba mucho tiempo de metraje y que entorpecía el thriller que era lo que a Weir más le interesaba. Los guionistas se quejaron al productor y a la Paramount para que Weir claudicase, y este terminó cediendo. Cuando salieron a recoger el Oscar los guionistas agradecieron con sus palabras a la inmensa mayoría del equipo menos a Peter Weir.

 

El film acaba siendo una mirada humanista exterior a una cultura complicada de entender para un ‘occidental’, que no entendemos el porque de esa cerrazón de no querer disfrutar de los avances del progreso y haberse quedado estancados a voluntad propia en la pre-Revolución Industrial. Frente a ello el argumento contrarresta con los vicios inherentes a la sociedad ‘occidental’, su corrupción moral, su codicia, su violencia, su cainismo. En medio una dulce historia de amor entre dos mundos que se rozan delicadamente, una relación gradual mostrada desde conflicto inicial, para ir pasando a miradas, silencios, la curiosidad del uno por el otro, el humor (ella contándole como la hermana del prota lo ha deconstruido, la vestimenta Amish de John Book, las balas harinadas,…), el baile del granero, como ella lo ve como un Amish más mientras construyen el granero, ese baño nocturno de ella con la puerta entornada que acaba con la tensión sexual entre ambos.  

 

En la primera parte Weir tiene la habilidad de trenzar de modo notable a estos dos mundos. Por un lado, tenemos un asentamiento Amish en Pensilvania, donde el tiempo parece haberse detenido, no sabemos en qué Siglo estamos. Un hombre Amish muere. Su viuda (Rachel a la que da vida McGillis) y su hijo pequeño (Samuel al que da vida Haas) van al pueblo, y nos enteramos que estamos en el presente. Van en un viaje en tren. En la estación de trenes de Filadelfia, el niño deambula curioso por el lugar, para él es nuevo todo lo que ve. Entra en unos servicios, y allí se da de bruces con lo peor de este decadente mundo ‘occidental’, la violencia, es testigo de un brutal asesinato por degüello. Tras lo que sigue un tramo espléndido de tensión, cuando uno de los criminales oye un ruido y sospecha hay alguien en los retretes y comienza a abrir la puerta una tras apuntando con su arma, el niño subido al retrete intenta no ser visto, pero se da cuenta va a ser descubierto y decide jugársela, primero cierra el pestillo, y mientras el malo da patadas para romperla el chaval huye al retrete de al lado por debajo, dejando una imagen que seguro no es casual, cuando se deja el sombrero (todos los Amish llevan sombrero, y las mujeres tocado) atrás y vuelve a recogerlo, esto seguro es un guiño al popular personaje encarnado por Harrison Ford, el arqueólogo Indiana Jones que tiene gestos parecidos en sus dos primeras entregas ya estrenadas. Tras ello entra en acción el protagonista Harrison Ford, como John Book que es detective policial, y con ello continua la colisión entre mundos opuestos (ese tipo que sacan a rastras de un  bar para restregarlo pro el cristal del coche para que el chico lo identifique). Pero sobre todo hay una ingeniosa e intensa secuencia del niño vagando por la comisaria mientras John habla por teléfono, vaga curioso por el bullicio, una maleante esposado se ríe de él, observa una vitrina de reconocimientos, hasta que en una foto observa al asesino de la estación, no dice nada, solo señala con su dedito, John lo mira impactado y se da cuenta que al fina ha dado con el criminal, estupendo tramo. Luego la cinta cae en algún que otro cliché sobre polis corrompidos. Donde me asombra la forma tan idiota en que el villano encarnado por Danny Glover intenta matar a John Book. Tras esto entramos en como John al intentar salvar a la madre e hijo llevándolos a su granja, pero él debe quedarse tras caer desmayado por una herida de bala. Y esta parte central es la que hace especial el film, con la enternecedora relación entre ella y él, John y Rachel. Ello con la mirada inquisidora del suegro de ella, Eli Lapp (notable Jan Rubes), que vive con la madre e hijo, y que es el guardián de las costumbres Amish. Se nota no ve con buenos ojos la situación.

 

El (imposible) amor va germinando entre ambos, seducidos por el otro, ello atomizado por la excelente química entre McGillis y Ford, generando altas cotas de tensión sexual a punto de estallar. Ford probablemente nunca ha estado mejor y con más capas de matices en una actuación, de hecho, esta ha sido su única nominación al Oscar que ha tenido (lo ganó William Hurt por “El beso de la mujer araña”), demuestra sutil expresividad, un manejo gestual y de mirada muy bueno; McGillis borda su rol de madre viuda Amish, deja traslucir su pasión sexual reprimida, emite una dulzura seductora, imposible no enamorarse de ella.

 

Hay escenas que quedan en la retina: La del baile improvisado al son de “What a wonderfud world” de Sam Cooke, danzado en el granero entre Rachel y John, donde la tensión sexual se puede cortar, el beso entre ambos está a flor de piel; Los trazos de humor desengrasante, como cuando Eli Lapp quiere que John aprenda a ordeñar vacas, y ante su inoperancia en la labor, le espeta si es que nunca ha tocado ubres tan gordas, y John le responde que de animal no, ante lo que Lapp capta la broma y ríe, dejando que los Amish también tienen sentido del humor; La Icónica secuencia de la construcción del granero, con esa hermosa música de Maurice Jarre ‘Building the barn’ (que escucho mientras escribo), adornando esta viñeta cuasi-documental costumbrista de una beldad poética fascinante, como se mezcla el duro trabajo épico de los hombres (como elevan el frontal, como son un enjambre bien organizado salpicado por toda la estructura haciendo agujeros para pasadores, clavando púas, engarzando piezas, etc…), mientras las mujeres preparan tentempiés de limonadas, el almuerzo, o tejen sábanas para los recién casados. Ello mientras tenemos las miradas cómplices entre Rachel y John. Aquí Harrison Ford aprovecha que antes que actor era carpintero para recordar viejos tiempos; Está la mítica escena, tan parodiada, en la que unos jóvenes turistas borrachuzos se meten con los mansos Amish en el pueblo, rebañan el helado en el rostro de alguno, pero John no es Amish y no aguanta la humillación, y se convierte en el espectador, haciendo lo que todos en su lugar hubiéramos hecho; Está el baño de ella en el barreño con John tenso en el exterior, entra y la puerta del baño está entornada y mira morboso a Rachel esta se percata y lo mira, y … (no quiero spoilear); Está el clímax con el enfrentamiento muy del western entre tres villanos y John Book, una especie de “Solo ante el peligro”, con un final épico; Y está el cortante epílogo, nada acomodaticio, valiente y con ello de caldo emocional.

 

Entre los secundarios destacar a un buen Lukas Haas como el niño testigo, demuestra carácter a la par que inocencia; El cantante de ópera checo Jan Rubes brilla como el rígido patriarca Lapp, impregna de fuerte carisma su complicado papel, sin caer en la caricatura simplista, nota como el a mor ‘prohibido’ surge entre su nuera y el ‘inglés’. Muy bueno; También reseñable la actuación del debutante en cine Alexander Godunov, bailarín de ballet soviético que desertó en 1979, en un rol de pretendiente Amish de Rachel, aporta mesura, y sobre todo sabe del ‘peligro’ para sus intenciones de John, y lo trata con una mezcla de cordialidad y resquemor, notable presencia.

 

Tiene una estupenda puesta en escena para sumergirnos sobre todo en el sub mundo Amish. Gracias al estimable trabajo en el nominado al Oscar (perdió ante el de “Memorias de África”) diseño de producción de Stan Jolley (“Superagente 86”), filmándose en la granja Paul Krantz (no era Amish) en Lancaster County (Pensilvania-USA), recreando el modo de vida de estos lugareños, con sus carros, vestimenta, trabajos; Esto enaltecido por la (también) nominada al Oscar (también perdió ante la de “Memorias de África”) cinematografía de John Seale (Mad max: Fury on the road”), que se inspiró en maestros de la pintura holandeses del siglo XVII. Weir llamó la atención sobre las pinturas de Johannes Vermeer, que se utilizaron como inspiración para la iluminación y la composición de la película, especialmente en las escenas en las que John Book se recupera de una herida de bala en la casa de Rachel. También preciosa en las panorámicas de los prados, en las pictóricas tomas de la granja, o en las intimistas secuencias de interiores alumbradas con lámparas de gas.

 

Spoiler:

Una noche, cuando John Book ve a Rachel dándose un baño de esponja, ella no oculta su desnudez, él la mira asombrado, ella se gira hacia él para mostrarle sus hermosos y orgullosos pechos sin miedo ni vergüenza. Hay unos segundos de tensión y él termina por darse la vuelta y marcharse, dejándola a ella frustrada. A la mañana siguiente él se le acerca cuando ella está en el gallinero y le dice que si hubieran hecho el amor ella tendría que haber dejado a su gente o él debería haber dejado la suya, ella no dice nada y él se aleja. Esto entronca (tras el impasse de la visita al pueblo con el ‘truculento’ encuentro con turistas) a cuando Rachel observa por la ventana como su suegro y John colocan la pajarera ya arreglada tras el accidente (señal de que John se marcha). Ella manda a dormir a su hijo. John se queda solo en el prado con cielos poéticamente nublados al anochecer. Ella se quita la cofia delicadamente (señal de que va abandonar a los Amish?), y sale afuera y se lanza a los brazos de John, y se besan apasionadamente en el campo. Pero Wewir nos deja con la duda de si han ido a mayores (ha consumar el sexo) o se ha quedado la cosa ahí. Pues de eso pasamos a la llegada por la mañana de los tres ‘pistoleros’.

 

Rush final: Los tres malos, Schaeffer (Josef Sommer), McFee (Danny Glover) y otro policía corrupto, el sargento Leon "Fergie" Ferguson (Angus MacInnes), llegan a la granja de los Lapp. Toman a Rachel y Eli como rehenes. Eli logra alertar a Book. Book le dice a Samuel que se esconda en la granja de Hochleitner. Book engaña a Fergie para que entre en el silo de maíz y lo asfixia bajo toneladas de maíz, en probablemente la escena de acción más famosa del film por lo espectacularmente truculenta de la muerte. Luego usa la escopeta de Fergie para matar a McFee. Schaeffer sostiene a Rachel y Eli a punta de pistola, pero Samuel regresa en secreto para tocar la campana de la granja de los lapones. Book se enfrenta a Schaeffer, quien amenaza con matar a Rachel, pero la campana ha alertado y convocado a todos los vecinos. Vemos a Amish de otras granjas llegar en decenas a ayudar a los Lapp, en una señal de solidaridad maravillosa. Con tantos testigos presentes, Schaeffer se entrega y luego es arrestado. Ahora que Rachel y Samuel ya no corren peligro, Book parte hacia Filadelfia para despedirse. Antes de partir, Eli le desea lo mejor a John diciéndole: "Ten cuidado ahí fuera, entre esos ingleses". El amor imposible es imposible, el arrebato de pasión no puede superar las barreras de sus culturas entre Rachel y John.

 

Se le podría achacar que tiene el fallo de no entenderse porque John Book no acude a Asuntos Internos cuando descubre la corrupción policial, decide liarse la manta a la cabeza y huir hacia ningún lado. Si hubiera denunciado esto a instancias superiores seguramente el amigo Carter (Brent Jennings) se habría salvado. Pero tampoco habría habido tramo en el universo Amish.

 

Los amish locales estaban dispuestos a trabajar en la producción como carpinteros y electricistas, pero se negaron a aparecer en la película, por lo que muchos de los extras eran en realidad menonitas. La escena de la construcción del granero era solo un párrafo corto en el guion, pero Weir pensó que era importante resaltar ese aspecto de la vida de la comunidad Amish. Filmaron la escena en un día y, de hecho, construyeron un granero, aunque con la ayuda de grúas fuera de cámara; Para filmar la escena en el silo de maíz, se dejó caer maíz sobre el actor, mientras que un regulador de buceo con un tanque de aire comprimido se escondió en el piso para que el actor pudiera respirar.

 

Sugestivo drama romántico con ribetes de acción-thriller. Gloria Ucrania!!!


PD. La película se convirtió en un éxito inesperado, recaudando más de 116 millones de dólares en todo el mundo. En los Premios Óscar, obtuvo ocho nominaciones, incluyendo Mejor Película y Mejor Actor para Ford, ganando Mejor Guion Original y Mejor Montaje.

PD2. Aparece brevemente el actor Viggo Mortensen en su primer papel en cine, no dice palabra. Weir pensó que tenía el rostro adecuado para el papel de un hombre Amish.

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