LA TERMINAL.
Fallida dramedia que
aspira a más de lo que da, sobre todo en el nivel que se le exige a Steven
Spielberg. Producida y dirigida por el llamado Rey Midas de Hollywood, que
adapta un guion de Sacha Gervasi (“Anvil. El sueño de una banda de rock” o “Mi
cena con Hervé”), basado en una historia propia y de Andrew Niccol (“El Show de
Truman” o “Gattaca”), trata sobre un hombre de Europa del Este que queda
atarpado en un limbo burocrático en la terminal del aeropuerto John F. Kennedy
de Nueva York cuando se le niega la entrada a USA y al mismo tiempo no puede
regresar a su país natal debido a un golpe militar.
Protagonizada por un
funcional Tom Hanks, con un rol cargante en su buenista rallando en lo pueril,
no se entiende no siga las indicaciones de Frank para salir de la Terminal, no
se entiende no diga se siente en peligro volviendo a su país para pedir asilo
temporal, es burlesca la situación, la mentalidad de niño que nos cuelan, para
después parecer un tipo despierto en como desenvuelve por la Terminal; una penosa Catherine Zeta-Jones como metido
con fórceps interés amoroso del prota; y el único que saca jugo a su papel
Stanley Tucci como el sibilino ‘villano’, lástima que sea en un rol de malo
porque sí. Precisamente este rol tiene mucho que ver con Andrew Niccol, del que
proviene la historia, pues su personaje es especie de deidad de la Terminal, él
lo controla todo, es amo y señor de su mundo, in vigilando de su Universo por
como espía con las cámaras, siendo un
cuasi clon del Cristo (Ed Harris) de su guion de “El Show de Truman”; También
destacaré por la simpatía que desprende a Kumar Pallana como friegasuelos que
disfruta viendo resbalar ay caer a los transeúntes (“Es la única diversión que tengo"),
así como jocoso en su sub trama de paranoico con Viktor.
Este Spielberg es uno
menor, jugando a ser Frank Capra (esto sobre todo evidente en su rush final) y
la cosa le queda regulera tirando a floja, donde lo que más sobresale es su
capacidad para sacar plata con la publicidad ‘encubierta’ remanente de todas
las marcas que aparecen en la terminal aeroportuaria como Burger King, Borders,
o novelas de Stephen King. De hecho para remarcar la cultura del consumismo más
absoluto (quizás como siil de lo que es USA) cuando dejan ‘recluido a Viktor en
la Terminal, ante la pregunta de qué hará allí le dicen: "Aquí sólo puede
hacer una cosa, señor Navorski: comprar". Exponiendo aquello de que las
grandes terminales de aeropuertos han tornado en Centros Comerciales.
Pero en lo mollar de la
historia la cinta es muy facilona y complaciente, donde el ingenio solo aparece
en escasas ocasiones, donde el humor son pequeños chispazos muy aislados, donde
la emoción dramática me ha resultado manufacturada a manipularte, y donde hay
dos romances en la trama a cuál más chusco y grimante. Su tema remanente de
especie de homenaje a la espera como algo bueno me ha resultado hediondo. Spielberg
parece sentirse muy a gusto consigo mismo siendo muy políticamente correcto al
crear un sub mundo en esta terminal con personajes multiétnicos, como un hindú,
un negro un hispano, me han faltado chinos y nativos cherokees, tipos d ellos
que el prota Viktor se hace amigo de modo rápido, creando con ellos una
camaradilla por imperativo del guion. Todos ellos encarnado a seres
estereotípicos, sin más definición que el buenismo absoluto, seres sin carácter
alguno, en un microuniverso sin matices, sin sutilidad. Donde son innumerables
las situaciones inverosímiles (por no decir ridículas).
El romance entre Hanks y
la Jones resulta chirriante (siendo benévolo), como es tan ridícula la relación
les meten de rondón una especie de fondo poético con los diálogos sobre la
relación Napoleón-Josefina. Este apósito de sub trama romántica llega a su
apoteosis de almíbar (también lo es la fuente que hace Viktor dentro de una
terminal como si nada) en una cena fachosa dentro de la terminal, apoyada en su
camaradilla de amigos de Viktor, y donde Amelia (la Jones) no parece extrañarse
de que la inviten dentro de la Terminal y no fuera (todavía no sabe que Viktor
está ‘preso’ en la Terminal), es todo en este caso de un infantiloide supremo.
Por si fuera poco, nos cuelan otra sub trama pastelosa amorosa estúpida con
Diego Luna ejerciendo de tímido que soborna a Viktor con comida pare que
sonsaque a una oficial de aduanas (una bella Zoe Saldana) que le guste modo
tener pista el enamorado, me ha sido idiotesca no, lo siguiente, el colmo es
como tiene su zenit penosamente bufo.
Resulta un insulto a la
inteligencia que tengamos que creernos que dejan a un tipo recluido sin poder
salir de la Terminal del aeropuerto sin siquiera ponerle un traductor, sabemos
no se entera de nada (en el colmo de la tontería vemos a Viktor queriendo dar
volumen a los televisores de la Terminal para oír las noticias de su país, pero
si no sabe inglés!), y sin embargo no contactan con su embajada, el no contacta
con la embajada, no llama a la prensa para denunciar su situación, es todo nada
creíble. Y e que este personaje me resulta irritante en su carácter bufo, no
empatizo con él, Spielberg no facilita las cosas al no darle hondura dramática
alguna, no sabemos nada de su pasado, es un zero.
Como es que tengamos que
creer que en uno de los aeropuertos más concurridos del mundo pueden tener a
empleados ilegales como al hindú limpiasuelos, o posteriormente a Naborski de
albañil. Tenemos a un personaje que decide sacrificarse para ir a prisión por
no se sabe bien que, una desproporción que insulta al raciocinio, no tiene ni
pies ni cabeza. Tenemos el tramo en que el guion quiere entronizar como héroe a
Viktor cuando lo ponen de traductor ante un tipo que quiere dañarse si no le
dejan entrar en USA unas medicinas para su padre, está bien el tramo, pero la
forma en que nos lo quieren vender como alguien venerado por la Terminal en
base al ‘icono’ de la fotocopia de sus manos resulta empalagosamente no apto
para diabéticos; El rush final en que primero se rebela el misterio de lo que
hay en el interior de la lata de Planters Peanuts que lleva y con ello la
montaña ha parido un ratón (¿?), luego tenemos el estilo Capra del paseíllo por
la Terminal me ha sido ya demasiado azúcar (lo del jefe de guardias con lo que
hace con su gabardina me ha sido grotesco). Aunque casi lo cuadran con un final
ingenioso, al final se tuercen (spoiler).
Spoiler:
O sea que el jefe de
seguridad del JFK Airport sabe que tiene a un trabajador ilegal buscado en la
India y lo ha tolerado años? O sea que este empleado hindú se entera que Viktor
decide volver a su país por que él siga allí y este decide ‘enfrentarse’ fregona
en mano a un Boeing, pero que gilipollez (con perdón) es esto!!!
Lo de Viktor avanzando a
la salida del aeropuerto mientras la tripulación de la Terminal se la va
uniendo en su ‘heroicidad’ es muy de Capra. Llega frente a la puerta y los
guardias le cierran el paso, el jefe de estos desde el control le da ordenes de
que no le dejen pasar, de hecho, su ‘salvoconducto’ para ser efectivo debe ser
firmado por él, pero de buenas a primeras el oficial de los guardias le pone su
gabardina y le guía a la puerta, desobedeciendo las ordenes de su superior, y
con ello poniendo en riesgo su empleo, no tiene sentido alguno. El jefe Frank
corre a impedir que salga de allí, pero llega cuando ya ha cogido un taxi, y no
hay reprimenda alguna al oficial que le hadado vía libre. Viktor visita un club
de jazz donde tocará el saxofonista Benny Golson (ya es casualidad no libre
este día), quiere le de su autógrafo para que la colección de firmas de su
padre se complete, y esto se supone muy romántico (¿?). Aquí viene lo que
podría haber sido un final ingenioso, pues el músico le dice que espere, que
tiene que tocar, y Viktor se sienta, debería haber concluido así, con Viktor de
nuevo esperando. Pero Spielberg decide alargar la coda y vemos que el prota
sale del club y coge otro taxi y le dice al conductor que ‘Vuelvo a casa’, como
si esto hiciera estremecer a alguien, pues nunca hemos sentido sentimiento
alguno de nostalgia por estar lejos de su tierra, nunca hace comentario alguno
sobre su tierra natal.
Entre lo bueno, no todo
es regulero, está la grácil partitura musical creada por el maestro John Williams,
un delicia las melodías jazzísticas , un goce melómano cada acorde.
Spielberg viajó por todo
el mundo para encontrar un aeropuerto real que le permitiera filmar durante la
producción, pero no pudo encontrar ninguno. El conjunto de la Terminal se
construyó en un enorme hangar en el Aeropuerto Regional de Los Ángeles/Palmdale.
El hangar, que forma parte del complejo de la Planta 42 de la Fuerza Aérea de
EE. UU., se utilizó para construir el bombardero Rockwell International B-1B.
El set se construyó cumpliendo todos los códigos de construcción contra
terremotos y tenía su base en el aeropuerto de Düsseldorf. La forma tanto de la
terminal real como del conjunto visto de lado es una sección transversal del
ala de un avión. Debido a este diseño, la película fue una de las primeras en
utilizar Spidercam para la producción cinematográfica. La cámara, utilizada con
mayor frecuencia para deportes televisados, le permitió a Spielberg crear tomas
amplias en todo el set.
Tom Hanks basó su
caracterización de Viktor Navorski en su suegro Allan Wilson, un inmigrante
búlgaro, quien según Hanks puede hablar "ruso, turco, polaco, griego, un
poquito de italiano, un poquito de francés", además a su búlgaro natal.
Hanks también contó con la ayuda de un traductor de búlgaro. Krakozhia es país
ficticio, creado para la película, se parece a una ex república soviética o un
estado del Bloque del Este. La ubicación exacta de se mantiene intencionalmente
vaga en la película, apegándose a la idea de que Viktor es simplemente de
Europa del Este o de una ex república soviética. Sin embargo, en una escena, se
muestra brevemente un mapa de Krakozhia en una de las pantallas de televisión
del aeropuerto durante un informe de noticias sobre el conflicto en curso y sus
fronteras son las de la actual Macedonia del Norte (entonces conocida como la
Antigua República Yugoslava de Macedonia en el momento de la producción de la
película). Sin embargo, en otra escena, el protagonista muestra su permiso de
conducir, que resulta ser un permiso bielorruso expedido a una mujer de nombre
uzbeko. La película presenta una imagen razonablemente precisa del proceso de
adquisición naturalista de una segunda lengua, según la lingüista Martha
Young-Scholten. John Williams, el compositor de la película, también escribió
un himno nacional para Krakozhia. El personaje de Hanks habla búlgaro como su
krakozhian nativo, pero en una escena en la que ayuda a un pasajero de habla
rusa con un problema relacionado con las aduanas, habla una lengua eslava
construida que se parece al búlgaro y al ruso. Cuando Viktor compra una guía de
Nueva York tanto en inglés como en su lengua materna para comparar las dos
versiones y mejorar su inglés, el libro que estudia está escrito en ruso.
Emily Bernstein tocó el
clarinete para la partitura, incluidos varios solos destacados, y su nombre
aparece en los créditos finales de la película.
Normalmente, los músicos individuales en las orquestas de estudio actúan
de forma anónima, pero Spielberg insistió en resaltar el trabajo de Bernstein;
estaba siendo tratada por cáncer en el momento de la grabación y murió menos de
un año después.
Algunos han notado que
la película parece estar inspirada en la historia de Mehran Karimi Nasseri,
también conocido como Sir Alfred, un refugiado iraní que vivió en la Terminal
Uno del aeropuerto Charles de Gaulle de París desde 1988, cuando le robaron sus
documentos de refugiado, hasta 2006. cuando fue hospitalizado por dolencias no
especificadas. En septiembre de 2003, The New York Times señaló que Spielberg
compró los derechos de la historia de vida de Nasseri como base para la
película; y en septiembre de 2004, The Guardian señaló que Nasseri recibió
miles de dólares de los realizadores. Sin embargo, ninguno de los materiales
publicitarios del estudio menciona la historia de Nasseri como inspiración para
la película. La película francesa de 1993 “Tombés du ciel” de Philippe Loiret ya
se basó en la misma historia.
Film de los del montón
de abajo (que tiene algunos más) del director de “Jaws”. Gloria Ucrania!!!