lunes, 29 de agosto de 2022

 

MI PRIMA ANGÉLICA.

 

Sugestivo drama dirigido por Carlos Saura, con guión propio junto al gran Rafael Azcona (“Plácido” o “El verdugo”), siendo protagonizado por un espléndido José Luis López Vázquez, como un hombre de mediana edad cuyos recuerdos de su niñez durante la guerra civil española le hacen revivir su pasado en el hombre maduro que es. Film de gran éxito al conseguir en el Festival de cine de Cannes​ de 1974, el premio del jurado, pero que en España tuvo una gran polémica, donde grupos de ultraconservadores hicieron boicots frente a los cines donde se proyectaba, película que ya el guión, por la censura, tuvo que ser retocado hasta tres veces para poder ser filmado, ello por el modo de retratar a los dos bandos (el Nacional y el Republicano) en la guerra, y también por la visión que se da del clero (aterradora la pesadilla mantra de Luis con una monja con un candado en la boca y gusanos saliendo de su cuerpo).

 

La idea inicial de la película surgió de una referencia específica a una prima Angélica, en una escena de Ana y los lobos (español: Ana y los lobos), trabajo anterior del director Carlos Saura. En Ana y los lobos hay un poco de diálogo intrascendente que ocurre en la conversación privada entre la matriarca de la familia y el personaje del título. La anciana habla de cierta prima Angélica que, de pequeña, jugaba coquetamente con uno de sus hijos. A partir de esa alusión, Saura y el escritor Rafael Azcona desarrollaron un guión sobre los recuerdos de infancia de un hombre que ahora ronda los cuarenta y su prima coqueta, Angélica, de quien se enamoró cuando tenía diez años. Estos recuerdos se convierten en el atractivo para el reencuentro del protagonista con su pasado largamente reprimido.

 

La cinta está envuelta en una melancolía que termina calándote, haciéndonos partícipe el protagonista de la pesada carga de su mochila de recuerdos, de esos momentos en que pudo haber hecho esto o aquello para cambiar y no lo hizo, cuantos no hemos echado la vista atrás y pensado eso mismo. Y todo ello narrado con un ingenioso recurso con el que el espectador seguro se siente identificado, donde las escenas del presente se solapan con las del pasado sutilmente, para ello el protagonista Luis, al que enrola el actor de mayor (López Vázquez) se integra cual niño en esas remembranzas, donde los personajes del hoy se transforman por mor de la mente del protagonista (que vincula los acontecimientos del presente con los del pasado. Desde una melodía de piano; una obra de teatro escolar; la visita al campo con un monumento de piedra; o leer unos cuadernos escolares) en otros (de su rama familiar) del ayer, Fernando Delgado encarna al tiránico tío de Luis (y padre de Angélica) en el pasado y al marido de Angélica en el presente, y la joven María Clara Fernández de Loaysa embiste a la prima Angélica de 9 años y a la hija de ella en el presente, transiciones suaves, dónde solo lo percibes por el atuendo de Angélica o por los muebles.

 

Un juego punzante, donde la nostalgia se da la mano con la tristeza, resulta curioso ver a López Vázquez verlo haciendo de niño, ello en una actuación dual majestuosa, lejos de histrionismo, todo tan mesurado como empático. Al parecer este recurso surgió de una frase de Ramón del Valle-Inclán: "Las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos".

 

Es un fresco melancólico de la niñez con las consecuencias de la Guerra Civil siempre en el fondo, retratando cual cainismo patrio el choque entre dos hermanos (cual si fuera España), uno Nacional y otro Republicano, y como esto afecto a sus respectivas familias. Siendo extraño y sorprendente como se pone claramente del lado de los perdedores (esa paliza desgarradora que el tío da a Luis quiere claramente ser una alegoría de la violencia imperante durante el régimen franquista), satirizando y caricaturizando a los vencedores, ello en una España aún Franquista, con su censura imperante. El protagonista con motivo de la muerte de su madre regresa, tras mucho tiempo, a un pueblo de Segovia donde vivió unos años de infancia al lado de su prima. Un retrato macilento sobre la mirada al mundo iniciático, que bien puede entroncar con la bergmaniana “Fresas salvajes” (1957), donde un hombre mayor durante un viaje hace

Carlos Saura incluye elementos autobiográficos en su cine y en este caso lo hace con el plano inicial que abre la película (se retrata a unos niños en un edificio que ha sufrido las consecuencias de un bombardeo, experiencia personal de Saura durante su infancia en un colegio de Barcelona que recibió el impacto de una bomba mientras él se encontraba en clase). Esto expuesto en el inicio donde vemos una habitación cargada de humo, mobiliarios tirado por los suelos, niños por el piso, mientras unos clérigos los ponen pie, estamos ante las consecuencias de la caída de una bomba en los aledaños de un colegio religioso.

 

Film que consigue conmover en gran mediada por el gran trabajo del madrileño López Vázquez, su mirada lánguida, su mesura, su flema, su laconismo, su dulce comportamiento con Angélica que mimetiza de un modo turbador con la hija de esta resulta una radiografía dolorida de un pasado que nunca llegó a consumar lo que él protagonista hubiera querido, esto reflejado en ese angustioso viaje en bici donde todo pudo haber cambiado. Un microcosmos del pasado marcado a fuego por las circunstancias geosociales, por la guerra y el miedo, esto reflejado en el tío de Luis y su radicalismo que intenta exponer al fascismo en su conservadurismo, y por la educación clerical fundamentalista, esto visto en varias fases, sobre todo remanente de que los padres de Luis lo dejaron interno en un colegio religioso, allí tenía pesadillas con una monja estigmatizada y mortificada, y también están los discursos de los curas sobre el enfrentamiento cainita entre los dos bandos. O el punzante interrogatorio sibilino que un cura hace a Luis sobre Angelica sobre si se han dado un beso. La familia de la madre es del bando Nacional y la del padre es del republicano, por ello son ‘la oveja negra’. Para Luis el modo de escapar a esta opresión ambiental es el amor que siente por su prima que nunca termina de dar el paso, lo deja en amor platónico. La inocencia, la pureza, la ilusión, todo ello conmueve en gestos como cuando Angélica marca sobre un monumento de piedra los nombres de ambos y la fecha, y pasamos al presente y la hija de Angelica con un papel calca esto, el pasado y presente unido, ello con la mirada compungida de Luis. Siempre barreras de por medio en este amor fou, de niños el cerril padre, y de mayores un matrimonio insatisfactorio, en ambos casos Luis no sabiendo o no queriendo por cobardía dar el paso definitivo.

 

La historia queda cincelada desde una maravillosa escena que describe la inquietud y el temor a lo desconocido. Estamos en el 18 de julio de 1936 en Logroño, los falangistas intentan un primer golpe de Estado en Barcelona: Estamos en un apartamento que nos transmite claustrofobia, no salimos de allí en toda la secuencia. Allí está el niño Luis, su abuela, su primo, su tío y su tía, tiene las persianas cerradas, la radio no funciona, afuera se oyen disparos continuos, dentro no saben lo que pasa, quien gana y quien pierde. Tocan violentamente a la puerta y el miedo asola a todos, se quedan en silencio mirándose unos a otros y sin querer abrir. Y entonces llega la ‘buena nueva’, gritan que son de los nuestros, pero el tío fascista (el mismo actor que en el presente espeta a Luis: "Ya veremos si las cosas van bien para tu padre y los de su prole".

 

Es el retrato de una generación marcada por la Guerra Civil y el post-conflicto, esa que marcó al director Saura. Una infancia donde muchas familias se partieron, donde muchas se vieron obligadas a separarse (esa dura secuencia en que Luis ve a su madre a la vera de una carreta en medio de la nada, tratando de consolar a su hijo sobre que lo pasará bien una temporada con su (fascista) tío (demasiado obvia la caricatura de que a este es alcanzado por metralla en el brazo y deben escayolárselo rígido hacia adelante, cual saludo facha), y con Luis queriendo no separarse de sus padres. Una generación dónde hubo vencedores y vencidos, donde muchos sueños fueron rotos.

 

El presente es mostrado mediante la familia de Angélica, casada con un charlatán que proyecta planes inmobiliarios de buenos réditos gracias a sus contactos con el poder de la dictadura. Mientras Angélica vive un matrimonio infeliz, casada con un tipo que la engaña. Hay entra cual potencial Príncipe Azul Luis, pero este tiene el mismo problema de su niñez, la falta de arrojo para dar el último paso.

 

Se le puede achacar que el film termina siendo algo esquemático y falto de punch para tener más profundidad, pero esto lo remarco porque pienso aún podría haber sido más. Aunque su rush final me ha resultado entrañable en su fuerza dramática dónde se funden presente y pasado de modo *punzante.

 

Spoiler:

 

*Me refiero a cuando Luis se marcha de casa de su prima Angélica, y ya en la calle ve a la hija (sin trenzas)paseando en bici, y le pide cogerla y entonces la monta en ella y pasean, y entonces vuelve el pasado, Luis lleva a su prima (con trenzas) en bici huyendo del pueblo en Logroño en el bando Nacional a Madrid en poder d ellos Republicanos, donde están los padres de Luis, ella le dice que seguro le gustará Madrid, pero se preocupa por su madre (no por su padre), Luis le dice que le puede escribir una carta. Pero se cruzan con unos militares, y estos los llevan de vuielta al hogar de los padres de ella. Allí el tío de Luis lo lleva a un cuarto donde le dice que se ponga de rodillas, él mayor se quita la correa y comienza a darle de correazos, Luis se retuerce en el suelo de dolor, mientras el ‘0verdugo’ no tiene compasión y continua, entonces la cámara pasa a que veamos a Angélica, sentada y con su madre tras ella haciéndole trenzas, mientras oímos de fondo los latigazos, rotos por la entrada del tema extradiegético “Rocío” entonado por Imperio Argentina, dejando un poso trémulo con el último plano de Angélica.

 

En el final se sobre impresiona que la película está dedicada a Charles y Oona Chaplin, los padres de la entonces compañera (y frecuente colaboradora) de Saura, Geraldine, quien no aparece en esta.

 

Saura describió a Luis, el personaje principal de la película, una persona profundamente tocada por la Guerra Civil. Personalmente, explicó Saura, “Nunca estuve de acuerdo con la idea generalizada de que los años de la infancia son los años dorados de la vida, tal vez por mis propias experiencias. Por el contrario, me parece que la infancia es un período particularmente incierto porque, entre otras razones, la infancia se vive casi en su totalidad en un mundo intermedio, y se desarrolla en un mundo de grandes miedos y grandes necesidades de todo tipo. Y todo eso deja cicatrices profundas e imborrables, sobre todo cuando uno tiene que vivir en un ambiente hostil, como los protagonistas de la película.

 

Estimulante film con una gran actuación de López Vázquez. Gloria Ucrania!!!

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