LA SEMILLA DEL
DIABLO.
Una fascinante y subyugante Obra Maestra de Roman
Polansky, considerada por muchos como la mejor cinta de terror del Séptimo
Arte. Polansky dirige y guioniza con brillantez basándose casi literalmente en
el best-seller de Ira Levin, “Rosemary’s baby”, fue su primera realización en
USA y lo hace entrando por la puerta grande, es su segunda cinta perteneciente
a su particular trilogía, “Apartamento”,
que inicio con “Repulsión” (1966), la tercera sería “El quimérico
inquilino” (1976), saga de terror psicológico que tiene como punto en común a
un protagonista que vive en un apartamento y se ve acuciado por fuerzas
siniestras. El film te atrapa desde el inicio, tejiendo una telaraña que se va
cerrando poco a poco alrededor de la protagonista y que la asfixia, haciendo
Polanski con su ambientación sintamos lo mismo, en un increscendo
dramático-sofocante glorioso, para desembocar en uno de los Finales Míticos del
Cine, auténtico “Akelarre” de sentimientos turbadores. Una historia que nos
habla de temas universales y atemporales, sobre todo con marcado acento
feminista en el estudio de la ansiedad del embarazo, sobre la creación de vida
y del síndrome de soledad en la que se sumen muchas, llegando en algún caso a
la paranoia, pueden ver enemigos por todos lados, el marido, el ginecólogo, los
amigos, las medicinas que toma, se nos habla de la perdida de fe, de la
religión, de la esperanza en algo mejor, del egoísmo, de la avaricia, de la
codicia, y más. Fue un gran éxito taquillero con un presupuesto de 3,2 millones
$ recaudó más de 33 millones en USA, además de obtener loables críticas y
varias nominaciones a premios.
El popular productor Robert Evans compró los derechos
del libro antes que se publicara, gracias al consejo del director William
Castle (cameo como hombre que espera mientras Rosemary está en una cabina
teléfonos) , realizador de films de
terror de bajo presupuesto, el estudio le dejo producirlo pero no dirigirla.
Evans era un entusiasta de la filmografía europea de del polaco Roman Polanski,
y pensó en la novela como vehículo para su debut en USA, utilizó una artimaña,
sabiendo que Roman era un gran aficionado al esquí, le mandó dos el guión de
“El descenso de la muerte” y el libro “Rosemary’s baby”, Polanski se leyó el
libro de Levin en una noche, llamando a Evans a la mañana siguiente para
decirle quería adaptarlo al cine dirigiéndolo y guionizandolo, libreto que es
fiel a rajatabla a la novela, incluso en detalles como el vestuario. Polanski
quería de protagonista a Tuesday Weld o su actual
novia Sharon Tate, pero Evans quería a alguien de más tirón comercial, e
impuso a Mia Farrow, con solo un papel
en cine de secundaria e “Batasi” (1964), pero muy en boga por su personaje de Allison MacKenzie en la
popular serie tv americana “Peyton Place” y por su reciente boda
con Frank Sinatra, el famoso cantante exigió a Mia renunciar a su carrera
cuando se casaron, amenazando en medio del rodaje con los papeles de divorcio,
la actriz pidió a Evans liberarla del contrato, el productor la convenció para
se quedara mostrándole una hora del metraje rodado, y asegurándole conseguiría
un Oscar por su papel, se quedó, al final no sería ni nominada. Robert Redford fue la primera
opción para el rol de Guy, rechazó la propuesta, Jack Nicholson se
consideró brevemente antes que Polanski sugiriera a John Cassavetes. Para
los papeles de vecinos de la tercera edad Polanski buscó a actores veteranos
clásicos de Hollywood, Ruth Gordon, Ralph Bellamy,
Sidney Blackmer
o Elisha Cook.
Estamos en Nueva york en
1965, el matrimonio Woodhouse, Rosemary (Mia Farrow) y Guy (John Cassavetes),
buscan y encuentran un piso de alquiler en el añejo edifico de apartamentos
Bramford (en realidad el famoso Dakota),
ella es una ama de casa y él aspirante a actor. Su amigo Hutch (Maurice Evans) les
cuenta que el edificio tiene una leyenda negra detrás de asesinatos macabros,
esto no los disuade. Ya instalados en su nuevo hogar Rosemary haciendo la
colada conoce a Terry Gionoffrio (Angela Dorian), que le cuenta vive
acogida por el matrimonio Castevet, Minnie (Ruth Gordon) y Roman (Sidney Blackmer)... y hasta aquí puedo leer. También tienen importancia en el
relato personajes como el Dr. Abraham
Sapirstein (Ralph Bellamy), el Dr. Hill (Charles Grodin), Elise (Emmaline Henry), amiga
de Rosemary.
Polanski construye un
entramado de atmósfera malsana que va ahogando a la desdichada protagonista, la
va oprimiendo, impregna de claustrofobia climática sofocante los fotogramas,
todo bajo el complejo punto de vista de Rosemary, un estudio de personaje
penetrante, mujer embarazada con la que no sabremos a ciencia cierta cuál es la
verdad, no sabemos si es su confusa imaginación bajo la angustia de estar en
cinta la que crea este mundo de paranoia, o si por el contrario es real, nos
sumiremos con ella en un submundo de tientes pesadillescos, poblado por seres
de apariencia cándida pero que pueden esconder la pura maldad, monstruos con
rostro ordinario, derivando en un thriller psicológico Antológico. No es un
film de susto, de gore, o artificios maniqueos, es una cinta de calado
emocional, que explora en lo cotidiano para sacar de ello el tormento mental,
lo hace dosificando la información, haciendo cundir la desorientación en el
espectador, aturdiéndolo por momentos, ello encauzado hacia un clímax final
sublime. Manejando de modo extraordinario el director el suspense, la intriga,
el misterio, haciendo se fuerte en la sugerencia, sin mostrar, jugando
deliciosamente con la insinuación, el fuera de campo, potenciando lo que no
vemos a través de las reacciones de los que lo ven, provocando la inquietud. El
realizador amasa con su poderío visual un creciente aire denso, cuasi-irrespirable,
explorando la ambigüedad moral de los personajes, lo hace con un ritmo sereno y
fluido, haciendo que te cale de modo intenso su ambiente patológico. Todo con
una espléndida delineación de personajes, con diálogos ingeniosos, incisivos,
mordaces, y todo regado de un cínico humor negro.
Roman Polanski es un director
que gusta de tratar al espectador como persona adulta, no nos da las
situaciones masticadas y deglutidas, permite que este al tener que pensar el
porqué de lo que ha pasado se involucre más en la historia, como el armario
movido por el pasillo, la misteriosa muerte de Terry Gionoffrio, la cena con
los Castevet, la desaparición del guante de Hutch y más. El director polaco
saca gran partido del co-protagonista del film este turbador edificio de
apartamentos, lugar lúgubre, lleno de secretos,
avejentado, rebosante de misterio, una especie de inframundo
impenetrable.
Uno de los temas importantes
que se trata es el de la religión, se enfrenta el catolicismo en el que ha sido
educada Rosemary frente al paganismo de la magia negra, de la invocación del
mal, como este se puede esconder tras rostros inofensivos, como no tienen que
tener cuerno y rabo, pueden ser el vecino de al lado, como el mal puede
incrustarse en personas con dudas, volubles, faltas de fe, vemos en los
sueños-pesadillas de Rosemary que fue a colegios religiosos, esto contrapuesto al
vacío espiritual de la sociedad contemporánea, este hueco de fe puede ser
cubierto por otras creencias manipulables que prometan riquezas eternas a
cambio de “solo” tu alma. Durante el film se gotean elementos referentes como
que el relato acontezca durante la visita del papa a Nueva York, los “tiernos”
vejetes vecinos arremeten contra el papado, las referencias al Nacimiento de
Jesús, la (ficticia) portada de la revista Time, "God is dead", cuadros con catedrales en llamas,... y más. Asimismo se juega con los paralelismos con el cristianismo,
en el hecho de que el Anti-Cristo al igual que Jesús no será engendrado por el
esposo de la madre, si no que este será padre putativo.
Mia Farrow está brillante con
un personaje lleva todo el peso de la trama, ella es el epicentro, es nuestros
ojos y oídos, emite fragilidad, debilidad, soledad, angustia, tormento,
frustración, desorientación, mujer atrapada en una telaraña sin escapatoria, encarnación
empatizable, nos sentimos como ella un cordero rodeada de lobos, ayudada por su
endeble aspecto físico que vemos se va degradando a medida que pasa metraje, su
rostro va palideciendo, su cara va adelgazando, contrarrestado esto por
vestiditos minifalda de floridos colores chillones para destacar su enclenque
cuerpo, acentuado esto por el peinado cortísimo (supuestamente Vidal Sassoon),
que como bien he leído la emparenta con la mártir Juana de Arco. John Cassavetes realiza un buen trabajo, dejando entrever sutilmente su
egoísmo, quizás le falta algo de desarrollo para sepamos sus motivaciones, o
quizás esto hubiera ido en detrimento de la magia de misterio de la narración. Ruth Gordon está magnífica como la entrometida vecina de Rosemary, una
actuación que destila naturalidad, vitalidad, una enérgica labor que le valió
el Oscar a la actriz secundaria tras cuatro nominaciones. Sidney Blackmer resulta una carismática presencia, infunde personalidad,
una regia actuación que desborda elegancia y finura en su oralidad, es una
víbora con piel de dulce ancianito. El veterano Ralph Bellamy demuestra en su poco tiempo en pantalla sus enormes dotes
para la interpretación, dejando aura de grande.
La puesta en escena resulta
prodigiosa, con un manejo de los elementos memorable, con un diseño de
producción formidable de Richard Sylbert (“El Graduado”, “Chinatown” o
“Atrapado por su pasado”), con ese evocador exterior del edifico Dakota, con
esos sombríos interiores (en estudio) del Bramford, destaca asimismo el diseño
de vestuario de Joan Joseff (“Psycho”, “El padrino”, “Piratas del Caribe”) que
hace resaltar a una Rosemary de rostro y físico pre-cadáver, y esto realzado por la esmerada fotografía de William
A. Fraker (“Bullit”, “La leyenda de la ciudad sin nombre” o “El cielo puede
esperar”), con toques fantasmagóricos, jugando con las sombras, con la
semioscuridad, con la luminosidad, con toques surrealistas en las pesadillas de
Rosemary, con muy expresivos planos subjetivos, con sensibles primeros planos,
y todo envuelto en la sensacional música del polaco Krzysztof Komeda (“Un cuchillo en el agua”, “Cul de sac” o “El baile de
los vampiros”), que adorna con una enervadora nana los momentos claves, para
llegar a ponernos el vello de punta con la conjunción de imágenes, música y las
situaciones.




Momentos recordables: Su
inquietante inicio con la trémula música (nana) de Krzysztof Komeda, la cámara hace lento acercamiento a Manhattan por su
bello skyline, se fija en un singular edificio de reminiscencias góticas y se
acerca a la pareja protagonista; La cena deRoemary y Guy con los Castevet,
Rosemary está en la cocina con Minnie y desde allí ve el salón, escucha pero no
ve a su marido y al anfitrión Roman, que están charlando allí, lo que se ve es
humo de fumar (señal del humo del Averno), una vez todo destapado todo caes en
la cuenta que es allí donde Guy vende su alma al diablo por el éxito como
actor; El tremebundo tramo de la violación satánica, cumbre del horror, con un
montaje delirante se mezclan de modo pesadillesco imágenes caóticas, recuerdos
de la infancia, el Akelare de viejos desnudos a su alrededor, sonidos extraños,
colegios religiosos, un brazo diabólico que la acaricia y araña, tremebundo, la
lucha entre las dos “religiones” en la mente perturbada de Rosemary; La fiesta
de fin de año donde dejan caer una “endiablada” pista de las intenciones de la
gente que rodea a Rosemary, al grito de
<Por 1966! El año 1!>,
supongo que algo tiene que ver el 66, aunque le falta otro 6; Cuando Rosemary
llama a Donald Baumgart, el actor que se ha quedado ciego y que fue sustituido
por Guy, la voz que se oye al otro lado
del teléfono sin verse es la de Tony Curtis, Mia Farrow no lo sabía, pero le
era conocida la voz, aunque no daba con su dueño, esto provocó confusión en
Mia, emoción que pretendía Polanski; Cuando Rosemary se sabe rodeada por enemigos
y decide huir, su imagen de mujer embarazada, frágil, tan poca cosa,
arrastrando una maleta, cruzando demente el tráfico le confieren una imagen de
estremecedora soledad, paradójicamente en una urbe masificada como Nueva York,
todo imbuido por la electrizante música; Tras contarle Rosemary al Dr. Hill su
historia, él dice creerle y le dice espere en una salita, al rato se abre la
puerta y aparecen Guy y el Dr. Sapirstein, impactante; El desasosegante tramo
del parto, provoca dolor su angustiosa recreación; Y uno de los momentos que
han entrado en el Olimpo de los Más Grandes Finales de un Fuilm del Séptimo
Arte, cuando a Rosemary le han dicho que el bebé murió en el parto, ella no lo
cree, estando sola mira en el sospechoso armario, ve que entra luz del otro
lado, es el apartamento de los Castevet, descubre es una puerta, coge un
cuchillo y la abre, por el pasillo haya cuadros satánicos, como el de una
catedral en llamas, llega al salón de los Castevet y allí hay un grupo de gente
charlando y en el centro una cuna-moisés vestida de tul negro, los presentes la
ven atemorizados, ella se acerca a la cuna, sobre ella una cruz invertida, ella
observa el interior y su rostro es un poema (de terror) queda petrificada ante
lo visto, hace al espectador se forme su propia imagen del “bebé”, tras esto
ella se sienta horrorizada, Roman Castevet se le acerca cual serpiente del
Paraíso, sibilino él cuenta lo que esperan de ella, que cuide al “bebé”, ellos
son ancianos y no están preparados, ella escucha aterrada, pero tras unos
densos segundos se levanta, se acerca a la cuna y lo arrulla con una sonrisa
enternecedora, escalofriante.
Hay una escena que con la
perspectiva del tiempo resulta muy llamativa, tras la “extraña” noche que pasa
Rosemary, esta se despierta arañada en su costado, su esposo Guy le dice de
modo despreocupado que ha tenido relaciones sexuales con ella mientras estaba
inconsciente, lo que se llama una violación, tema que se banaliza, pues de ello
no se habla más, ella lo acepta sin darle mucha importancia, resulta
estremecedor pensando lo que pasó años después, en 1977, que fue acusado de
abusar de una menor con 13 años en la casa de Jack Nicholson.
Curiosidades: Se rodó una
escena que al final se elimino, Rosemary asistía a una obra de Broadway y allí
se encontraba con Joan Crawford y Van Johnson, interpretándose a sí mismos; Rosemary dice que el corte
de pelo cortísimo que se hace es por el estilista Vidal Sasoon, en realidad era
por exigencias del personaje de la serie en la que trabajaba, “Peyton Place”; Mia
Farrow era reacia a realizar la escena en la que vaga por en medio de la calle
sorteándola coches que le pitan, y es que el tráfico era real, no estaba
preparado, Polanski la convenció diciéndole que al verla embarazada (en
realidad acolchada) nadie la golpearía,
la hizo, además nadie quería coger la cámara que la acompañaría entre
los autos, tuvo que cogerla Polanski; Hubo una secuela en 1976, “Que pasó con
el bebé de Rosemary”, de Sam O’Sheen (montador del film original), Patty Duke interpretó a Rosemary y Ruth
Gordon repitió papel de Minnie Castevet, asistimos a la evolución de un adulto
Adrian; En 2014, la NBC lanzó un remake miniserie de 4 horas con mismo título, con Zoe Saldana como Rosemary y Jason Isaacs como Guy, trasladando la acción y el
rodaje a parís, dirigiendo la polaca (como Polanski) Agnieszka Holland.
Solo le encuentro una mini
tara, y se lo quiero achacar a algo que se perdió en la mesa de montaje, y es
que en un momento del film Guy le pide disculpas a Rosemary por su frialdad y
distanciamiento hacia ella, esto es algo que no se ha mostrado mínimamente en
el relato, es algo que de buenas a primeras se nos cuenta, reitero que algo se
ha perdido en la edición, una gota de agua en un océano de maestría.
En conjunto queda una Obra
Maestra del Cine, uno de los hitos del género de terror, que además deja un
poso fulgurante. Fuerza y honor!!!
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