EL SUBMARINO.
El germano Wolfgang Petersen
nos obsequió hace ya más de tres décadas el mejor film de submarinos de la
Historia, uno de los mejores bélicos jamás rodados, una Obra Maestra del
Séptimo Arte, una de esas películas que gana con el tiempo, mejora a cada
visionado, te atrapa en sus diminutos metros cuadrados, te hace tener
claustrofobia, angustia, zozobra, sofoco, una obra con claros tintes humanistas
que hace empatices con los normalmente los “malos”, les da alma a los soldados
que combatieron bajo la bandera nazi, intenta despojarse de etiquetas no
hablando de política, solo aspira a ser un retrato de los horrores de uno de
los Cuatro jinetes del Apocalipsis, La Guerra. En su momento fue la mayor
superproducción de la R.F.A., con 32 millones de marcos alemanes, fue un éxito
tremendo de público y crítica, nominada a 6 Oscars.
Comienza con la afirmación
sobreimpresionada de que de 40.000 hombres que sirvieron en los submarinos
alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, sólo 10.000 sobrevivieron. En 1.941, en
plena Segunda Guerra Mundial, tras una noche de fiesta, se hace a la mar del
puerto militar de la Rochelle un submarino nazi, un U 96, su misión es hundir
buques mercantes sospechosos de transportar mercancías al Reino Unido, ello por
el Atlántico Norte. La nave es comandada por el capitán (Jürgen Prochnow), sin
nombre en el film, a bordo sube el corresponsal de guerra teniente Werner (Herbert Grönemeyer), para hacer un artículo
sobre la vida en el submarino, el jefe de máquinas es Fritz Grade (Klaus
Wennemann).
Es la adaptación de la novela homónima de Lothar-Günther Buchheim, inspirándose
en sus propias memorias como corresponsal de guerra, Buchheim era un oficial en propaganda de la unidad de la Kriegsmarine en la WWII, corresponsal de guerra que escribía sobre sus experiencias en dragaminas, destructores y submarinos, también
hizo dibujos y tomó fotografías. Como zur Leutnant Ver en el otoño de 1941, se unió
al Kapitän leutnant Heinrich Lehmann-Willenbrock y su tripulación del U-96 en su séptima patrulla en la batalla del Atlántico. Sus órdenes eran fotografiar y
describir el submarino en acción. A partir de sus
experiencias escribió una historia corta, “Die
Eichenlaubfahrt”, Lehmann-Willenbrock fue galardonado con la Cruz de Caballero con hojas de roble. Buchheim puso fin a la guerra como un Oberleutnant zur See. En el film
el alter ego claro de Buchheim es el corresponsal
teniente Werner. Buchheim intentó primero en 1976 que Hollywood adaptará su
libro, se barajaron directores, e incluso se llegó a elegir a Robert Redford
como el capitán, al fracasar lo llevó a su país, con un guión para seis horas
de metraje, le compraron los derechos, pero su guión fue rechazado, al final
fue guionizado por el propio realizador. Buchheim estuvo bastante en contra de
la versión final, atacándola por su falta de realismo, incluso arremetió contra
ella por que su obra era antibélica y el film lo tildó de glorificar y
mitificar la vida en los submarinos.
Hay tres
versiones distintas del film: La teatral con la que se estrenó en los cines en
1981, la versión para televisión de 1985, en que se convirtió en una serie, y
el montaje del director de 1997, en cada una la duración varía; La teatral dura
149 minutos, la que fue nominada al Oscar; La versión para serie televisión,
tres episodios, dos de 105 y otro de 98 minutos, 308 en total, en 1987 se
rehízo en serie de 6 capítulos de 52 minutos, en esta versión hay un narrador
en off en la persona del teniente
Werner; El montaje del director de 1997, una versión restaurada en imagen y sonido,
es de un metraje de 208 minutos, se anula la voz del narrador en off, esta
versión es la que Petersen quiso se estrenara en cines en 1981, pero los
productores la vieron demasiado extensa para ser comercial.
La versión que
yo comento es el “Director´s cut”, de 49 minutos más que la que se vivió
originalmente en cines, una versión más rica en matices y en profundidad que la
primigenia, se le da más cancha a los secundarios para desarrollarse, se les da
un fondo por el que conectar mejor con ellos, hablan de sus amores, ilusiones,
esperanzas, algo que en la versión teatral queda algo más desdibujado por falta
de tiempo, con lo que nos sentimos más inmersos en el sufrimiento de este
submarino.
El film se
convierte en una fascinante aventura, una oda al compañerismo, al sentimiento
del deber, al infinito espíritu de supervivencia del ser humano en las peores
de las condiciones, a la valentía, emparejándose la tripulación de 50 estos
sufridores a una especie de Santos Job incrustados en las entrañas de esta
ballena de acero y remaches, una bestia que es a la vez su tumba y su salvación,
un grupo de personas confinadas en un angosto habitáculo de 10mx150m, ahí nos
sentiremos inmersos en un tsunami de emociones trémulas. La ambientación
resulta Colosal, creando un icono por el que a partir de entonces se miden las
cintas de este subgénero, te hace sentir uno más de la tripulación, padeciendo
la claustrofobia de las estrecheces, la angustia ante el terror que no ves, sientes
el pánico a la muerte, la desesperación, la falta de aire, la humedad, la
atmósfera opresiva, el hacinamiento que te provoca sensación de hedor, el
agobio, esas luces de colores que te ponen en alerta, los sonidos que te
martillean, nos sentimos como pez en lata, con esas visiones del medidor de
profundidad como baremo de que conforme baja más cerca estamos de la muerte,
estos elementos nos hacen estar en permanente tensión, donde su extenso metraje
se pasa sin darte cuenta, y es que el director maneja con maestría los tiempos
de cada tono, con diálogos inteligentes, con situaciones creadas de modo fluido.
Wolfgang Petersen quiso lanzar un mensaje humanista en contra de la guerra,
aquí no hay buenos o malos, solo unos soldados en guerra donde su victoria es
sobrevivir y para ello su sentido del deber es acabar con el enemigo antes de
que lo haga este, dijo el director que veía la historia como un viaje a la locura para mostrar la realidad de la guerra en que somos
testigos de la terrible vida en interior de submarino.
La humanización que se hace
de los soldados alemanes fue muy polémico en su momento, la tripulación se
abstiene de hacer cualquier alabanza a Hitler o su ideario nazi, no hablan de
política, en sus uniformes apenas se distingue iconografía nazi, no hacen el
saludo nazi, apenas vemos un par de veces la bandera gamada, e incluso hacen
chanzas riéndose del Fuhrer y Goebbels, esto hace que el espectador se aleje de la
tópica, demoniaca y fanática imagen del desalmado soldado nazi, hay quien dice
que esto es irreal, pero es sabido que en el ejército germano además de
radicales hitlerianos había también caballeros, hay muchos casos. Son militares
haciendo lo que deben, no se atisba maldad alguna, lo más cerca que están de
esto es cuando dejan a heridos ingleses varados tras hundir un petrolero, pero
esto lo entiendo yo como algo pragmático, no pueden alojar a nadie en el U,
incluso se nota desazón en el capitán cuando se aleja de los náufragos.
El elenco actoral pasó una semana de entrenamiento intensivo
para poder adaptarse a los fluidos movimientos por los estrechos pasillos y
escotillas del submarino, los actores tuvieron prohibido en el verano antes del
inicio del rodaje tomar el sol, así como durante la filmación se tuvieron
abstener de salir a la luz solar, ello con el fin de tomar la palidez veraz de
una tripulación submarina, así como 10 días antes de comenzar la producción no
podían afeitarse, en los U era costumbre no afeitarse para ahorrar agua
potable.
La tripulación es un
excelente dibujo de personalidades con sus aristas, dudas, ilusiones. Siendo el
amo absoluto un extraordinario Jürgen Prochnow, carismático, taciturno,
reflexivo, hastiado, nada autoritario, impone su mando con serenidad, figura
paternal en la que su tripulación confía ciegamente, la viva estampa del
sentido del deber, aunque lo cuestiones, maravilloso. Klaus Wennemann está
sobresaliente en su rol de ingeniero jefe, con esas miradas y como escucha a
sus máquinas, en una química tremenda con esas máquinas y sus movimientos
acompasados, fenomenal el realismo que transpira. Hay más, como el único
oficial que se considera del partido nazi y del que se ríen, o el marino con
una novia francesa embarazada.

La puesta en escena es uno de
sus pilares más sólidos, vital para transmitir emociones, con un impresionante diseño
de producción de Rolf Zehetbauer (“Cabaret”, “La historia interminable” o
“Enemigo mío”), consiguiendo hacer gran protagonista al submarino, un ente que
parece tener vida propia, respira, se mueve,
sufre, agoniza, se pavonea, son creados dos en Múnich a escala 1:1 para
la producción, uno para escenas en el exterior del mar, que se movía con un
pequeño motor, se dividió en tres partes, se llevaron al puerto de la Rochelle,
donde fueron montadas, durante la filmación de la tormenta el submarino se
partió en dos y se hundió en el puerto, el barco vuelto
a montar a partir de partes recuperadas y nuevas, este naufragio fue
aprovechado para la escena final en que se hunde el “submarino protagonista”,
se le añadieron cables y bisagras que al soltarlos fue tragado de modo veraz
por el mar. El otro submarino fue para
los momentos en interior, copiado fielmente, 55 metros de largo, el original es
de 67 m., la diferencia estriba las puntas frontales no accesibles, y no
necesarias para la filmación, la obsesión del director por la veracidad le
llevó a exigir que hasta los tornillos fueran los mismo que los utilizados en
los referidos U-Boat de la WWII, teniendo de consultor histórico a Hans-Joachim Krug, que
fue primer oficial en el U-219, esta maqueta montada a 16 pies del suelo para
simular inclinaciones de hasta 45 grados, esto gracias a un motor hidráulico,
este interior se encuentra en la Ciudad del cine de Bavaria, es accesible a visitantes.
Asimismo hubo varios modelos más pequeños para filmar
a distancia, el único submarino superviviente del rodaje construidos de acuerdo a los planos de submarinos que hayan en el Museo
de Ciencia e Industria de Chicago. La
maqueta de la Torre de mando es colocada en un tanque de agua para simular los
momentos en el exterior, ello cuando no hace falta se vea toda la nave. El único superviviente original de este tipo de submarinos VII C, T 995, se encuentra en Kiel en el Mar Báltico Laboe. Lorient es el puerto de
submarinos en la novela, La Rochelle / La Pallice es el elegido para el rodaje,
su aspecto había cambiado mucho menos en décadas que Lorient. La cubierta para submarinos todavía
estaba en buen estado, muchos artefactos, incluyendo contenedores de torpedos,
se encontraron y se utilizan como accesorios en el rodaje, algunas escenas de los modelos a
escala reducida se realiza cerca de la isla de Helgoland, en el Mar del
Norte, el tramo en superficie que ocurre
en el estrecho de Gibraltar se rodó en el Lago Constanza. Para la escena del
ataque aéreo se manejan 200 extras franceses, y rodada para reducir costes en
una sola toma.
Fundamental para dar vigor,
energía, y emoción es la cámara extraordinaria de Jost Vacano (“Robocop”, “Starship Troopers” o “Desafio total”), jugando
con los tonos de color, apagados, tenues, metálicos, con esas luces lánguidas
de emergencia, emitiendo tensión, inquietud, asfixia, haciéndonos sentir la
presión de estar apretados por la inmensidad del agua, Vacano creó una especie
minicámara steadycam, una cámara Arriflex portátil con giroscopio estabilizador,
cámara en mano realiza vivaraces y estresantes travellings por los minúsculos pasillos
del U, moviéndose a toda velocidad por estos de punta a punta, por escotillas,
subiendo, bajando, Vacano se crea un traje acolchado de cuerpo entero para
amortiguar los golpes mientras corre por el submarino, asimismo son destacables
los contrapicados, los muy expresivos primeros planos, ello emitiendo al
espectador calor, sudor, suciedad, óxido, humedad, insalubridad, formidable.
El sonido es otro de los
puntos fuertes, crucial para potenciar la tensión anímica, con los sonidos
exteriores que marcan a fuego la inquietud interior, las cargas de profundidad,
el punzante sonido del sonar, el crujido seco de los remaches saltando, el
acompasado ruido de la sala de máquinas,
el jadeo de la tripulación en los tensos silencios, los golpes de agua
en el exterior. Debido al ruido del motor de
la hidráulica y la mala acústica en la filmación en el interior del U, se dobló
todo el diálogo.
Excelente es la música
compuesta por Klaus Doldinger (“La historia interminable” o “Palmetto”), una
enfervorecida partitura con rasgos épicos, que mezclada con las impetuosas
imágenes cuando sale el navío a la superficie te pone el vello de punta, se
suman varios temas populares, la canción cantada por
intérprete femenina en la barra al principio es "Mon Gars"
interpretada por Rita Cadillac, canción que los marinos cantan en bar es
"O du schöner Westerwald", se oye "Es un largo camino a
Tipperary" cantada por el Coro Ejército Ruso, o el tema favorito del
capitán, "J'attendrai" cantada por Rina Ketty, la canción que se
escucha cuando al principio el U deja puerto es "Muss I Denn", o el
tema que la banda toca al final al llegar el U a puerto es el
“Erzherzog-Albrecht-Marsch”.
Spoiler:

Momentos recordables: La
fiesta militar en el burdel de los marineros antes de partir, comienza con la
meada grupal sobre el auto del capitán, en un increscendo hacia una bacanal
caótica; La emocionante salida del puerto del U; El primer ataque a un convoy
británico, los torpedos lanzados, no vemos nada, lo sentimos todo en primera
persona, no vemos el exterior, y entonces el gato se convierte en ratón y el U
es acosado por destructores ingleses, sumiendo en la zozobra de las cargas de
profundidad al submarino; El ataque de pánico del ingeniero jefe, siendo un
fenomenal retrato de cómo los nervios se pueden perder en las peores
condiciones, incluso los más veteranos; Cuando emergen y ven a un petrolero al
que han dado con sus torpedos que arde en medio del mar, el capitán decide
terminar el trabajo y le lanza otro proyectil para se hunda, tras impactar
comienza a ver marinos saltar desesperados del petrolero, se enerva por que
nadie les ha salvado, los marinos británicos al tiran al mar nadando hacia el U
y gritando desesperados, pero el pragmatismo del capitán le hace ordenar
descender, no pueden alojar en sus estrecheces a presos, en su diario de
navegación escribe <Ningún hombre estaba a bordo>; El tenso tramo clímax
del film, cuando el U debe atravesar el Estrecho de Gibraltar, cuando este está
atestado de buques de guerra británicos, emerge de las profundidades para ver
entre la niebla a decenas de navíos enemigos, tras unos largos minutos es
avistado y debe sumergirse, pero es alcanzado por una carga, yéndose sin
control al fondo del mar en unos segundos eternos en que sentimos la presión
del mar de modo agobiante, los pernos saltan, el agua comienza a colarse en el
U, la angustia vital sacude a la tripulación, la falta de aire asfixia a todos,
mientras los mecánicos trabajan contrarreloj para poder salir de allí, las
dudas hacen que cunda el pesimismo, hasta que por fin el mecánico jefe comunica
al capitán que las fugas de agua están taponadas, trémulo; Su descorazonador
epílogo, con el U tras mil avatares salvados llegan a puerto, entonces el lugar
es atacado por aviones británicos, un brutal bombardeo que hace decenas de
heridos y muertos, además de daños materiales como el hundimiento del U
protagonista ante la última mirada antes de morir del capitán.
La cinta no fue del agrado del
escritor del libro en que se basa Lothar-Günther Buchheim.
Algunas diferencias reseñables entre el film y la novela: Puede la principal
diferencia entre el libro y el film es que la obra literaria está contada a
través de la perspectiva narrativa del corresponsal de guerra Werner, mientras
en la película el punto de vista es el coral de la cámara que se mueve por toda
la nave siguiendo a unos y a otros, nos lleva por la turbadora sala de máquinas
o alguna toma exterior, con las fugas de agua y los posteriores trabajos de
reparación, en la novela todo es sentido a través de este subjetivo narrador
que al parecer está en medio del
submarino, y relata sus miedos y esperanzas mientras el caos y la tragedia se
cierne constantemente sobre la nave; También se queja Buchheim del
comportamiento de la tripulación, y pone como ejemplo la surrealista escena
en que un marinero se viste de hawaiano y hace un extrovertido baile, aunque en
la novela si aparece un marinero danzando desnudo en la proa de la nave; En el
libro se habla mucho de sexualidad, de la abstinencia en la nave, hablan de sus
fantasías sexuales, En el libro salen
del puerto de Saint-Nazaire, en el Loira –Mündung, en el film lo hacen del puerto de La Rochelle.
En conjunto queda una obra
vital en el género bélico, además con el poco visto punto de vista alemán de la
WWII. Fuerza y honor!!!
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