MI PRIMA ANGÉLICA.
Sugestivo drama dirigido
por Carlos Saura, con guión propio junto al gran Rafael Azcona (“Plácido” o “El
verdugo”), siendo protagonizado por un espléndido José Luis López Vázquez, como
un hombre de mediana edad cuyos recuerdos de su niñez durante la guerra civil
española le hacen revivir su pasado en el hombre maduro que es. Film de gran
éxito al conseguir en el Festival de cine de Cannes de 1974, el premio del
jurado, pero que en España tuvo una gran polémica, donde grupos de
ultraconservadores hicieron boicots frente a los cines donde se proyectaba,
película que ya el guión, por la censura, tuvo que ser retocado hasta tres
veces para poder ser filmado, ello por el modo de retratar a los dos bandos (el
Nacional y el Republicano) en la guerra, y también por la visión que se da del
clero (aterradora la pesadilla mantra de Luis con una monja con un candado en
la boca y gusanos saliendo de su cuerpo).
La idea inicial de la
película surgió de una referencia específica a una prima Angélica, en una
escena de Ana y los lobos (español: Ana y los lobos), trabajo anterior del
director Carlos Saura. En Ana y los lobos hay un poco de diálogo intrascendente
que ocurre en la conversación privada entre la matriarca de la familia y el
personaje del título. La anciana habla de cierta prima Angélica que, de
pequeña, jugaba coquetamente con uno de sus hijos. A partir de esa alusión,
Saura y el escritor Rafael Azcona desarrollaron un guión sobre los recuerdos de
infancia de un hombre que ahora ronda los cuarenta y su prima coqueta,
Angélica, de quien se enamoró cuando tenía diez años. Estos recuerdos se
convierten en el atractivo para el reencuentro del protagonista con su pasado
largamente reprimido.
La cinta está envuelta
en una melancolía que termina calándote, haciéndonos partícipe el protagonista
de la pesada carga de su mochila de recuerdos, de esos momentos en que pudo
haber hecho esto o aquello para cambiar y no lo hizo, cuantos no hemos echado
la vista atrás y pensado eso mismo. Y todo ello narrado con un ingenioso
recurso con el que el espectador seguro se siente identificado, donde las
escenas del presente se solapan con las del pasado sutilmente, para ello el
protagonista Luis, al que enrola el actor de mayor (López Vázquez) se integra
cual niño en esas remembranzas, donde los personajes del hoy se transforman por
mor de la mente del protagonista (que vincula los acontecimientos del presente
con los del pasado. Desde una melodía de piano; una obra de teatro escolar; la
visita al campo con un monumento de piedra; o leer unos cuadernos escolares) en
otros (de su rama familiar) del ayer, Fernando Delgado encarna al tiránico tío de
Luis (y padre de Angélica) en el pasado y al marido de Angélica en el presente,
y la joven María Clara Fernández de Loaysa embiste a la prima Angélica de 9
años y a la hija de ella en el presente, transiciones suaves, dónde solo lo
percibes por el atuendo de Angélica o por los muebles.
Un juego punzante, donde
la nostalgia se da la mano con la tristeza, resulta curioso ver a López Vázquez
verlo haciendo de niño, ello en una actuación dual majestuosa, lejos de
histrionismo, todo tan mesurado como empático. Al parecer este recurso surgió
de una frase de Ramón del Valle-Inclán: "Las cosas no son como las vemos,
sino como las recordamos".
Es un fresco melancólico
de la niñez con las consecuencias de la Guerra Civil siempre en el fondo,
retratando cual cainismo patrio el choque entre dos hermanos (cual si fuera
España), uno Nacional y otro Republicano, y como esto afecto a sus respectivas
familias. Siendo extraño y sorprendente como se pone claramente del lado de los
perdedores (esa paliza desgarradora que el tío da a Luis quiere claramente ser una
alegoría de la violencia imperante durante el régimen franquista), satirizando
y caricaturizando a los vencedores, ello en una España aún Franquista, con su
censura imperante. El protagonista con motivo de la muerte de su madre regresa,
tras mucho tiempo, a un pueblo de Segovia donde vivió unos años de infancia al
lado de su prima. Un retrato macilento sobre la mirada al mundo iniciático, que
bien puede entroncar con la bergmaniana “Fresas salvajes” (1957), donde un
hombre mayor durante un viaje hace
Carlos Saura incluye elementos
autobiográficos en su cine y en este caso lo hace con el plano inicial que abre
la película (se retrata a unos niños en un edificio que ha sufrido las
consecuencias de un bombardeo, experiencia personal de Saura durante su
infancia en un colegio de Barcelona que recibió el impacto de una bomba
mientras él se encontraba en clase). Esto expuesto en el inicio donde vemos una
habitación cargada de humo, mobiliarios tirado por los suelos, niños por el
piso, mientras unos clérigos los ponen pie, estamos ante las consecuencias de la
caída de una bomba en los aledaños de un colegio religioso.
Film que consigue conmover
en gran mediada por el gran trabajo del madrileño López Vázquez, su mirada
lánguida, su mesura, su flema, su laconismo, su dulce comportamiento con
Angélica que mimetiza de un modo turbador con la hija de esta resulta una
radiografía dolorida de un pasado que nunca llegó a consumar lo que él protagonista
hubiera querido, esto reflejado en ese angustioso viaje en bici donde todo pudo
haber cambiado. Un microcosmos del pasado marcado a fuego por las circunstancias
geosociales, por la guerra y el miedo, esto reflejado en el tío de Luis y su
radicalismo que intenta exponer al fascismo en su conservadurismo, y por la
educación clerical fundamentalista, esto visto en varias fases, sobre todo remanente
de que los padres de Luis lo dejaron interno en un colegio religioso, allí
tenía pesadillas con una monja estigmatizada y mortificada, y también están los
discursos de los curas sobre el enfrentamiento cainita entre los dos bandos. O
el punzante interrogatorio sibilino que un cura hace a Luis sobre Angelica
sobre si se han dado un beso. La familia de la madre es del bando Nacional y la
del padre es del republicano, por ello son ‘la oveja negra’. Para Luis el modo
de escapar a esta opresión ambiental es el amor que siente por su prima que
nunca termina de dar el paso, lo deja en amor platónico. La inocencia, la
pureza, la ilusión, todo ello conmueve en gestos como cuando Angélica marca
sobre un monumento de piedra los nombres de ambos y la fecha, y pasamos al presente
y la hija de Angelica con un papel calca esto, el pasado y presente unido, ello
con la mirada compungida de Luis. Siempre barreras de por medio en este amor
fou, de niños el cerril padre, y de mayores un matrimonio insatisfactorio, en
ambos casos Luis no sabiendo o no queriendo por cobardía dar el paso definitivo.
La historia queda
cincelada desde una maravillosa escena que describe la inquietud y el temor a
lo desconocido. Estamos en el 18 de julio de 1936 en Logroño, los falangistas
intentan un primer golpe de Estado en Barcelona: Estamos en un apartamento que
nos transmite claustrofobia, no salimos de allí en toda la secuencia. Allí está
el niño Luis, su abuela, su primo, su tío y su tía, tiene las persianas cerradas,
la radio no funciona, afuera se oyen disparos continuos, dentro no saben lo que
pasa, quien gana y quien pierde. Tocan violentamente a la puerta y el miedo asola
a todos, se quedan en silencio mirándose unos a otros y sin querer abrir. Y entonces
llega la ‘buena nueva’, gritan que son de los nuestros, pero el tío fascista
(el mismo actor que en el presente espeta a Luis: "Ya veremos si las cosas
van bien para tu padre y los de su prole".
Es el retrato de una
generación marcada por la Guerra Civil y el post-conflicto, esa que marcó al
director Saura. Una infancia donde muchas familias se partieron, donde muchas se
vieron obligadas a separarse (esa dura secuencia en que Luis ve a su madre a la
vera de una carreta en medio de la nada, tratando de consolar a su hijo sobre
que lo pasará bien una temporada con su (fascista) tío (demasiado obvia la
caricatura de que a este es alcanzado por metralla en el brazo y deben escayolárselo
rígido hacia adelante, cual saludo facha), y con Luis queriendo no separarse de
sus padres. Una generación dónde hubo vencedores y vencidos, donde muchos
sueños fueron rotos.
El presente es mostrado mediante
la familia de Angélica, casada con un charlatán que proyecta planes inmobiliarios
de buenos réditos gracias a sus contactos con el poder de la dictadura. Mientras
Angélica vive un matrimonio infeliz, casada con un tipo que la engaña. Hay
entra cual potencial Príncipe Azul Luis, pero este tiene el mismo problema de
su niñez, la falta de arrojo para dar el último paso.
Se le puede achacar que
el film termina siendo algo esquemático y falto de punch para tener más profundidad,
pero esto lo remarco porque pienso aún podría haber sido más. Aunque su rush
final me ha resultado entrañable en su fuerza dramática dónde se funden
presente y pasado de modo *punzante.
Spoiler:
*Me refiero a cuando Luis
se marcha de casa de su prima Angélica, y ya en la calle ve a la hija (sin
trenzas)paseando en bici, y le pide cogerla y entonces la monta en ella y
pasean, y entonces vuelve el pasado, Luis lleva a su prima (con trenzas) en
bici huyendo del pueblo en Logroño en el bando Nacional a Madrid en poder d ellos
Republicanos, donde están los padres de Luis, ella le dice que seguro le gustará
Madrid, pero se preocupa por su madre (no por su padre), Luis le dice que le puede
escribir una carta. Pero se cruzan con unos militares, y estos los llevan de
vuielta al hogar de los padres de ella. Allí el tío de Luis lo lleva a un cuarto
donde le dice que se ponga de rodillas, él mayor se quita la correa y comienza
a darle de correazos, Luis se retuerce en el suelo de dolor, mientras el ‘0verdugo’
no tiene compasión y continua, entonces la cámara pasa a que veamos a Angélica,
sentada y con su madre tras ella haciéndole trenzas, mientras oímos de fondo
los latigazos, rotos por la entrada del tema extradiegético “Rocío” entonado
por Imperio Argentina, dejando un poso trémulo con el último plano de Angélica.
En el final se sobre
impresiona que la película está dedicada a Charles y Oona Chaplin, los padres
de la entonces compañera (y frecuente colaboradora) de Saura, Geraldine, quien no
aparece en esta.
Saura describió a Luis,
el personaje principal de la película, una persona profundamente tocada por la
Guerra Civil. Personalmente, explicó Saura, “Nunca estuve de acuerdo con la
idea generalizada de que los años de la infancia son los años dorados de la
vida, tal vez por mis propias experiencias. Por el contrario, me parece que la
infancia es un período particularmente incierto porque, entre otras razones, la
infancia se vive casi en su totalidad en un mundo intermedio, y se desarrolla
en un mundo de grandes miedos y grandes necesidades de todo tipo. Y todo eso
deja cicatrices profundas e imborrables, sobre todo cuando uno tiene que vivir
en un ambiente hostil, como los protagonistas de la película.
Estimulante film con una
gran actuación de López Vázquez. Gloria Ucrania!!!