EL ÚLTIMO BOLCHEVIQUE.
Interesante documental dirigido
por el francés Chris Marker, abordando la figura de su gran amigo, el cineasta
y realizador ruso Alexandre Medvedkine (1900-1989), durante toda su vida fue un
comunista convencido y que paradójicamente sus películas fueron repetidamente
prohibidas en su país, aun así (como buen masoquista) no dejó de creer en esta (falsa)
utopía. Medvedkine tenía diecisiete
años cuando estalló la insurrección en octubre de 1917, y veinte años durante
la guerra civil. Pasa por los juicios estalinistas y su película “Le Bonheur”
(1934) es atacada por “bujarismo”. En este documental, estudiantes de cine
expresan su admiración tras ver por primera vez la su emblemática película “Le
Bonheur” (que no he visto, pero que pongo a ello), y varios de sus
contemporáneos opinan sobre su vida y obra. El escritor y crítico ruso
Viktor Dyomin resume el enmarque de Medvedkin en la dualidad, fue “la tragedia
de un comunista puro en un mundo de aspirantes a comunistas”. Este
espíritu de convicción radical es lo que le llevó a unirse al Ejército Rojo
durante la Guerra Civil Rusa y, en la década de 1920, a dirigir películas
educativas y de propaganda. Ese mismo espíritu resultó en su construcción de un
“tren cinematográfico” –una unidad de proyección de películas sobre rieles– que
recorrió la inmensa longitud de la Unión Soviética para documentar la creación
de una nueva sociedad colectiva. Pero el idealismo revolucionario de Medvedkin
no lo había preparado para lo que encontró durante el viaje. Las granjas
colectivas no producían cosechas, las nuevas fábricas estaban en mal estado y
no funcionaban, y las condiciones de vida de los campesinos eran tan miserables
como siempre. El metraje filmado por el equipo del tren de filmación no
coincidía con las afirmaciones oficiales sobre una utopía en ciernes, pero en
lugar de usarlo para documentar la realidad, el proyecto se abandonó. El
film termina siendo el reflejo de como un convencido de la causa tuvo para
sobrevivir mentir en su cine. Medvedkin termina chocando en su idealismo
comunista con la omnipotente maquinaria del autoritarismo y la deshumanizadora
burocracia.
‘Se inicia cuando
Medvedkin tenía 17 años y comienza la Revolución Rusa, y que más tarde cabalgó
con los bolcheviques rojos contra la Guardia Blanca zarista durante la Guerra
Civil posterior de 1918 a 1921. Después de las tomas de poder bajo Lenin y los
bolcheviques, se forma la Unión Soviética. Después de la muerte de Lenin en
1924, Stalin gobierna con mano de hierro. Medvedkin utiliza el “ciné-tren” como
lugar para que su propia productora haga películas de propaganda y las exhiba
por todo el país. Lo que sigue es la incredulidad de Medvedkin ante los ataques
a su mejor película, la parábola del fabulista campesino “La felicidad (1932)”,
cuando se le acusa de ser anti-Stalin y pro-Bujarin. Durante la WWII, Medvedkin
estuvo en primera línea con otros camarógrafos manejando cámaras de mano para
contar la historia de la guerra. Habla del reinado brutal y las purgas de
Stalin hasta su muerte en 1953, e inmediatamente después de su muerte, el
desfavorecido Stalin se olvida repentinamente. La película terminará en 1989
con la propia muerte de Medvedkin. En la era posterior a Stalin, su aclamación
como cineasta se redescubre en el país y en el extranjero debido a los festivales
de cine en París. La muerte oportuna de Medvedkin se encuentra en la era
optimista de la perestroika de Gorbachov, que el cineasta respaldó y pensó que
podría justificar su fe en seguir siendo bolchevique, uno de los últimos
dinosaurios de este tipo.’
Marker es un obsesionado
con exponer los recuerdos en sus obras, lo hace de forma que encandile al
espectador con el poder mágico de las imágenes, aquí entra en el mundo velado
de las ansias de propaganda soviética y como maleó a maestros del Séptimo Arte
como Sergei Eisenstein (se comenta que su “Octubre” tuvo que ser reeditada para
eliminar del montaje a al desterrado Trotski), Dziga Vertov, o este Medvedkine,
cineastas estos dos primeros con los que se hacen comparaciones con el protagonista
mucho menos conocido. Aunque también se podría ver a Medvedkine como un MacGuffin para hablar realmente
de la historia de la URSS, sobre como comenzó con una gran ilusión y fue degenerando
en una gran Mentira, y este cineasta es epítome de ello.
El documental está
narrado en segunda persona (echo que puede desorientar al espectador) como una
serie de seis cartas escritas al cineasta soviético por su amigo Marker, tras
de su muerte. La película consta de entrevistas con Medvedkin antes de su
muerte, y con sus contemporáneos que aún vivían en 1993, cuando se hizo la
película (incluida la viuda del novelista Isaac Babel, que murió en un gulag en
1940), y finalmente joven película rusa hacedores o eruditos que se han convertido
en devotos de su obra. Babel había trabajado de cerca con Sergei Eisenstein en
"Bezhin Meadow", una película que, al igual que
"Happiness", tuvo problemas con la censura soviética e incluso
comparte sus preocupaciones sobre un kulak traicionero.
‘El misterio es cómo un
cineasta así, que se empeñaba en hacer películas difíciles e incómodas, cuyo
comunismo muy sincero era un escollo para el estalinismo oportunista, cuyos
trenes-estudios revolucionarios (donde viajaría por toda Rusia, filmaba a la
gente y procesaba el material de inmediato) en realidad, sin saberlo, expuso
las fallas de la Revolución: cómo sobrevivió un hombre así a las grandes purgas
estalinistas de la década de 1930, y de hecho vivió hasta la gran vejez de 89,
especialmente cuando hombres como el escritor Isaac Babel y el director de
teatro Meyerhold (cuyo único 'delito' fue encontrar sus métodos artísticos
fuera de sintonía con los decretos estalinistas) fueron encarcelados en campos
de concentración y asesinados? Marker, el detective, entrevista a testigos (la
hija de Medvedkin, antiguos colegas, la esposa de Babel), analistas (los
jóvenes estudiantes que se enamoraron tanto de su trabajo que decidieron
resucitarlo, críticos de cine), además de investigar los archivos. Sus
investigaciones son sorprendentes y deprimentes.’
Es un recorrido el
metraje por las distintas fases de la Unión Soviética, desde el ilusionante
comienzo con el leninismo, el terror del estalinismo, la paradójica desestalinización,
hasta la llegada de Gorbachov y su refrescante perestroika. Un recorrido que
huele a un tránsito de la esperanza quimérica a la desilusión que no se quiere aceptar,
resistiéndote a aceptar. Donde sobre todo el cineasta se encuentra con la
contradicción de que queriendo ensalzar la vida tras el zarismo en las
poblaciones rurales, con su proyecto de trenes con estudios de montaje, los
campesino en masa iban a ver lo que habían grabado por la mañana trabajando duramente
en los campos, editado por la tarde y proyectado a la noche, era un entretenimiento
endogámico turbador que los distraía realmente de la realidad de su miseria, y
esto termina reflejando la podredumbre imperante (los vemos dormir en el suelo
sobre paja, hacinados decenas cual animales en un establo) por la nefasta
organización que provocó Stalin. Y al reflejar la pura realidad de lo que era
el comunismo era un agravio para el régimen que lo había creado. Esta presión
sobre el cineasta hizo que terminara haciendo fantasías sobre el mundo de la piruleta
de la ‘felicidad’ reinante en la nación (puaj!!!).
Asistimos al tránsito al
desencanto, al darwinismo, donde vemos películas con franjas negras que
significa que han eliminado la presencia de un ser molesto para Stalin. Pero Medvedkine mira la opresión soviética con
condescendencia, de modo tribal, pues como son los suyos debe tolerar sus
desmanes, igual cambiaran debía pensar.
Pero el documental tiene
el defecto que se está poniendo en un pedestal a Medvedkine como un gran
cineasta, cuando en realidad no vemos esto, es un creador desconocido, y ni
Marker se preocupa por exponerla, más bien parece todo una excusa para
contarnos lo que fue la URSS. Marker da por sentado que todos debemos conocer
la ‘grandeza’ de Medvedkine. También queda en una nebulosa como siendo ‘supuestamente’
su cine contestatario con Stalin, el cineasta siguiera haciendo cine con el tirano.
Nos hablan de otros cineastas que fueron encarcelados en gulags, pero él estuvo
siempre libre y trabajando. Por lo que termina siéndome un poco metido con calzador
que se dedique esta película a este director, estando por ahí (por ejemplo) precisamente
nada menos que el enorme Eisenstein. Por lo que el documental termina haciéndoseme
algo largo en el metraje, con morcillas en modo elementos que estiran el metraje
sin sentido orgánico. Aunque su tema central de como el advenimiento de la URSS
llenó de gozo a muchos, y luego se dieron cuenta que habían sustituido una monarquía
(en realidad esto no es así, pues la revolución Rusa no fue para derrocar al
Zar, esto es una gran mentira, que a base de repetirla mucha hgente la comprado.
Pues el Zar en octubre de 1917, estaba preso con su familia en una casa; El
alzamiento fue contra la República democrática que entonces presidía Kerenski) por
una tiranía, aunque aquí parece que Medvedkine comulgaba con ruedas de molino.
‘Los años 20 fueron un
periodo de relativa libertad (sobre todo si lo comparamos con lo que vendría
después) tanto a nivel económico como cultural, el legado (algo forzado por los
hechos) de Lenin fue la NEP (Nueva Política Económica) que preconizaba la
capacidad del campesinado para vender libremente sus productos y abonaba el
terreno cultural para el florecimiento de nuevas tendencias en el cine, la
literatura, el teatro, etc... que no iban a tener parangón en el resto del
mundo: Pudovkin, Vertov, Meyerhold, Stanislavsky (sí, el del método) situaban a
un país que apenas 10 años antes era un ejemplo de feudalismo medieval a la
vanguardia del arte mundial. Todo eso cambió en 1928, la permisividad de la NEP
con el comercio privado de los productos agrícolas había supuesto el nacimiento
de una clase acomodada (para los cánones del país), los kulaks, y un atraso
industrial con referencia a las grandes potencias, Stalin decidió resolver el
problema a las bravas y desmanteló el uso privado de la tierra, forzando a los
pequeños propietarios a unirse en granjas colectivas (los koljoses que aparecen
en la película) cuyas cosechas, compradas por el Estado y destinadas a la
exportación, serían la fuente de las divisas que financiarían la forzada
industrialización del país. Las consecuencias de esta colectivización forzada
serían una hambruna que condenaría a la inanición a millones de seres humanos,
la persecución de los kulaks antes mencionados como enemigos de la clase obrera
y una ruptura dentro del seno del partido bolchevique que separaría a los
defensores de la industrialización y a los partidarios de mantener el régimen
mixto de la NEP (como Bujarin que aparece varias veces en el documental), estos
serían primero apartados, luego denunciados como traidores al partido y a la
patria y finalmente ejecutados (véanse los procesos judiciales también
presentes en la peli). Estos eventos configuran la tragedia de Medvedkin y de
tantos otros comunistas, la tragedia de su sincera militancia, de su confianza
en que las ideas de Marx y Lenin llevarían a la humanidad a la felicidad y su
constatación de la ejecución práctica de esos ideales y sus terribles
consecuencias: defender la revolución de octubre y sus incontestables
conquistas sociales con respecto al feudalismo cuasi medieval de los Romanoff o
denunciar los masivos asesinatos estalinistas, su nulo respeto con los derechos
individuales?’
Documental que tiene
atractivo, aunque con algún contrapeso. Gloria Ucrania!!!
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