lunes, 4 de agosto de 2014





SIN NOVEDAD EN EL FRENTE. (1930)


Una de las Más Grandes Odas al antibelicismo que se hayan hecho nunca, más de 80 de su realización que no le han hecho mella, su frescura y mordacidad la han atomizado, siendo de gran influencia para posteriores grandes cineastas. Lewis Milestone realiza una de los más conmovedores alegatos contra una de las mayores lacras que el ser humano ha creado uno de “Los Cuatro Jinetes Del Apocalipsis”, la Guerra y todas sus nefastas consecuencias. Su profundo mensaje Humanista era tan pernicioso para el poder de Maestro de Marionetas de los gobiernos que estos temieron que su pacifista contexto podría influir en la gente, tanto que los nazis en Alemania la boicotearon con manifestaciones frente a los cines donde se exhibía, llegando a soltar ratas y tirando bombas fétidas durante su proyección, en muchos países se prohibió, en Alemania se prohibió por anti-alemana y en Polonia por pro-alemana (¿!!?), los gobernantes no quieren que sus ciudadanos vean la realidad de las contiendas bélicas, pretenden pintárselas de idealistas y glamurosas. La Academia de Cine la premió con el Óscar a la mejor película y a la mejor dirección.


La cinta arranca con un mensaje sobreimpresionado que da idea que estamos ante algo de calado emocional: <Esta historia no es una acusación ni una confesión, y aún menos una aventura, pues la muerte no es una aventura para aquellos que se enfrentan de pie a ella. Trata simplemente de una generación de hombres que, aunque escaparan de las bombas, quedaron destrozados por la guerra.>



En el inicio de la Gran Guerra en Alemania Paul Baurner (gran Lewis Ayres) forma parte de un grupo de muchachos que son arengados en un apasionado discurso por un profesor de secundaria, Kantorek (gran Arnold Lucy),  para alistarse en el ejército germano y combatir al enemigo para defender la patria. Enfervorecidos se apuntan, primero son adiestrados por el oficial Himmeltoss (buen John Wray), un arrogante tipo que en su pueblo era el cartero, después son enviados al frente Oeste, una vez en las trincheras se unen a una compañía de veteranos que están de vuelta, son testigos del caos imperante, su idealismo y entusiasmo se irá tornando en frustración al darse cuenta de la gran mentira que es la Guerra, el hambre, el miedo, la sinrazón, la crueldad, la muerte, donde lo único por lo que vale la pena luchar es por el compañero. El líder de la compañía es el carismático Katczinsky (gran Louis Wolheim), el que intentará con su picardía y enseñanzas que vivan un día más. 


Se basa en la novela homónima del germano Erich Maria Remarque, veterano de la Gran Guerra y que plasma en el libro sus experiencias en el conflicto, el jefe de los Estudios Universal, Carl Laemmle se hizo con los derechos para plasmar la obra en una superproducción que costó 1,2 millones $, siendo el primer gran film del cine sonoro. Lo guionizan George Abbott, Maxwell Anderson (“Cayo Largo”),  Del Andrews, y el no acreditado director, alteran los tiempos de la novela, esta comienza con los jóvenes ya en plena guerra, recordando tiempos pasados, el libreto se desarrolla cronológica y linealmente, con una composición de momentos únicos, de los que manan estremecedores sentimientos, con una descripción de personajes con los empatizas y con los que sufrirás. La cinta discurre en tono pesimista, realista recreación del tránsito del artificioso idealismo de de formar jóvenes Patriotas que luchen abnegadamente por una causa, aunque esta causa les sea ajena, pasando gradualmente de la ilusión, al desencanto, la decepción, la frustración, la desesperación, nos habla de la sinrazón, de la inutilidad, de la futilidad de las Guerras, nos cuenta que la victoria es permanecer vivo, que el inicial idealismo deriva en que únicamente luchas por el compañero. Esto lo hace con un fastuoso reflejo de la dura vida en las trincheras, no escatiman autenticidad, exponiendo la crudeza mostrándolas embarradas, mugrientas, con ratas entre los soldados, pasando hambre, con el constante sonido de fondo de las bombas enemigas cayendo, conviviendo con la muerte, impresionantes batallas, magníficamente rodadas, donde se muestran los horrores de estas con imágenes imperecederas como las manos amputadas que quedan colgando en una alambrada, Sublime. La cinta pone el acento en desmitificar la guerra, en despojarle de cualquier glamur, aquí no hay héroes solo supervivientes. 


La guerra la veremos desde el punto de vista de los soldados rasos de infantería, son peones movidos por caprichosas manos, nunca sabremos donde están o cual es la estrategia de combate, no se nos explica porque guerrean, pero se nos enseña la manipulación a la que chicos volubles son sometidos con argumentaciones pomposas, hinchadas de nacionalismo que nos es más que el McGuffin para azuzar a las masas, jóvenes que sueñan con ser héroes, en sus casas la madre sabe ver que la Guerra es el Infierno, el padre se siente orgulloso de que su hijo se vaya a las fauces del lobo, fruto de una educación torticera. Se nos relata con esmero todo el trayecto desde el adoctrinamiento en la escuela, el adiestramiento, la llegada a las inhóspitas trincheras, la relación con los veteranos, las primeras misiones, el hambre, las ,batallas, los deprimentes hospitales con sus fallecimientos, amputaciones y traumas de guerra o los permisos de vuelta a casa donde ya se encuentran fuera de lugar. 




Gran parte del éxito del film es su extraordinario elenco actoral, con el acierto de no poner a estrellas para no desviar la atención a lo superfluo, con unos intérpretes que transpiran veracidad, humanidad, y de lo más complicado, contención, pues los actores provienen todavía del cine mudo donde el histrionismo era la forma de emitir emociones, aquí transmiten naturalidad. El amo y señor de la función es Louis Wolheim como el veterano Kat, Colosal, ayudado por un físico tallado a machetazos emite un portentoso carisma, dota a su rol de un patinado paternal conmovedor, su lenguaje gestual apabulla, lamentablemente murió de cáncer un año después del estreno de la cinta con 51 años, como curiosidad su nariz rota en un partido de futbol en la universidad se la quiso operar para hacer de galán pero los ejecutivos de la United Artists consiguieron una orden de restricción para la cirugía. Lewis Ayres es el protagonista resulta entrañable en su papel, emite toda la gama de matices que requiere, con momentos apasionantes, con discursos arrolladores de poderío como el que da a los alumnos en un permiso, alertándoles de lo perniciosos de la guerra mientras estos le abuchean por considerarlo antipatriota, tan marcado quedó por su rol que durante la WWII se hizo objetor de conciencia, sirviendo durante la contienda en el Cuerpo Médico en el Pacífico Sur. Slim Sommerville como Tjaden realiza una fenomenal labor como alivio cómico, y derrochando ternura. 


Puesta en escena espléndida con brillante dirección artística de William R. Schmidt y Charles D. Hall (“El Doctor Frankenstein”), con un estupendo pueblo teutón, unas tremendas trincheras, un aterrador campo de batalla, fruto de 20 hectáreas den un rancho californiano, con miles de extras en una pavorosa coreografía de la muerte, más de 2000 excombatientes alemanes residentes en Los Ángeles sirvieron de extras militares, algunos incluso hicieron de asesores técnicos (entre ellos el posterior director Fred Zinnemann despedido por imprudente), con los lúgubres hospitales, o el vestuario, esto maximizado por el grandioso trabajo de cámara de Kar Freund (“Metrópolis”) y Arthur Edeson (“Casablanca”), con espectaculares travellings en las trincheras, con prodigiosas tomas en las batallas, con secuencia subjetiva estupenda cuando vemos a Paul asistir a un caótico enfrentamiento entre tropas con él situado en un cráter de una bomba, genial o cuando la cámara actúa de ametralladora, a esto se añade no poner música porque se confía tanto en el relato que la música puede resultar maniquea y sensiblera. 



Del film brotan momentos Magnos para el Séptimo Arte: El inicio Apoteósico con el desfile militar por el pueblo en medio de los vítores de las gentes, luego hay un contrazoom la cámara retrocede por el ventanal de un colegio, un excitado maestro alecciona a sus alumnos sobre los parabienes de la “Patria”, de fondo se siguen viendo por las ventanas a los militares, con los chicos escuchando obnubilados la arenga e imaginándose victoriosos y triunfadores, con apasionados primeros planos los vemos decir que se alistaran, terminan cantando “Die Wacht am Rhein”, poseídos por la artificiosa vena patriotera, o el intenso tramo en que el grupo de novatos dirigidos por Katz colocan en la noche alambre de espino contra incursiones enemigas, o cuando tras una batalla el cocinero no quiere dar de comer a la compañía por que ha hecho para 150 y solo hay 80, el resto están muertos, surrealista, o el Descomunal tramo en que seguimos un par de botas de un muerto, y un primoroso montaje van pasando de desgraciado a desgraciado soldado, o cuando en una extraordinaria secuencia de una batalla de los alemanes contra los franceses, Paul durante la anarquía de la refriega cae en un cráter de un obús, allí se queda contemplando cómo se producen ataques y contraataques, un soldado galo (Raymond Griffith) cae en el agujero, pelean los dos con la bayoneta, Paul hiere mortalmente al francés, agonizando entre sollozos este durante interminables horas, tiempo en el que Paul se desespera ante lo que ha hecho, no encuentra sentido a por que debe luchar contra alguien que ni conoce, expresado de modo trémulo:  <Cuando saltaste aquí, tú eras mi enemigo y tuve miedo de ti. Pero solo eres un hombre como yo, y te he matado. Perdóname, camarada! Di que me perdonas. Oh, no, estás muerto! Estas mucho mejor que yo. Ya has terminado aquí. Ya no pueden hacerte nada más. Oh, Dios! Por qué nos han hecho esto? Sólo queríamos vivir, tú y yo. Por qué nos han enviado aquí a matarnos los unos a los otros? Si tiramos estos rifles y estos uniformes, podrías ser mi hermano, como Kat y Albert. Tendrás que perdonarme, camarada, escribiré a tus padres, escribiré… (y busca en el muerto alguna identificación y encuentra fotos de sus hijos)>, excelso reflejo del absurdo de las guerras, o los tremebundos  dos tramos en el hospital, primero asistimos a como un soldado a punto de morir, el otro dura más y las amputaciones de miembros derivan a un ambiente  tétrico, o cuando 3 soldados alemanes visitan furtivamente a 3 granjeras francesas solitarias, les llevan comida y a cambio consiguen una noche de placer en la cama, tras lo cual en un precioso fuera de plano solo vemos sus siluetas, los oímos charlar con ellas tiernamente, lo paradójico es que ninguno habla el idioma del otro, o cuando regresa Paul a su pueblo con permiso y asiste a la visión glamurosa de los ancianos con soluciones fáciles para acabar con la guerra, o la fascinante de Paul escuchando a su antiguo profesor Kantorek arengar a la clase igual que él lo fue, pero las cosas han cambiado mucho, el profesor pide a Paul aleccione a los muchachos con sus épicas experiencias y este les desinfla el globo: <Vivimos en las trincheras por ahí Luchamos Tratamos de no ser asesinados, pero a veces somos nosotros>, y por supuesto su Glorioso final (spoiler), todo un dechado de valentía, de un lirismo exacerbado.


Film que debería ser de visión obligatoria en los institutos, un profundo Canto al sinsentido de las Guerras, está en mi Olimpo particular, turbador alegato al Despertar de la Inocencia, una OBRA MAESTRA. Fuerza y honor!!!











Spoiler: 


Su bello y poético final es original, no estaba en el libro. Tras la vuelta del permiso de Paul,  Katz muere por una bomba de un avión junto a él, luego lo vemos melancólico en una trinchera, observa con dulzura una mariposa sale fuera para tocarla, vemos extender su brazo, acercarse a la mariposa y escuchamos un disparo, el brazo se encoge, Paul ha muerto (esto entronca con una imagen al inicio del hogar de Paul en que se ve una colección de mariposas, esto fue ideado tras la finalización del rodaje, los actores no estaban disponibles, y el brazo que se ve es el del director Lewis Milestone), tras lo cual vemos un infinito camposanto de cruces, y sobre él sobreimpresionado vemos los rostros alegres de los soldado muertos, Descomunal metáfora, 

Frases Memorables: <Luchamos contra ellos, los matamos con nuestras propias manos, y sin embargo son seres humanos como nosotros, con sueños y esperanzas, con tan pocas ganas de morir como nosotros mismos>/ <Aún piensa que es dulce y hermoso morir por la patria. Pensábamos que usted lo sabía, pero el primer bombardeo nos enseño lo contrario. Es sucio y doloroso morir por la patria; Cuando se trata de morir por la patria, es mejor no morir. Hay millones muriendo por la patria y que tiene eso de bueno>/ <Vivimos en las trincheras y luchamos. Tratamos de no ser asesinados, eso es todo>/ Paul Baumer: <La guerra no es más que una farsa>/ <Es triste e inservible morir por la patria; la mejor forma de servirla es vivir en ella y por ella>.


Antológica escena en que los soldados charlan sobre las génesis de las guerras: - Y cómo empieza una guerra? - Bueno, un país ofende a otro. -Cómo puede un país ofender a otro? Estás diciendo que una montaña alemana se enfada con un campo en Francia? - Mira estúpido, un pueblo ofende a otro. - Ah, sí? Pues yo no debería estar aquí. Yo no me siento ofendido. –Los vagabundos como tú no cuentan. –Bien, entonces me voy ahora mismo. –Inténtalo, quieres que te fusilen? – El Káiser y yo pensamos lo mismo sobre esta guerra. Ninguno de los dos la deseábamos, así que me voy a casa. Él ya está allí. - Alguien ha debido de quererla, tal vez los ingleses.- No quiero dispararle a ningún inglés, no había visto uno hasta llegar aquí, y la mayoría de ellos nunca habían visto un alemán hasta llegar aquí- Bueno, alguien debe de estar beneficiándose con esto.-Ni yo ni el káiser. - Todo gran emperador necesita una guerra para ser famoso, así es la historia, los generales también necesitan una guerra, y los industriales se enriquecen.- Creo que es más bien como una fiebre. Nadie en particular la quiere y de pronto, aquí está, nosotros no la queríamos, los ingleses tampoco, y aquí estamos luchando!- Te diré cómo debería resolverse todo esto. Siempre que se avecina una gran guerra, deberíamos acordonar un gran campo, vender entradas y un buen día deberíamos agarrar a todos los reyes, sus gabinetes y generales, ponerlos en el centro del campo en calzoncillos y dejar que se peleen con garrotes. Y que gane el mejor país. –Bueno ahora que está todo arreglado vamos a ver a Kemmerick. 

2 comentarios:

  1. Ayer la vi y todavia estoy reponiendome. Una obra de arte. Estupenda crítica Tom :)

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  2. Excelente crítica, para una obra maestra tan humana, que nadie quiere ver de frente.

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