THE ACT OF KILLING. (DOC.)
La Maldad De Los
Idiotas.
Anwar Congo |
35/18(23/02/14) Impactante
documental realizado por el texano Joshua Openheimer junto a Christine Cynn y
un anónimo indonesio, escalofriante documental, que con la sutileza de no
enseñar sangre ni a un solo muerto nos abre las carnes el relato de estos
vanidosos carniceros. Está producido entre otros por el alemán Werner Herzog
que dijo cuando lo vio <No he visto nunca una película
tan potente, surreal y terrorífica en al menos una década>. El escenario es Indonesia, allí se dirigió Oppenheimer a realizar
un documental sobre el genocidio que se produjo en el país entre 1965 y 1966,
tras el derrocamiento de Suharto al presidente comunista Sukarno, derivando en
que el dictador purgó a una cifra indeterminada de comunistas que van del medio
millón a los 2’5 millones de personas, este holocausto fue llevado en gran
parte por milicias paramilitares que metían en el saco de comunistas a todo
opositor, intelectual, agricultor, chino y más posibles rivales, esto con el
visto bueno de las potencias occidentales que se encontraban en plena Guerra Fría.
Oppenheimer comenzó el rodaje hace siete años, se encontró que casi 50 años
después poca cosa ha cambiado en la nación asiática, los vencedores siguen en
el poder, y su ansiada recopilación de testimonios de los que sufrieron la
masacre se encontró con múltiples dificultades, así que cambió el rumbo de su
trabajo al darse cuenta que los sicarios o gánsteres, como gusta llamarse,
campan a sus anchas, en total impunidad, siendo héroes locales venerados, que
aún hoy se jactan de sus asesinatos. El documental tiene 2 versiones, la
comercial de 115 minutos, y la versión extendida con 159 minutos, es esta
última la que comentaré, igual se hace algo redundante, pero si hubiera visto
la reducida pediría ver la larga.
Joshua Oppenheimer |
El director
se fija en Anwar Congo, anciano de imagen tierna que se vanagloria de haber
matado a más de 1000 personas, fue uno de los fundadores de la más grande
milicia indonesia, Pemuda Pancasila (organización que tiene hasta a ministros
en el gobierno), un escuadrón de la muerte sanguinario. Llama la atención de
que en sus orígenes Anwar junto a su amigo Adi Zulkadry eran delincuentes en
Medan (Sumatra del Norte) dedicados a la reventa de entradas para el cine
americano (a las que Anwar es un aficionado, sus ídolos son John Wayne, Elvis Presley
y Al Pacino), de gran demanda, llegaron los comunistas al poder y las cintas
estadounidenses se cortaron, derivando en el cabreo de Anwar y compañía, por
supuesto lo más ‘normal’ es que si luego el entrante dictador les conmina a
eliminar a comunistas estos lo hagan encantados, autodenominándose gangsters,
palabra que ellos traducen como ‘Hombre Libre’, término con el que se trataba a
los piratas en Indonesia. También es protagonista un tipo orondo, Herman Koto,
un cuasi-Falete, un admirador de las ‘gestas’ de Anwar, un estrafalario hombre
que se deleita travistiéndose cual Carmen Miranda.
Oppenheimer
tras charlar con algunos de los genocidas y saber de su afición por el cine les
propone un retorcido juego, hacer una película sobre sus ‘hazañas’, así que
prepararan un casting para representar ante las cámaras sus barbaridades, en un
tono de serie z, con lo que los asesinos rememoraran sus matanzas, con estilo
revoltijo de géneros que estos desequilibrados más degustan, el cine negro de
gangsters y el musical, convirtiéndose el documental en una especie de
making-off de este supuesto atroz film, surcado de confesiones desgarradoras de
muchos de los que participaron, salvajes que se sienten orgullosos de su
trabajo, su fuerza actual radica en sus cruentos métodos de antaño, un hábil
descenso a un Infierno donde se da cita aquello que dejó dicho Hanna Arendt
<La banalidad del mal>, gente que convivía con el homicidio de modo
rutinario, su labor era salir a la calle, atrapar a cualquier sospechosos de
disidente, torturarlo y matarlo.
La cinta es
una galería de situaciones y de relatos pavorosos, contados de modo tan
flemático que te hace dudar si lo que ves no es un fake, y es que además de
demostrar que eran unos monstruos, perdón, que son unos monstruos, exhiben una
mente tan cortita que aterroriza pensar que un país depositará su ‘seguridad’
en manos de estos dementes, con una mentalidad pueril. Es un macabro trabajo
que te deja turbado, un deprimente retrato de la Naturaleza del Mal,
radiografía de unas personas amorales, desalmados asentimentales, Bestias con
apariencia humana, seres repulsivos, que con un humor negrísimo describen sus
‘fechorías’ como actos traviesillos que una panda de chiquillos perpetra. El
director consigue un enfoque original y desconcertante al dar libertad a las
Bestias para que ‘disfruten’ con esta película dentro de una película, se creen
unas estrellas hollywoodienses y se vienen arriba, se desinhiben, Oppenheimer
con el recurso de que se ‘desnuden’ ante la cámara con sus
‘batallitas/recreaciones’ consigue dejarnos más helados que con imágenes de
archivo, nos asquea y desconcierta la trivialidad con la que nos escupen sus
masacres, nos revuelven las tripas con tanta frialdad ‘chistosa’. El film
divaga entre el surrealismo, la astracanada y el horror.
Oppenheimer
abre su documental con la cita de Voltaire < Está prohibido matar. Por tanto, todos los asesinatos son
castigados. Salvo aquellos que se practican en gran número y acompañados por el
sonar de las trompetas>, y se inicia con la desconcertante escena de un
número musical en un lugar paradisiaco coronado por una bella cascada y un lago, de la
boca de un enorme pez de metal salen unas bailarinas comandadas por una especie
de Drag Queen, una vez sacudidos por el momento kitsch conocemos a los
protagonistas y su historia, Anwar nos lleva a una terraza en donde con total
falta de emoción relata cómo asesinaba a los ‘comunistas’, y como por el asco
que le provocaba los charcos constantes de sangre perfeccionó su técnica hacia
el estrangulamiento con un alambre, para lo que lo escenifica con un amigo,
cruento, tras lo que dice se iba a disfrutar de una película de Elvis Presley,
esto le ponía de buen humor para seguir matando, tramo que marca el tono
bizarro del documental, también bailaba y fumaba marihuana para desconectar de
su ‘ordinaria’ vida.
El Monstruo con sus nietos |
La cinta está regada de momentos de gran calado emociona: Cuando Anwar y compañía cuentan como mataban tumbando a una persona amarrada en el suelo y le ponían la pata de una mesa en el cuello, ellos se sentaban en ella y cantaban para ahogar los gritos de la víctima, o cuando la cámara sigue por un mercado a los gangsters y vemos como extorsionan a los pobres tenderos chinos, los notamos aterrorizados, los vemos como héroes en un programa de televisión a Anwar y Herman, la entrevistadora los alaba, ellos gozan contando sus carnicerías como si hubieran exterminado cucarachas, y el público aplaude enfervorecido, totalmente surrealista, o el turbador momento en que uno de los actores amateurs, durante una pausa, cuenta distendidamente que pueden utilizar en el film una ‘anécdota’ que le ocurrió cuando era un niño, se llevaron a su padrastro de su casa a las 3 de la mañana uno de estos escuadrones mortales, su madre e hijos gritaban, a la mañana hallaron el cuerpo tras un barril, lo cogieron y enterraron junto a la carretera, <como una cabra>, dice entre risas estremecedoras, al darse cuenta de que pueden los oyentes no tomárselo bien, apostilla <Prometo que no os estoy criticando>, o cuando Adi da la clave <La historia la escriben los ganadores y nosotros somos los ganadores>, así que pueden hacer lo que se les antoje, solo ellos juzgan sus hediondos actos, o cuando uno de los ‘gangsters’ justifican sus crímenes, se molestan de que les digan criminales, se ríe de la Convención de Ginebra, y asevera <Ojalá me lleven al Tribunal Internacional de La Haya. Me haré famoso!>, o cuando Adi entre carcajadas cuenta como en 1966 salía con una china, cosa que no le incomodó para apuñalarlo, o cuando el vicepresidente de la nación en una reunión de Pemuda Pancasila glorifica el servicio leal que estos bárbaros con sus masacres han hecho a Indonesia, o cuando muestran como manipulan a la juventud con un film propagandístico en que ponen a los comunistas como cuasi-demonios, o cuando escenifican la quema de un poblado disidente, Anwar se sorprende, pues le resulta más espantosos de lo que él recuerda, durante este tramo vemos a un ministro de Indonesia corregir la recreación pues se muestran demasiado salvajes y se podría tener una idea distorsionada de cómo son, dantesco, o cuando intentan callar el llanto a una niñita tras una recreación, o la perturbadora escena del interrogatorio y el osito, atroz, o cuando Anwar se pregunta por qué los hijos de los asesinados no se han vengado, y en su recta final la cinta se retuerce enfermizamente vemos el final del musical en frente de la cascada, una de las víctimas de los escuadrones de la muerte felicita al travestido Herman por haberlo asesinado, alzándole los brazos en señal de triunfo, continua con Anwar viendo la grabación final en su casa, orgulloso de lo que ve llama a sus nietos para que vean con él como hace de víctima, devastador, Congo dice conmocionado <Las personas que yo torturé... sintieron lo que yo estaba sintiendo en ese momento, y se oye por única vez a Oppenheimer (sin verse) <No. Lo sintieron peor, tú estabas haciendo una película y ellos sabían que los ibas a matar>, valiente. Tras lo que Congo vuelve a la terraza de la muerte, allí parece derrumbarse psicológicamente, parece que el rodaje le ha afectado, tiene arcadas, parece ser Humano, no seré yo el que le compadezca, es un insulto a la Humanidad que seres como este tengan cabida en nuestro Mundo, lo malo es que siempre habrá maestros de marionetas que manejen en las sombras los hilos de estos Monstruos abominables.
El realizador tiene la
habilidad de dejar hacer con libertad a estas Alimañas, transmitiendo la condición
cuasi-infantil de estos Parásitos, consiguiendo una magnífica radiografía de la
maldad rutinaria, ordinaria, banal, sin remordimientos. Hecho en falta que nos
contextualicen en el tiempo y espacio de algún modo lo que vemos, se pasan de
asépticos, lo que puede llevarnos a alejarnos de que lo que vemos es real. Por
lo demás un documental muy bueno, sobre una temática siniestra abordada con
suma originalidad. Fuerza y honor!!!
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