martes, 4 de marzo de 2014


CALLE MAYOR (1956)

CALLE VERGÜENZA.

10(21/01/14) Juan Antonio Bardem nos ofrece aquí uno de los mejores films de la historia del cine español, un retrato deprimente de la sociedad de mediados de siglo en España, una desoladora radiografía de un tiempo recargado de machismo, de misoginia, y de decadencia moral. Fue una co-producción con Francia, por lo que varios actores son extranjeros, teniendo que doblarse.

El escenario es una ciudad de provincias cualquiera en la España de los 50, como bien remarca la voz en off del principio (de Fernando Rey), un grupo de amigos acomodados, mezquinos, inmaduros, amorales, egoístas, para escapar del tedio e dedican a gastar bromas pesadas, en la última retan a uno de ellos, Juan (gran José Suarez), a enamorar a una solterona de 35 años, Isabel Castro (brillante Betsy Blair), la broma se les va de las manos y se prometen, Juan es preso de la chanza, no sabe cómo salir airoso del entuerto, mientras Isabel se lo ha creído todo ilusionándose de modo juvenil.

Juan Antonio Bardem guioniza libremente la obra del alicantino Carlos Arniches ‘La Señorita De Trevelez’ (1916), no acreditado, que ya llevó a la gran pantalla Edgar Neville en 1935, originalmente era una tragicomedia  a la que el director despoja del tono humorístico convirtiendo estas supuestas dosis en elementos grotescos, también Bardem anula del relato al hermano de Isabel. El realizador madrileño con una idea muy simple hace un descarnado mosaico de una generación inmadura, aburrida, aséptica, insensible, ociosa, sin aspiraciones, egoísta, egocéntrica, narcisista, cobarde, ello en un entorno opresivo captado por Bardem de modo fascinante, un lugar marcado a fuego por los convencionalismos rancios, donde una mujer de 35 años si no está casada es señalada y compadecida como si una enfermedad tuviese, es una ‘Solterona’, y la mujer se siente asfixiada en este círculo vicioso y por ello es engañada fácilmente por un sin vergüenza, ella ve lo que quiere ver, no es capaz de ver la apatía de él. Es un fresco mezquino de una España profunda, de un pueblo que todos hemos visto, todos se conocen, todos cotillean de todos, todos son unos hipócritas, guardianes de una fétida doble moral, gente que se cree con el derecho de reírse de la ingenuidad y de la dignidad de los demás. Bardem realiza un sombrío lienzo en el que hace que un protagonista más sea la ciudad de provincias, con su Casino, su Iglesia, su estación de tren, su cine, sus bares, sus burdeles, su plaza con fuente, y por supuesto, su arteria principal, la Calle Mayor, todos se cruzan con todos, el escaparate de un pueblo donde se mezclan todo tipo de personajes con sus rutinas diarias. Bardem expone un cruento reflejo de la mujer en esta España franquista, la mujer con el único destino de contraer matrimonio y procrear, para eso es educada, y cuando esto llega, (los casados del grupo) debe esperar pacientemente por las noches a que llegue su marido después emborracharse y de haber estado meretrices, devastador. Bardem esto lo desarrolla en un increscendo dramático claustrofóbico que te arrastra, te sumerge en una tragedia sin salida en un ambiente cortante que duele, dotando a la historia de intensidad, tensión, amargura, aridez, con una realización magistral, con momentos sublimes, con diálogos emocionantes, sensibles, mordaces, que te harán reflexionar sobre hasta dónde llega la maldad cotidiana, la banal, la supuesta superioridad moral de unos fantoches, película con marcado carácter humanista, Bardem exhibe alegorías de enorme calado sus constantes referencias católicas tan presentes en esta sociedad, las misas, las procesiones o el desfile de seminaristas, el simbolismo de la estación de tren como ilusión de huir de un microuniverso cuasi-carcelario para las esperanzas, los folletos de la vivienda sueño de Isabel-pesadilla de Juan son rebozados en un charco, muy lírico.


La manada de desalmados resulta impersonal, Luis (Luis Peña), ‘Pepe el Calvo’ (Alfonso Godá), Luciano (Manuel Alexandre), ‘Doctor’ (José Calvo), personalidades intercambiables, sufren de chulería, machismo, misoginia, cínicos detestables qu entre bares, partidas de billar, putas y más, se permiten el lujo de jugar con los sentimientos de los débiles, un patético estudio de una generación perdida, sin rumbo, sin horizontes, sin referentes.




Betsy Blair está sensacional, encarna con ternura y una deliciosa melancolía a ‘la solterona’, es la mujer acomplejada por los cuchicheos de las cotillas, se siente angustiada por su entorno, la consideran una fracasada, estigmatizada, se le ha pasado el arroz, la actriz emite una evolución prodigioso, del desencanto inicial, a la ilusión de un amor, transmite con su mirada una gama de emociones que estremecen, una entrañable y conmovedora actuación, con momentos trémulos, maravilloso cuando en la noche en su dormitorio observa con devoción unas entradas de cine, como se mira entusiasmada como una quinceañera frente al espejo, su rostro frágil y enternecedor al declararle Juan su ‘amor’ en la procesión, las sensibles (que no sensibleros) charlas que mantiene con Juan, cuando visitan la que cree ella será su casa (con el guiño corrosivo a la censura en el comentario a las camas separadas en las cintas americanas), el momento en que cuenta a Juan que no tiene derecho a tanta felicidad, cuando relata a Federico como eran sus noches en el baile, lástima que su interpretación sea la suma de su lenguaje gestual y del doblaje de Elsa Fábregas, aunque esta lo borda. Tengo dificultad de verla como solterona, al igual que en film de Hitchcok ‘Sospecha’, y es que no es fea, es simpática, de buena familia y de una sonrisa que derrite. Betsy era una estadounidense que se vino a Europa por estar vetada en USA por estar la nefasta Lista Negra del hediondo Senador McCarthy, acababa de triunfar en ‘Marty, Bardem la fichó tras conocerla en el Festival de Cannes de 1955. José Suarez da vida brillantemente al amoral Juan que se ve envuelto en una espiral mortecina, un ser sin personalidad, que es empujado por los colegas de modo machil a destrozar una tierna alma, sabe mostrar su caída al vacío, abrumado por el peso de lo que hace, un cobarde que es capaz de afrontar el problema que él ha creado, un anti-héroe estupendo. Yves Massard (doblado por el gran Fernando Rey)es el recto amigo de Juan, su Pepito Grillo, excelente su rol, con momentos espléndidos, perturbadora la frase que le espeta a Juan <No creo que vayas a suicidarte, eres demasiado cobarde>. La actriz rusa Lila Kedrova es la otra cara de la moneda de Isabel-la inocente y en el otro lado la prostituta-terapeuta de Juan, la comprensiva mujer que denota con sus ojos su amor por Juan, mujeres enamoradas de un tipo que no lo merece.

La cinta está regada de momentos de enorme calado, algunas ya comentadas, otras: Su atronador inicio, con la broma macabra de la funeraria, la charla entre Tomás (René Blanchard)  y Federico (buen Yves Massard, el mejor amigo de Juan) donde expone la mentalidad de la ciudad y sus lugareños, el primero la describe <Es una hermosa y entrañable ciudad de provincia. Hay 3 cosas que son el diapasón de esta ciudad. Las campanas de la Catedral, los seminaristas por la alameda en el crepúsculo de 3 en 3, y el paseo por la Calle Mayor>, el encuentro de miradas en la misa, entre Juan e Isabel, ‘la declaración de amor’ de Juan a Isabel durante la procesión, Colosal, con inquisidores primeros planos de las mujeres mientras cantan religiosamente, encadenado esto de modo mordaz con la visita de Juan a la prostituta, o el extraordinario plano-secuencia del paseíllo por la Calle Mayor ya de ’novios’ con los conocidos saludándola como si ya estuviera curada de la ‘solteronería’, el magistral montaje paralelo en que se contrastan la Ilusión de Isabel haciendo castillos en el aire con su halagüeño futuro con Juan, del que repite su nombre en diferentes tonos como un eco en su corazón,  mientras intercala a Juan amargado en la habitación de su pensión, turbador, o cuando los amigotes le cuentan cómo piensan salir del entuerto con otro entuerto, o en laque Juan angustiado intenta decirle a Isabel la verdad <Si todo fuese una broma, si no te quisiera?>, ella no quiere ver la realidad y le responde <Eso es como decir, si se cayera la luna, si no me quisieras…>, la confesión que Juan hace a Federico inquiriéndole a que le ayude a salir del embrollo, la charla reveladora que Federico tiene con Isabel en el salón de baile, y por supuesto su enervador tramo final (spoiler).


La puesta en escena es maravillosa, con un aprovechamiento de escenarios fenomenal, gracias al diseño de producción de Enrique Alarcón (‘Rey De Reyes’ o ‘La Vaquilla’), elevado esto por la gran fotografía de Michel Kelber (‘French Can Can’), en glorioso b/n, con desasosegantes primeros planos, con bellas tomas de las Casas Colgantes de Cuenca, con sugerentes planos a través de ventanas, recurso para enfatizar el filtro con que la gente observa, con notorias tomas de la Calle Mayor y hermosas metafóricos planos de la Estación, sobresaliente en el tramo huida de Juan, y todo esto con la sugestiva música del húngaro Joseph Kosma (‘La Gran Ilusión’ o ‘La Regla del Juego’) y del argentino Isidro Maiztegui (‘Cómicos’ o ‘Muerte De Un Ciclista’), que canaliza y enfatiza con poderío las emociones dramáticas con una melodía propia para Isabel de una delicadeza suntuosa.

En conjunto, una de las Obras maestras que residen en el Olimpo del Cine Hispano. Imprescindible para todo buen cinéfilo. Fuerza y honor!!!


Spoiler:






El tramo final es de una intensidad abrasante, comenzando con la claustrofóbica huida de Juan de Federico por las angostas calles, jugando con las sombras, y acabando en el puente con Juan mirando al vacío del río, queda la duda si se ha tirado o no, esto con reminiscencias al expresionismo alemán, recordando a la huida de Harry Lime en ‘El Tercer Hombre’, vemos a Isabel planchando ilusionada el vestido que piensa ponerse en el baile, Federico busca al desaparecido Juan charlando vibrantemente con Pepita, vemos a Juan mirando de lejos la ciudad , está hundido y se echa a llorar, vemos a Isabel sonriendo en el salón de baile, llega Federico y ella le cuenta lo infeliz que era y lo feliz que es, Federico la corta secamente, le cuenta ‘la broma, y la conmina a que se vaya con él a Madrid para huir de la humillación, Isabel se hunde mirando el contraste de la decoración festiva del salón y enfrentándolo a su destrozado corazón, llegamos a la absorbente escena de la salida del tren, Federico la espera, Isabel llega, pero comienza a dudar, Federico le insiste en que se vaya y viva, ella decide no coger ese tren que tantas veces ha visto partir, el tren se va, Isabel vuelve a su casa por la Calle mayor, llueve copiosamente, la gente va con paraguas y por los soportales, ella lentamente por en medio mojándose, y de fondo vemos desenfocados a ‘los bromistas’ riéndose a carcajadas, vemos un plano del dormitorio de Isabel con el vestido de fiesta en un maniquí, ella mira por la ventana mientras llueve, suenan las campanas de la Iglesia, termina con un enigmático y dignificador primer plano de Isabel tras el cristal. MAGNA..


Su rodaje se inició en Palencia, pero tras una denuncia política Juan Carlos Bardem fue arrestado y encerrado en los calabozos de la Brigada Social de la Policía Nacional en la Plaza del Sol en Madrid, quisieron continuar el film, pero Betsy Blair no quiso actuar si no era con Bardem, hubo presión popular artística en el mundo artístico consiguiendo su liberación a los 15 días, la filmación continuo en los soportales de Logroño y en exteriores de Cuenca. La Calle Mayor es la calle portales y la Plaza del Mercado en Logroño. La película participó en el festival de Venecia, entre el jurado estaba el gran Luchino Visconti, ganó el Premio de la Crítica, Betsy Blair no pudo concurrir al estar doblada al castellano (por Elsa Fábregas). El guión primigenio fue recortado a 20 secuencias, unas por mor de la censura, y otras por el propio director, una de las secuencias suprimidas cambiaba el sentido final de la obra, Juan intentaba al final reconciliarse con Isabel, al parecer recordando bastante a la conclusión de la magnífica ‘La Heredera’ de William Wyler, cinta con la que guarda puntos en común. Isabel vive con su madre, tienen una criada, interpretada por  Matilde Muñoz Sampedro, madre del director.

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