LA GRAN ILUSIÓN.
Por El Fin De Las Guerras.
01(03/01/14) Hace casi 80
años el hijo del pintor August Renir, Jean Renoir nos regaló un conmovedor
canto al entendimiento entre las personas, obra Universal envuelta en un
entrañable humanismo, film sobre la
guerra donde no hay batallas, apenas un par de disparos y un solo muerto. Orson
Welles aseveró <Si tuviera sólo una película en
el mundo para salvar, sería 'La gran ilusión’>. Fue el primer film de habla no
inglesa ganador del Oscar.
El escenario es la gran
guerra, los aviadores galos De Boeldieu (buen Pierre Fresnay), capitán
aristócrata, y el teniente Maréchal (buen Jean Gabin), un mecánico, son
derribados por un Noble germano, el capitán de Caballería Rittmeister Von
Rauffenstein (gran Erich Von Stroheim) y apresados por los alemanes durante un
vuelo de reconocimiento, tras un caballeroso café son enviados a un campo de
prisioneros de guerra, Hallback, donde se encuentran con otros prisioneros, un
maestro (Jean Dasté), un actor teatral, Cartier (Julien Carette), el hijo de un
banquero judío, Rosenthal (buen Marcel Dalio), y más componiendo entre todos un
collage de la sociedad de la época, allí se suceden tensiones entre prisioneros
y guardias, los primeros planean escaparse cavando un túnel, un arduo trabajo
pero poco antes de terminarlo son trasladados los franceses a otra prisión,
Wintersborn (en realidad el castillo-fortaleza de Hautt Konigsberg en Alsacia),
comandada por Von Rauffenstein, que tras ser herido de gravedad ha sido
transferido a este cargo, allí confraterniza con De Boeldieu encontrando muchos
puntos en común por su condición social que ven expirar por los nuevos tiempos.
Maréchal se reencuentra allí con Rosenthal.
Jean Renoir fue aviador
durante la Gran Guerra en el bando galo, de hecho Jean Gabin lleva su verdadero
uniforme militar, allí conoció al piloto Pinsard (condenado a cadena perpetua
tras la WWII por colaboración con los nazis), un As de la aviación que estuvo
preso en un campo de prisioneros alemán, mezclando sus experiencias y las de
Pinsard junto al guionista belga Charles Spaak (‘Los bajos Fondos’). El título proviene
del libro homónimo del periodista, escritor y profesor Nobel de la Paz en 1933,
el inglés Norman Angell, que refería que la Guerra en Europa sería un hecho
absurdo, obsoleto que iba en contra de los propios intereses económicos de los
contendientes.
La cinta es un drama
potencialmente carcelario de gran intensidad, ello con mordaces dosis de humor,
en algunos casos soterrado, en el que se hace un sutil fresco de la época y de
lo absurdo de las guerras tomando como pretexto las relaciones entre unos
presos militares y sus captores, a través de esto se analizan las diferencias
de clases que tanto marcaban este tiempo, por un lado está el proletariado
pujante, reflejado en Marechal, y por el otro están De Boeildieu y Von
Rauffenstein, dos refinados aristócratas con más cosas en común entre ellos que
con sus compañeros de nacionalidad, estos son la decadente imagen de un mundo
que los devora, gente con un código moral caballeresco que se desmorona, será
sustituido por la clase burguesa, estos nobles sienten que la Guerra es su
deber y un orgullo participar en ella, su tiempo se apaga, la nostalgia por un
tiempo que se evapora. Se reflexiona sobre el absurdo de las guerras, se hace
una oda a la unión de los pueblos, se glorifica el entendimiento entre pueblos,
un canto a la fraternidad y la amistad, tanto entre ‘enemigos’ como entre las
diferentes clases sociales, alaba los valores humanistas derivados de la
Revolución francesa, libertad, igualdad y fraternidad, ello en un desarrollo
donde no hay malos ni buenos en ninguno de los bandos, solo personas con
sentido del deber que la guerra ha condicionado. El director consigue imprimir
un halo de lirismo en muchas fases que hace emitir momentos conmovedores,
convirtiéndose su Obra en un canto a la Esperanza, al que no pusieron oído los
nazis que 2 años después del estreno del film provocaron la mayor de todas la
Guerras.
Además sobresale por la
valentía de arremeter contra el antisemitismo al dar protagonismo a un judío,
Rosenthal, hijo pudiente de una familia banquera, al que muchos han visto
paralelismos con los Rotschild, que se muestra generoso y desprendido, además
de establecer una gran amistad con Marechal, personaje al parecer creado por
Renoir para combatir la hedionda campaña
de mala imagen que los nazis estaban creando de los judíos. Llama la atención
como refleja el realizador el trato ‘luz de gas’ al que es sometido un oficial francés
negro entre sus compañeros presos, le hacen el vacío, les habla y le ignoran,
hiriente.
Es una cinta con momentos de
los que se te quedan marcados y que han plagiado-homenajeado otros films: La
caballerosidad de Von Rauffenstein tras derribar a sus enemigos invitándolos a
almorzar, o el tramo de la excavación del túnel para escapar y como se deshacen
del arena, algo ya muy visto, pero este es el primero en exponerlo, de hecho
‘La Gran evasión’ de John Sturgess lo copia, o cuando los presos galos y sus
guardianes se excitan notoriamente al ver a un preso travestido de mujer para
un espectáculo, esto de travestido es algo después utilizado en ‘Traidor En El
Infierno’ de Billy Wilder, o cuando los prisioneros galos tras conocer una
victoria de su ejército contra los germanos se pone a entonar ‘La Marsellesa’
frente a los guardias alemanes, algo plagiado en ‘Casablanca’ de Michael
Curtiz, o cuando al ser trasladados de la prisión de Hallback los franceses se
cruzan con los cautivos ingleses, reflejados como estirados flemáticos que
portan como si estuvieran de vacaciones sus raquetas de tenis, o cuando Von
Rauffenstein y De Boeildieu comparten melancólicamente batallitas del pasado
tomando coñac amigablemente, hay más que relataré en spoiler.
La puesta en escena es de una
gran elegancia y muy cuidada, transmitiendo veracidad, con un gran diseño de producción
de Eugène Lourié (‘Candilejas’ o ‘La
Batalla De Las Ardenas’), gran recreación de las prisiones y de la idílica
cabaña en los Alpes, realzado esto por la notable fotografía Christian Matras
(‘Madame de…’ o ‘La Ronda’) en glorioso b/n, dotando de gran profundidad a las
escenas, en muchos casos largos planos-secuencias, como en la secuencia del
espectáculo teatral, a lo que se suman unas bellas tomas de las montañas
nevadas alpinas. La música es del húngaro Joseph Kosma (‘La Regla Del Juego’ o
‘Calle Mayor’) acuna perfectamente el tono sereno del film, además se incluyen
temas galos, alemanes y británicos, sobresaliendo la canción popular ‘Il était un petit
navire’ (‘Había una vez un barquito’), que toca con su flauta De Boeldieu,
también la cantan Marechal y Rosenthal durante su huida para emitir con
sarcasmos su enorme hambre (el tema habla de un marinero que va a ser comido
por otros a causa de la falta de alimentos) y el Künstlerleben (Artist's Life), Op.316 de Johan Strauss.
El elenco actoral es de gran brillantez, destaca un Colosal Eric Von Stroheim, al principio lo vemos orgulloso, soberbio, poderoso, pero en la segunda parte, ya herido es otro, un ser revestido de un poso de amargura que le dota de un tremendo carisma, es un caballero, un hombre de honor, el último romántico, un tipo que ve venir el fin de su clase, su lenguaje gestual apabulla, su mesura, su contención, extraordinario, crea un Icono del cine con su porte estirado, emite tristeza y personalidad incorruptible. Pierre Fresnay compone aun aristócrata de talante flemático, con distinguida imagen, teniendo una excelente química del que manan emocionantes escenas. Jean Gabin aporta a su rol simpatía, carácter, camaradería, muy bueno. Marcel Dalio es el judío, hombre de gran corazón y que dota a su papel de empatía, personaje creado para desacreditar la xenofobia reinante. Dita Parlo encarna con delicadeza a la viuda, aporta dulzura, ternura, el reflejo de la inutilidad de las contiendas bélicas.
El pero que le pongo es que
el paso del tiempo le ha hecho se le vean algunas costuras, se le denota cierta
artificiosidad, situaciones algo teatrales que hacen que el conjunto pierda
naturalidad y se sienta algo forzado para traspasarnos su humanista mensaje, a
ello contribuye que nunca se siente peligro para los presos, no se respira
opresión, claustrofobia, o algún tipo de tiranía o crueldad por los alemanes,
los presos campan a sus anchas por la prisión, van y vienen, hacen obras de
teatro, reciben paquetes desde países enemigos, no entiendes las ganas de los
prisioneros por escapar. El modo de escapar de los dos franceses resulta algo
chirriante, pues nos tenemos que tragar que no haya vigilantes del muro
exterior, queda muy idílico el tramo en la cabaña de Elsa, pero que este ella
sola con su hijita y acoja con confianza a dos soldados franceses huidos del
bando que ha matado a su esposo y hermanos resulta muy edificante pero poco
realista, en este sentido Renoir procura manipularnos para que nos llegue su
visión utópica del mundo.
Con todos estos defectos
queda una notable cinta con mensaje Universal y atemporal de los que deberían
ser de obligatoriedad ver en los colegios e institutos. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
En el guión original, en la
escena final, Marechal y Rosenthal se encuentran el día del armisticio en un
restaurante, la gente celebra el final de la guerra, pero sus dos sillas se ven
vacías, como señal de que no hay algo que celebrar.
En la WWII, Alemania invadió
Francia y Goebbels, el ministro de propaganda nazi, intentó confiscar todas las
copias del film para destruirlas, pero un oficial teutón, Frank Hansel,
consiguió esconder copias de la cinta en Berlín para poder exhibirlas en el
futuro, siendo un curioso guiño en el que la realidad imita a la ficción, en
plena guerra un alemán, un enemigo de los franceses realizando un acto de
bondad por encima de las ideas.
Más escenas para recordar: Todo
el estremecedor tramo con una sensible música cuando De Boeldieu está en el
lecho de muerte por el disparo de Von Rauffenstein, el noble alemán le dice:
V.R.: - Quiero pedirle
perdón?
D.B.: - Yo hubiera hecho lo
mismo, francés o alemán el deber es el deber.
V.R.: - Le duele mucho?
D.B.: - No sabía que una bala
en el estómago doliera tanto.
V.R.: - Apunté a la pierna.
D.B.: - A 150 metros y con
nula visibilidad… Además yo iba corriendo.
V.R.: - Le ruego que no me
excuse. He sido muy torpe.
D.B.: - No es por mí por
quien hay que sentir lástima. Para mí todo ha acabará. Pero para usted no ha
acabado.
V.R.: - Seguiré llevando una
existencia inútiul.
D.B.: - Para un hombre del
pueblo es terrible morir en la guerra, pero para usted y para mí es una buena
solución.
V.R.: - Yo le he fallado.
La enfermera le pide se
retire y fuera de campo muere D.B., V.R. le cierra los párpados cariñosamente,
a continuación se acerca una ventana, fuera nieva, y corta la flor que con
tanto esmero cuidaba en señal de tributo a su amigo fallecido, de las Grandes escenas
de la Historia del Cine.
Está el bucólico tramo en la
cabaña de la viuda Elsa (buena Dita Parlo), reflejo simbólico del hermanamiento
entre naciones, con momentos trémulos como cuando Elsa enseña a los franceses
las fotos de su esposo y hermanos muertos en batalla, paradójicamente
seguramente asesinados a manos de franceses, mostrando son sutileza el
sinsentido de las guerras, o la partida en la cabaña en que Rosenthal tiene que
despedirse de Elsa (buena Dita parlo) en nombre de Marechal que no se atreve,
esto reflejado con un gran estilo visual, se lo comunicaa Elsa en el salón desaparece de escena tras el
duro golpe, Rosenthal abre la ventana y al fondo espera Marechal al que le dice
que ya está, que tomaran café antes de irse, punzante.
Frases para perdurar: De
Boeldieu <Ni usted ni yo podemos detener la marcha del tiempo>/ Von
Rauffenstein <Boldieu, no sé quién va a ganar esta guerra, pero cualquiera
sea el resultado , que significará el final de los Rauffensteins y la
Boeldieus>/ De Boeldieu < Para mí es simple. Un campo de golf para el
golf. Una pista de tenis para el tenis. Un campo de prisioneros es para
escapar>/ De Boeldieu <Ahí fuera, los niños juegan soldado ...Aquí, los
soldados jugar como niños>/ Rosenthal <Las fronteras las dibujan los
hombres, a la naturaleza le da igual>/
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