domingo, 10 de noviembre de 2024

 

LA BESTIA CIEGA.

 

Turbador film de culto japonés, thriller psicológico asfixiante, no apto a todos los paladares, angustioso, claustrofóbico, mórbido, pero que tiene un rush final que me ha sido grotesco por la forma apresurada en que lo cuelan, lo cual hace me sea desagradable y bajar puntuación. Dirigida por Yasuzo Masumura (desconocido para mí, hastas que vi “red Angel” y me ganó para su causa) escrita por Yoshio Shirasaka (“Las Olimpiadas de Tokio”), adapta la novela “Moju” de Edogawa Rampo de 1931. "Moju", fue una anomalía en la literatura del genio de las novelas detectivescas Edogawa, publicada en serie en 1.931, más polémica que popular debido a su temática, ni siquiera a él le gustó. Se puede sentir como especie de revisión enfermiza al film de William Wyler de 1965 “The Collector”, y con ello haciendo un incisivo lienzo sobre el llamado Síndrome de Estocolmo.

 

Esta es una obra pesadillesca, esto potenciado por su escenario principal muy ‘daliniano’ por mor de la turbadora dirección artística de Shigeo Mano (“Byôin de shinu to iu koto”), creando un escenario surrealista en un almacén adornado por figuras de grandes cuerpos de mujeres desnudas reclinadas, y en las paredes, multitud de pechos, narices, piernas, orejas, ojos, labios, etc. Esto atomizado por la climática y dramática cinematográfica de Setsuo Kobayashi (“Fuego en la llanura”), en una función fundamental en proyectar un estado de ánimo que se va empequeñeciendo conforme avanza el minutaje, con claroscuros, poca iluminación, con fondos negros espectrales, en disonancia con las figuras blancas virginales fantasmales, donde la cámara de forma inteligente abre al principio el foco en el almacén, para conforme llegamos al final cerrar el objetivo sobre el pareja protagonista, no hay más alrededor de ellos, que solo se ven mediante el tacto. Con secuencias tan escabrosas como en la que al principio Aki intenta escapar de Michio por el almacén y ella se topa con los relieves de estas figuras y partes de cuerpo femeninas que ilumina de forma inquietante Michio.

 

Un bizarro juego del gato y el ratón en versión batalla de sexos enfermiza, las dinámicas de poder, las manipulaciones, los celos, las frustraciones sexuales, deviniendo en una ácida exploración sobre el placer, comenzando en lo táctil, sobre hasta donde estas dispuesto a llegar para superar etapas de este, sobre si la agonía puede ser el éxtasis, todo llevado al extremo obsesivo, ello desarrollado por el director en forma muy dramática visualmente, cada vez se va haciendo más oscura y más oscura hasta cerrar el objetivo sobre sus dos protagonistas.

 

La joven modelo aspirante Aki Shima (Mako Midori) es secuestrada por un misterioso hombre ciego (Eiji Funakoshi) y llevada a su casa en un almacén con ayuda de su madre (Noriko Sengoku), que está lleno de esculturas de partes del cuerpo humano y figuras femeninas. El hombre ciego, Michio Sofu, es un escultor que desea utilizar a Aki como una musa para su mayor trabajo.

 

Película partida en dos, bien marcadas por un asesinato: Con los créditos tenemos un croquis de fotografías monocromáticas, Aki aparece desnuda y atada con cadenas (bdsm), en algunas de ellas su imagen se multiplica, crea pastiche psicodélico propio de los años 60, expone su cuerpo al tiempo que no se ve su rostro. Empieza con el llamemos prólogo de presentación, con la exposición de arte donde Aki ve por primera vez a Michio. Un cartel en la pared dice la exposición se llama “Les Fleurs du Mal”, nombre de la colección de poemas simbolistas del ‘maldito’ Charles Baudelaire, este quería encontrar la belleza en el mal, la enfermedad y la decadencia, esto ya sirve como leit-motive para el film. Aki llega a la exposición y se turba ante un tipo que acaricia con pasión sexual una escultura de ella. Más tarde, agotada por un largo día de modelaje, llama a un masajista local para venga a darle un masaje relajante en la espalda a su apartamento: "Me gusta fuerte… si no duele, no me satisface", lo cual da pistas sobre lo que vendrá en el rush final. Esta escena me resulta muy mal trabajada, pues el masajista parece un depredador sexual caricaturesco en sus masajes de ‘salido’, ridículo ella lo aguante tanto, hasta que él la narcotiza y secuestra; Y empieza la primera parte en el surrealista local en medio de la nada. Donde hay un incisivo thriller de supervivencia de ella frente a él y su ‘ayudante’ madre, esta primero en estado de shock ante el ‘onírico’ escenario, intenta huir por las bravas, y luego, ante la imposibilidad de esto, utiliza sus armas de mujer, maneja la sexualidad con picardía, ello enfrentándose a la posesiva madre todo ello con vigor y electricidad malsana en la relación del triángulo. Aki puede ver en el interior de Michio a través de lo que ha creado en el exterior, haciendo mención a dos esculturas gigantes sin cabeza de mujeres desnudas, le espeta a él: "Ahora lo entiendo! Están hechas desde la perspectiva de un bebé!". Esto enlazado a otro comentario de ella sobre la madre de Michio, apuntando a una relación malsana, de seseos incestuosos por parte de ella, y por ello lo ha mantenido bajo su regazo alejado de mujeres, lo define a él como un juguete de su madre. Hablando con ello de la alienante relación de la madre y el retoño

 

Pero de modo abrupto entramos en la parte final y todo me cruje, sucede de modo tan apresurado que me resulta metido con calzador, como si el director le hubiesen metido prisa por acabar y la gradualidad hubiese saltado por los aires. Complicado explicarlo sin entrar en spoiler (donde me extenderé más), pero es otra película que entra de modo quebrado y me es estridente, no hay naturalidad en este desarrollo, y en modo flash entramos en un torbellino sadomaso inverosímil, con influencias del Marqués de Sade o el ya mencionado Charles Baudelaire, adornado por una especie de elemento sobrenatural que me hace pensar si todo no es más que una pesadilla.

 

Eiji Funakoshi compone a un Michio algo pasado de vueltas, demasiado histriónico, una cosa es que sea ciego y otra que parezca en estado orgásmico con cada acto táctil, me resulta caricaturescamente infantiloide, falla. Aunque tiene buenas frases como: “Quiero ser pionero en el arte del tacto, donde sólo los ciegos puedan apreciarlo… Una nueva forma de arte hecha por y para los ciegos”, le dice Michio a Aki; Mako Midori resulta más compleja y humanizada en su evolución, en su modo artero de comportarse en casi todo el film, notable composición moviéndose como una forzada maestra de marionetas para intentar escapar. Aunque llegados al atropellado rush final todo esto implosiona.

 

Spoiler:

 

‘La tensión se termina cuando ella accede, tras varios infructuosos intentos de escape, y enamora a su captor; en un principio creeríamos trata de provocar tensión entre el escultor y su madre para aprovecharla y huir. Pero más tarde, cuando sube el termómetro en la relación filial, hay violencia madre-hijo y el resultado es trágico, y tras un accidente muere la madre. A partir de ese momento, el realizador saca la trama de la situación que había construido hasta ese momento, para llevarla al camino del poema visual con intención alegórica y moralista. En esta parte de la película, el escultor y su amante surcan los rincones más oscuros del alma humana. Encerrados en el almacén, se proponen experimentar todas las sensaciones carnales posibles, comenzando con el sadomasoquismo y llegando hasta niveles insospechables. Adentrándose en el sadomasoquismo (todo un boom para su tiempo tuvo que ser esto), empezando por el “cúbreme de cicatrices” de ella y llegando a esas extraordinarias mutilaciones del desenlace que definitivamente parecen celebrar la senda erótica recorrida cual escala ascendente de un conocimiento carnal recíproco vinculado a la privación y la violencia autodestructiva.’ Aki en una narración ofdf sobre imágenes de su propia desaparición: “Quienes se aventuran al borde de esos mundos, sólo pueden esperar que los envuelva una muerte oscura y húmeda”; Aquí me llama la atención ver a los amantes vestidos con tropa interior, esto quieras que no te hace fruncir el ceño, esto carece de sentido alguno, pues son ciegos (ella por mor de no se que se ha quedado invidente), y no sirve ni a modo de fetichismo, se nota es por la censura, y resta, debería haber habido ingenio en el director para salvar esta ‘valla’.


Todo este tramo final en que los amantes se transforman en dos seres excitadoramente autodestructivos me ha sido metida a empellones, no me la creo según me la cuenta. Pasamos de que Michio viola a Aki, a que ella a renglón seguido está enamorado de él (¿?), y para rizar el rizo ella se queda ciega, por imperativo del guion, te hace preguntarte si todo no es más que una pesadilla fantasiosamente sexual de ella. No hay inventiva alguna para este elemento sobrenatural. Luego pasamos a la fase sadomasoquista, comienzan arañándose, mordiéndose, pasan a darse cortes, beberse la sangre de uno y el otro (vampiros), luego a pincharse con cuchillos, para en el colmo ella pedirle a él que le ampute brazos y pernas para llegar al placer por agonía (¿?). Ello expuesto en unas tomas pretendidamente líricas cuando vemos caer los miembros de la escultura de Aki creada por Michio a modo de alegoría de como los hacen los de la real mujer. Al final Michio, cual moderno Romeo se clava letalmente un cuchillo en el corazón. Todo esto, al parecer, se hila con el placer del tacto (¿?). Esta parte me saca del buen film que veía hasta entonces para caer en un sexplotation grimante.  


‘Sobresale en este tramo del film la traslación de las herramientas del escultor como instrumental erótico y, en este mismo sentido, los originalísimos símiles visuales que Masumura establece entre las esculturas y los cuerpos.’

 

'La muerte de la madre de Michio quiebra la película hacia una fantasía fetichista. Solo si se deshacen de los últimos vestigios de la familia y de cualquier pensamiento sobre el mundo exterior, Michio y Aki pueden continuar su viaje erótico hasta el final de la noche. Puede parecer una caída en un cliché desacertado que Aki se excite con su violador (y luego se enamore de él), pero esta objeción pasa por alto varios puntos: por mucho que el proyecto artístico de Michio sea inseparable de sus exploraciones eróticas, la excitación de Aki depende de su ceguera, que la coloca en el mismo reino de los sentidos que Michio, cuyo programa adopta con entusiasmo.'

 

Este film seguramente ha influido a otros de temáticas similares como “El Imperio de los Sentidos” (1976), “Zoo” (1985), “Matador” (1986), “Pacto de Amor” (1988) o “Amores que Matan” (Boxing Helena, 1993).

 

Provocador y sugestivo film, que en su último tramo me hace bajarlo de nivel, al querer retorcerse demasiado quiebra. Gloria Ucrania!!!

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