LOS SIETE SAMURAIS.
El 26 de abril de 1954 se estrenó en
Japón una de las Obras Maestras más influyentes de la Historia del Séptimo
Arte, la Monumental Épica creada por el genial realizador Akira Kurosawa, film
imbuido de un romanticismo exacerbado, una grandiosa aventura, un grupo de
perdedores Ronins (samurais sin señor), defendiendo una mísera aldea labriega
de un grupo de bandidos hambrientos, ello por la patética recompensa de comida y techo, pues de este
simple argumento AK hace brotar una Epopeya
cumbre, revestida de melancolía, de esperanza, de retrato social, de
lucha de clases, revestido de heroísmo, Obra Imperecedera que te calará
indeleblemente, si no es así te compadezco.

El escenario es el Japón feudal del SXVI, la era
Sengoku Jidai, la cinta está dividida en tres
tramos diferenciados, en el primero una banda de forajidos (unos 40) planea
asaltar y saquear en un valle una aldea agrícola (de unos 70 habitantes) tras
la cosecha (otoño), uno de los labradores lo escucha. Los aldeanos piden consejo
al patriarca del pueblo, Gisaku (Kokuten Kodo), este les conmina a contratar a samuráis
para defenderles, lo malo es que solo tienen arroz y un techo que ofrecerles.
Una expedición de 3 agricultores, Rikichi (Yoshio Tsuchiya), Manzo (Kamatari Fujiwara
) y Yohei (Bokuzen Hidari) van a la ciudad más próxima a buscar samuráis
necesitados. Son testigos de un ingenioso rescate de un niño por parte de un
veterano samurái, Kambei (gran Takashi Shimura), un carismático líder natural y
gran estratega, y consiguen contratarlo, este se pone al frente del
reclutamiento, consigue fichar a cinco más, a todos ellos se les da espacio
para que sepamos como son. Esta forma de leva ha sido copiada en muchas cintas,
siendo esta la primera y genuina en afrontarlo. En el segundo, una vez en la
aldea las dos clases sociales, los agricultores y los samuráis tendrán
múltiples choques, queda patente que los labradores consideran a sus defensores
un mal menor y poca simpatía les tienen, llegando a ocultar a sus mujeres por
miedo a ellos, esto mientras adiestran los contratados a los labradores para la
batalla, además de fortificar la aldea. En esta parte es donde es de gran
importancia para ahondar en las personalidades de los protagonistas, trazándose
entre ellos fuertes lazos de unión. El tercer tramo, aquí la acción se
desencadena en un increscendo apoteósico desbordante de lírica visual, las
luchas y las bajas se suceden hasta su desgarradora batalla final. Y llegamos a
su poético y melancólico epílogo, Sublime y Estremecedor.
Los Míticos Samuráis son:
Kambei Shimada, el carismático líder del grupo, un tipo
de vuelta, curtido en mil batallas perdidas, que llega a reírse de haberse
escondido en una batalla, gran estratega, de afable sonrisa, y con un gesto
recurrente de frotarse su escasa cabellera en señal de pensar concienzudamente,
es la voz de la cordura. Takashi Shimura lo interpreta con majestuosidad, su
presencia inunda la pantalla, es la sabiduría, la nobleza, EL LÍDER.
KIkuchylo, o al menos así lo conoceremos, pues su
verdadero nombre no lo sabremos, es el último en incorporarse, Kambei lo
descartó por fanfarrón y mentiroso, pero los sigue hasta aldea y allí se une a
ellos. Es un borrachín visceral y bravucón, como símbolo de su alta autoestima
lleva una espada enorme. Es un destacable elemento cómico con su fanfarria gesticulante,
siendo el ídolo para los niños de la aldea que le siguen, buenísimo el gag en
que se monta a caballo diciendo que es un gran jinete, pero no es capaz de
dominarlo, viéndolo desaparecer tras un seto en el quino y volviendo a salir ya
bajado corriendo tras él, hilarante. Pero el personaje evoluciona dejando
traslucir su pasado remanente de familia labradora, y pasando del inicio
payasil a el final en que es un Samurái, por su sobrecogedora valentía que
tiene su zenit en una Gloriosa escena. El gran Toshiro Mifune le dota de una
poderosa personalidad, lo impregna de matices, de bordes, de empatía, de
energía, de electricidad, de vitalidad, y esto combinándolo con la melancolía
que transparenta en varias impresionantes escenas, como el trémulo soliloquia
que espeta a los ronins sobre por qué los campesinos son temerarios de ellos, y
acaba achacando a los samuráis que lo han provocado años de padecimiento
causado por su violencia, el otro momento es cuando sostienen a un niño
malherido y solloza entre gritos que el chico es él, desgarrador. AK utiliza
este personaje para reflejar que se puede ser Grande en honor y valentía
partiendo de humildes entornos.
Katsuhiro Okamoto es un
ingenuo aspirante a samurái, hijo de un terrateniente, dejó su plácido hogar en
contra de su familia para hacerse samurái. Tras ver en acción a Kambei se hace
un fiel y abnegado discípulo de él, más tarde se sentirá magnetizxado también
por Kyuzo tras una misión, dedicándole una mirada obnubilada. Mantendrá un
romance con la hija, Shino (buena Keiko Tsushima), de un agricultor, Shino provocando una trifulca con el padre, esto
sirve a AK para mostrar como los labradores aborrecen a los samuráis. Isai
Kimura lo interpreta con amaneramiento cercano a lo afeminado, esto lo remarca
AK con planos tan ambiguos como verlo jugar con flores y tumbarse sobre ellas
en una bellísima imagen, viéndose casi más enamorado de Kyuzo que de Shino.
Isao Kimura lo interpreta con dulzura cándida con pose plúmbea,
cuasi-andrógino.
El resto quedan algo más en segundo plano, aunque no
por ello están desdibujados:
Kyuzo es un estoico ronin, humilde, sosegado,
disciplinado, contemplativo, hierático, introvertido, dedicado en cuerpo y alma
al arte de la lucha, el más experto de los samuráis, un Samurái de Leyenda. Seiji Miyaguchi lo
encarna con un aura cuasi-divina, su rostro emite hidalguía, confianza, arrojo,
estupendo lenguaje gestual, Colosal en la secuencia en que va a robar un
mosquete a los malos, se produce una elipsis y tras un tiempo lo vemos aparecer
en el bosque entre la bruma con andares tranquilos y con el arma en la mano, lo
entrega y como si nada se sienta a dormir, Glorioso.
Gorobei Katayama, arquero experto, lugarteniente de
Kambei, ayudando con sapiencia a la estrategia. Yoshio Inaba le da vida con
sobriedad traspasándonos serenidad, templanza y carisma, gran momento en el que
muestra la bandera y la describe.
Shichiroji, antiguo compañero de Kambei, un veterano
guerrero que ayudará con su experiencia. Daisuke Kato lo dota de valía.
Heihachi Hayashida, no destaca en la lucha, pero su don
de gentes y encanto le hacen un lugar en el Olimpo de los Samuráis. Minoru
Chiaki lo baña de sutilidad cómica.
A Kurosawa no le interesa retratar a los bandidos, no
quiere darles alma, son meros depredadores en busca de débiles, solo sabemos
que atacaran por hambre, es la clásica lucha del Bien contra el Mal.
El primer film sobre samuráis de AK, comenzó su
proyecto con la idea de un guión sobre un samurái en su cotidianidad, AK
pertenece a una familia con ancestros samuráis, luego la tornó en una argumento
sobre un clan de guerreros expertos, estudiando la historia de los ronins halló
un relato sobre unos agricultores que contrataron a samurái para defender su aldea de bandas de
malhechores, este tema le fascinó y con dos de sus colaboradores habituales
desarrolló el guión, Hideo Oguni (“Vivir”, “El Infierno del Odio” o “Ran”) y
Shinobu Hashimoto (“Rashomon”, “Trono De Sangre” o “La Fortaleza Escondida”), Toshiro
Mifune dijo que en principio iba a llamarse “Seis Samuráis”, siendo Kyuzo papel
de Mifune, pero en la evolución del guión creyeron conveniente incluir al rol
de Kikuchiyo, nexo de unión entre labriegos y ronins, además de ser un gran alivio cómico, Toshiro lo
encarnaría con libertad absoluta para improvisar, este número siete es muy
simbólico en diferentes culturas, los 7 días de la semana, los 7 pecados
capitales, los 7 mares, los 7 colores del arco iris, las 7 notas musicales, hasta
los 7 enanitos. En seis semanas escribieron el libreto, querían que fuera algo
más que un mero pasatiempo y para ello profundizan con inteligencia en los
caracteres de los personajes, haciéndelos tridimensionales, con esta
introspección compleja consiguen hacérnoslos cercanos y suframos con ellos. Toho
Studios quería que AK rodase en sus estudios para abaratar costos, el director
rehusó y se llevó todo el equipo a Tagata en la península de Izu (Shizuoka), AK
sentenció que el entorno real infundiría de realismo las interpretaciones,
derivando en autenticidad. Fueron 148 días de rodaje, un año filmando, la
película más larga, 207 minutos (la más larga de su filmografía) y costosa de
Japón hasta la fecha, medio millón de dólares, 4 veces el presupuesto original,
llegando Toho Studios a cancelar la producción 2 veces, AK cuando esto sucedía
se iba a pescar con tranquilidad, sabía que con lo invertido debían dejarle
terminarla.
AK dirige con ritmo fluido y con una intensidad
soberbia, sabiendo mezclar momentos de épica, de intimidad, de humor, de amor,
un Maestro en la Cima. La Brillantez de AK juega con destreza con la acción, la
crítica social, el drama, la risa, la ironía, el cinismo, el patetismo, la
tristeza, logrando secuencias conmovedoras. AK toca temas Universales como la
amistad, la lealtad, el altruismo, el coraje, el sentimiento del deber, el
honor, la nobleza de espíritu, el nihilismo, los estratos sociales, el ocaso de
un tiempo en que las nobles katanas son superadas por las impersonales armas de
fuego (varios de los samuráis caen por el mosquete), profundizando con
perspicacia en la naturaleza Humana. Muy inteligente el elemento de exponernos
el mapa detallado de “la zona de guerra”, explicándonos Kambei toda la
estrategia ante las diferentes posibilidades que puede emplear el enemigo, con
lo que cuando llegan los bandidos tenemos en mente en 3 dimensiones el terreno.
AK disecciona con sutileza un tiempo convulso, expone como en un tiempo de paz
muchos samuráis pasaban hambre, eran siervos sin amo, estaban temerosos
labriegos aldeanos desamparados recurriendo a gente de la que no se fían, y
entre ellos saltaran chispas. Los personajes están maravillosamente delineados,
con sus aristas, sus defectos, sus virtudes, su valentía, sus miedos, sus
anhelos, cada uno tiene su tiempo para lucirse, no solo los espléndidos samuráis,
también los aldeanos secundarios enriquecen en su vasto metraje la Obra con su
tremenda humanidad. AK trasluce su visión en contra del Dogmático código samurái,
desde el inicio, mostrando a Kambei, el líder, cortando su “sagrada” coleta,
símbolo del Honor, ello para salvar a un niño, lo cual denota su pragmatismo
lejos de las ataduras del Bushido, incluso algunos de los ronins reconocen que
lo importante es sobrevivir aunque para ello tuvieran en el pasado tuvieran que
huir y esconderse del enemigo.
Sensacional su naturalista puesta en escena fruto del
diseñador de producción Takashi Matsuyama (“Perro rabioso”, “Rashomon” o “El
Idiota”) con la hermosa aldea rural enclavada en el frondoso valle, a esto se
añade la elegiaca lluvia de la batalla final provocando un escenario fangoso
salido del Averno. Uno de los hitos con los que AK asombró fue con su poderoso
e innovador estilo visual a lo que ayudó la avezada fotografía de Askazu Nakai,
habitual de Ak (trabajó con él en 11 films, “Perro Rabioso”, “Barbarroja” o
“Ran”), llegando a manejar 3 cámaras para las fastuosas batallas rodando a la
vez, una para los planos cortos, otra para los medios y la tercera para los
planos generales, hizo de la necesidad virtud, ya que con este método se
ahorraba repeticiones, y a la vez hacia más fluida la acción, esta fórmula se
convirtió en uso acostumbrado en AK. Asimismo innovó con la utilización de la
cámara lenta en escenas de violencia, remarcando la tensión y la congoja,
espectacular cuando Kambei se introduce en el establo para salvar a un niño,
sucede un fuera de campo asfixiante, irrumpe con brío en el exterior el bandido
en slow, el tiempo se detiene, no sabemos que ha sido de Kambei, los curiosos
observan perplejos, y el bandido cae lentamente de bruces al suelo muerto,
levantando una espesa polvareda, esto realza la Épica, Descomunal, esto ha
influenciado a muchos realizadores, siendo el buque insignia el gran Peckinpah.
Además el cinematógrafo alcanza niveles epicúreos jugando con los claroscuros,
la contraluz, ejemplo la primera escena con la aparición espectral de los
malhechores sobre una colina, creando momentos de gran belleza, sugestivos
planos intimistas y sugerente en las luchas, utilizando mínimos cortes con
admirables planos generales, y en los diálogos suprime el plano contraplano,
dotando de veracidad las charlas, sabiendo mostrar reverencia el onjetivo con
los samuráis al tomarlos en multitud de ocasiones en contrapicados para
engrandecer su figura, incluso jerarquizando la pantalla con el líder Kambei
siempre en primer término, Sublime. Como formidable es la coreografía de las
mareas humanas, dirigidas por Yoshio Sugino (“Samurái”, “La Fortaleza
Escondida” o “Yoyimbo”), bebiendo del kabuki y empapando de realismo los
cruentos enfrentamientos. Y todo estas excelencias adornadas por la enervante y
Épica música de Fumio Hayasaka (“Rashomon”,
“Cuentos De La Luna Pálida De Agosto” o “El Intendente Sansho”), ayudando a
encauzar sentimientos, y remarcando el tono Homérico del relato, y maximizando
la emotividad, Excelente.
La cinta está regada de
escenas memorables, algunas ya comentadas, otras: Cuando el arroz de los
campesinos en la ciudad les es robado, uno de los labriegos recoge sollozando
uno a uno los pocos granos que han caído al suelo, es lo único que tenían,
patético, pero este gesto emociona a Kambei y acepta la misión, o la aparición
borracho de Kikuchuiyo ante Kambei, delirante, un fatuo liante, que enarbola su
condición de provenir de una familia noble con un documento, dejando patente su
analfabetismo, pues kambei se jacta de él al leer que este pliego pertenece a
un niño de 13 años, o cuando han atrapado a un bandido y los samuráis piden no
lastimarlo, aparece una anciana encorvada con un azadón, hay un fuera de campo
entre gritos, los ronins se alejan, la anciana tenía motivos para
resarcirse, o la alegría con que
Kikuchiyo participa en la siega del campo, o cuando 3 samuráis con Yoshio
Tsuchiya de guía atacan por sorpresa a los bandidos quemando la cabaña en que
están y una mujer que está con los malos prefiere arder que ser liberada,
guarda un trágico secreto, o cuando Kyuzo contempla una flor poéticamente justo
antes de entrar acción de guerra, o por supuesto las batallas desgarradoras
(spoiler), con su Elegiaco epílogo (spoiler).
Algunas frases para el
recuerdo:
<Incluso los osos salen de
los bosques cuando necesitan comer>/ <Cuando van a cortarte el cuello, de
qué te sirve preocuparte por la barba?>/ <Los peces que se pierden
siempre parecen grandes>/ <Antes de que tus sueños se hagan realidad, el
pelo se vuelve gris o te quedas sin él, tus padres han muerto y todos tus
amigos te han olvidado>/ <En una batalla siempre se necesita una
bandera>, <Un buen fuerte necesita una brecha. El enemigo debe ser
engañado para poder atacarlo. Si sólo nos defendemos, perdemos la guerra>, y
más.
Seis años después Hollywood estrenó un remake
trasladando la acción al salvaje oeste, dirigida por John Sturgess, y
protagonizada entre otros por Yul Bryner y Steve McQueen, a Kurosawa le gustó
tanto que envio un regalo al director como felicitación por su gran labor.
Film MÍTICO, con torrente de valores. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
La última batalla es momento
único del Cine con mayúsculas, un clímax extasiante, sin música maniquea, el
aguacero lo cubre todo, la humedad te cala, la lluvia atomiza el dramatismo,
las puertas a la Muerte están abiertas, muchos las cruzarán, entre ellos Kyuzo
herido de muerte por el mosquete de la última alimaña, el jefe de los malos,
Kikuchiyo encoleriza y va impulsivamente hacia él, otro diparo le da en el
estómago, pero no cae sigue hacia él armado con su katana, el malo retrocede
cobardemente y Kikuchiyo le raja los intestinos, cayendo al final los dos al
suelo mortalmente, han sido las últimas víctimas de la contienda. La escena
originalmente iba a grabarse en verano, pero se retrasó al invernal febrero,
habiendo temperaturas extremadamente bajas, con peligro de congelación, de hecho
el agua artifialk servía para derretir la nieve que caía de noche, Mifune
comentó tiempo después que nunca tuvo tanto frío.
El Epílogo es de una honda
carga, la aldea ha sido salvada, los labradores felices celebran el trasplante
de arroz, con flautines y taiko (tambor nipón), todo es alegría entre los
campesinos, y entonces aparecen los ronins supervivientes, Kambei, Shichiroji y
Katsuhiro que los observan en un Estremecedor plano, sobre ellos, en una ladera
las tumbas de los 4 samuráis muertos en sacrificio por el poblado, Heihachi,
Gorobei, Kyuzo y Kikuchiyo, sus tumbas coronadas por sus katanas, y más en alto
el sol como un aura Deídica, entonces con amargura Kambei sentencia <Otra
vez hemos perdido, los labradores son los vencedores, no nosotros>, es su
sino.
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